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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 17 de septiembre de  2024
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La Ascensión de Jesús en la pintura

La Ascensión de Jesús en la pintura

Según el calendario litúrgico correspondiente a este año, hoy, jueves 9 de mayo, se conmemora el ascenso de Jesús a los cielos después de su resurrección. Proponemos en este trabajo un muestreo de cómo abordó la pintura este episodio emblemático de la mitología cristiana.

En el siglo IV nos encontramos con las primeras expresiones artísticas que refieren el ascenso de Jesús al cielo. Este acontecimiento, que se encuentra narrado en dos de los Evangelios –Marcos y Lucas– y en los Hechos de los Apóstoles, expresa en la tradición cristiana lo que en la antigüedad romana fue la apoteosis de los emperadores, personajes divinizados y ascendidos por genios y victorias aladas.

En el arte cristiano oriental se muestra a Jesús, el Cristo, sentado en el interior de una mandorla y sujetado por ángeles. Este tipo de representación solo parcialmente se reflejó en el arte cristiano occidental. Una de sus influencias se manifestó en Italia, donde, por ejemplo, en la Iglesia de Santa Sabina de Roma Jesús es elevado al cielo por medio de ángeles. En este modelo oriental nos encontramos con una pasividad de Cristo, ya que éste es elevado al cielo por los ángeles. No se eleva por sí mismo. En el arte occidental, por lo general, Jesús se eleva al cielo con sus propias fuerzas, no necesita de ayudas. La Virgen María y los Apóstoles siguen con la mirada el ascenso de Jesús. Así, nos encontraremos con una composición en dos niveles: por un lado, el mundo celestial, al cual asciende Jesús, y por el otro, el mundo terrenal, desde el cual se observa el ascenso. En la mayor parte de las pinturas se ve a Jesús de cuerpo entero. Se trata de un cuerpo glorificado, transformado por la resurrección, y por eso los artistas quisieron indicarlo generalmente por medio de un manto blanco con el que simbolizaban la luz del cuerpo glorificado de Jesús.

Durante los siglos XVII y XVIII el tema de la Ascensión quedará eclipsado por el de la Asunción de la Virgen. Asimismo, cuando observamos a Jesús como flotando en el aire, debemos diferenciar este episodio del de la Transfiguración del Señor, donde vemos a Jesús levitando en el aire por encima de un monte donde duermen los apóstoles.

En el desarrollo del tema de la Ascensión encontramos, al principio, que Jesús es ascendido al cielo por la mano de Dios que emerge de una nube. Asimismo, la Ascensión se encuentra cercana a la vista de las Santas Mujeres al sepulcro tras la resurrección. En los inicios del Renacimiento, Giotto en su Ascensión representará a Jesús subiendo al cielo acompañado por el cortejo de los justos del Antiguo Testamento. Finalmente, digamos, que la Ascensión de Jesús como acontecimiento se encuentra en esa zona de transición entre el mundo terrenal y el mundo celestial.

Veremos el tema de la Ascensión a través de distintos pintores y de distintas épocas:

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Con Andrei Rubliov nos encontramos dentro de la iconografía sagrada rusa del siglo XV. La obra que exhibimos data de 1408. En una mandorla sostenida por dos ángeles vemos a Jesús resucitado ascendiendo al cielo. En la parte inferior, que corresponde al mundo terrenal, podemos ver a la Virgen coronada como Reina de los Cielos junto a los apóstoles. Al abordar los íconos rusos, debemos diferenciarlos de las pinturas sacras del arte occidental. Ello se debe a que desde el punto de vista de la Iglesia Ortodoxa la pintura sagrada es parte de la palabra de Dios. En otros términos, la palabra de Dios es oral, escrita e icónica. Así como la Biblia es a un mismo tiempo palabra humana y palabra divina, los íconos rusos son a un mismo tiempo obra del artista y de Dios. Nos encontramos frente a una teología del ícono. Por el contrario, el arte de occidente, ilustra, transmite por medio de los íconos, que todos pueden ver en las iglesias, la palabra de la Biblia, que es palabra de Dios pero que los iletrados no tienen posibilidad de leer. Así, la Ascensión de Andrei Rubliov, que era pintor y monje, es palabra divina, al igual que los capítulos y versículos de los Evangelios donde se narra la ascensión.

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Nos encontramos frente a una pintura anónima del siglo XIX ubicada en un mosaico de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario en Lourdes. Es importante como obra de pintura de temática sacra en una época donde la pintura de historia, el retrato burgués, los paisajes, van cambiando los temas abordados por los artistas. Vemos a Jesús ascendiendo al cielo, vestido con un manto blanco que simboliza la luz. En efecto, Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo”. Como la luz es blanca y este es el color del manto de Jesús, con ello se indica que éste es la luz. Asimismo, Jesús está ingresando al mundo celestial. En oposición, en el mundo terrenal, que ocupa la parte inferior de la composición, vemos a los apóstoles con sus miradas dirigidas hacia lo alto, hacia el mundo celestial, al que pertenece Jesús. Los apóstoles están contemplando el ascenso del Señor.

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Aquí estamos frente a una pintura inglesa de 1775 realizada por John Singleton Copley. Es sintomática esta pintura de temática sacra en una país, Inglaterra, donde el anglicanismo y el calvinismo, desde la época de la Reforma, han replanteado el problema de las imágenes en las iglesias. En la pintura, vemos a un Jesús triunfante, un Jesús que ha triunfado sobre la muerte, que ha resucitado y que ahora se encuentra ascendiendo al cielo. Su manto blanco simboliza la luz. Jesús extiende sus manos, domina los aires, descorre las nubes multicolores e ingresa en el cielo. Es el dominio que Jesús ejerce sobre los elementos de la naturaleza, en este caso, el aire y las nubes. La apoteosis de Jesús es observada por apóstoles y ángeles. Son las miradas que siguen un ascenso divino: el ascenso que corresponde al Cristo, vale decir al Mesías.

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Es esta una pintura realizada entre 1510 y 1520, años culminantes del Renacimiento, por Benvenuto Tisi Da Garófalo. Jesús, ascendiendo al cielo, dirige su mano derecha al mundo celestial y así indica que ese es el mundo al que pertenece. En la parte inferior, como siempre, el mundo terrenal, con sus montes y edificios, que constituyen un paisaje natural y social que denota la época renacentista en que fue realizada esta pintura. En el mundo terrenal, vemos incluso al propio Jesús, en un momento de su prédica, junto a los apóstoles. También gente del pueblo, los millares de oyentes de las parábolas de Jesús. Las parábolas que Jesús decía preanunciaban su ascenso al cielo.

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Esta pintura realizada entre 1496 y 1500, también enmarcada en el Renacimiento, fue realizada por Pietro Perugino. Jesús, rodeado de ángeles músicos en el interior de una mandorla, asciende al cielo. Perugino alude a la música celestial como voz del cielo que enmarca el ascenso de Jesús. En el mundo terrenal, la Virgen, al igual que los apóstoles y gente del pueblo, observan el acontecimiento.

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Esta pintura de Dosso Dossi data del siglo XVI. Como siempre, el mundo celestial y el terrenal. En el primero, Jesús triunfante está impartiendo con su mano derecha, mientras que con la izquierda sostiene el estandarte de la victoria. Está rodeado de figuras angelicales. Abajo, las apóstoles y el pueblo contemplan el prodigio.

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En esta obra de Rembrandt realizada en 1636, Jesús no asciende al cielo por su propio poder, por sus propios medios, sino que es llevado y elevado por los ángeles. Su figura está bañada por una brillante luz que se contrapone a los demás hombres que permanecen en la oscuridad.

Fuentes consultadas:

Biblia de Jerusalén

Duchet-suchaux, Gastón y Pastoureau, Michel (1996). La Biblia y los Santos, Madrid, Alianza Editorial.

Stukenbrock, Christiane y Topper, Bárbara (2005). 1000 obras maestras de la pintura, Barcelona, h f Ullmann.

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