Atardecer de poesía en Villa Pueyrredón
- Escrito por Victor Pais
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Ignacio Di Toma Mues, a quien conocemos por su labor periodística y por su rol de editor y director del periódico El Barrio Villa Pueyrredón, nos sorprendió gratamente exhibiendo la fina sensibilidad de una faceta que le desconocíamos: la de poeta. Y lo hizo el pasado sábado en el Centro Cultural El Alambique, ubicado en Griveo 2350, a través de la presentación de su primer libro, del atardecer al alba. poemas al claroscuro.
La primera en referirse al libro fue Natalia Saavedra, la prologuista y colaboradora desde hace varios años del mencionado periódico: “Pinta un poco como es Ignacio y esa búsqueda que tiene él como poeta tratando de contar lo que a él le pasa o su visión del mundo, y también lo que como artista uno ve y cómo puede transformar el mundo de los demás”.
Luego habló el Bocha Miracca: “Quiero referirme a la poesía de mi amigo Ignacio como una armonía. No se va a encontrar en este poemario algo que no sea armonía y todo lo armónico es bello”.
A su turno, Laura Di Toma Gómez, la ilustradora e hija del autor, señaló: “Me gustó mucho la idea de que me confíe hacer los dibujos para sus poemas porque yo hago retratos y nunca había hecho dibujos alegóricos de textos, y fue aventurarme en algo nuevo para mí”.
Seguidamente, después de superar un instante de conmoción provocada por el recuerdo de su padre, Américo, recientemente fallecido, Ignacio hizo un recuento de la historia de su relación con la poesía: “Yo empecé a escribir cuando en tercer año del secundario una docente dijo que cualquier tonto podía escribir y yo, como no era un tonto cualquiera, me dije ‘entonces yo puedo’. Y ahí empecé a esbozar cosas y a guardar y a escribir y escribir. Entre mudanza y mudanza algunos textos se perdieron, otros los iba guardando en carpetas, hasta que un día, hace dos o tres años, me habían dado un premio por calidad editorial del periódico, y dije ‘esto va a estar destinado a la impresión del libro’, y fui a buscar ese bibliorato que había armado con todas las poesías. Quiero ser sincero, se me vino el mundo abajo porque sentí que ahí había otra cosa, y acá traigo a colación a Marechal, donde hablaba de cómo las cosas tienen que madurar, están adentro pero hay que hacerlas madurar”.
Después de las consideraciones finales acerca de cómo “maduró” su libro, varias de las poesías contenidas en él resonaron en la sala a través de las voces de Natalia Saavedra, Alejandra Sticco, compañera del poeta en la vida de todos los días, Ely Miracca y el propio Ignacio.
El encuentro culminó con un sorteo de ejemplares del libro llevado a cabo con una ocurrente modalidad, pues en lugar de cantar números se seguía cantando poesía: la concurrencia al ingresar había recibido un pequeño papelito, cada cual con un verso diferente extraído del libro.
Cabe destacar que un sector de la sala estuvo destinado a la muestra plástica “Retratos”, conformada precisamente por retratos, en la mayoría de los casos de figuras reconocidas del ámbito artístico, realizados con el trazo sutil y preciso de Laura, la hija de Ignacio.
Y tampoco faltó el tango a través de las sentidas y sólidas interpretaciones de Aldo Rusca (voz) y Nicolás Mustillo (guitarra) en el alba de ese poético atardecer.

