Tras Cartón y sus veinticinco abriles
- Escrito por Victor Pais
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Tras Cartón, nuestro periódico en papel, cumple 25 años. Un motivo de alegría, sin duda. Un motivo para el festejo. A fuerza de nuestra constancia y regularidad –300 meses, 300 números– y de nuestro esfuerzo por superarnos edición tras edición, nuestro periódico se ha consolidado y ha obtenido un reconocimiento indiscutible en los barrios en los que se distribuye, reconocimiento que se proyectó incluso a ámbitos institucionales y culturales que trascienden los límites de su zona de distribución.
Emerge entre los factores que contribuyeron a nuestro crecimiento el apoyo que recibimos de la comunidad barrial: instituciones, comercios, profesionales, vecinos que ofrecen diversos servicios y que han apostado durante años a publicar sus avisos en nuestras páginas y en muchos casos han privilegiado el gesto de apoyarnos por sentirse identificados con nuestra propuesta relegando la importancia de cuán inmediato sea el rédito de sus anuncios. Sin ellos, difícilmente podríamos estar celebrando los veinticinco años.
Nos fortalecimos además porque nuestro espíritu asociativo nos ha llevado a ser miembros fundadores de la Cooperativa EBC, un espacio de construcción común con otros medios de la ciudad y que ha gravitado de manera fundamental para que hoy tengamos una ley que regula la contraprestación publicitaria entre el gobierno local y los medios vecinales, otorgando a estos últimos, en tanto cumplan con una serie de requisitos editoriales y periodísticos mínimos, el derecho a formar parte del Registro de Medios Vecinales de Comunicación Social y, en consecuencia, a contar con una pauta mensual cuyo valor se calcula a través de un parámetro que asegura que sea una suma estimable e igual para todos.
Una digresión obligada: la época en la que nos tocó transitar y llegar hasta donde llegamos estuvo marcada por acontecimientos de orden político económico que repercutieron negativamente en nuestra actividad de la misma manera que lo hicieron en todo lo que se cimienta sobre el trabajo honroso. Tal es así que este aniversario se da en un contexto en que la capacidad asociativa de los medios vecinales vuelve a enfrentarse a una dura prueba, pues, como podrán leer con detalle en otra nota de esta edición, desde la Subsecretaría de Comunicación Social se ha lanzado una resolución, inconstitucional por donde se la mire, que golpea duramente el espíritu de la ley que nos ampara.
La perdurabilidad en el tiempo nos permite hablar de etapas que se fueron quemando y de un numeroso contingente de personas que tuvieron que ver, en mayor o menor medida, con el sostenimiento de la publicación y la elaboración de sus contenidos.
Hubo un impulso inicial en que, quien suscribe, editor y fundador de este periódico, encontró en la solidaridad de su familia de origen y de entrañables amigos los recursos materiales y anímicos que le permitieron concretar el lanzamiento y sostenerlo. Esas dos partes tan vitales de esa desafiante etapa en la que había que hacer caminar a la criatura podrían, a modo de humilde homenaje, estar condensadas en dos figuras que ya no están: la de Francisco Pais, por la confianza y el apoyo que ofreció al proyecto de su hijo, y la de Gabriel Sáez, por haberle dado con sus relatos únicos a esos primeros números de Tras Cartón un color tan particular y que fue también su manera de comunicarnos su profundo afecto por la aventura en que nos habíamos embarcado.
Insistimos. En esos dos nombres queremos resumir los de varias personas de gran corazón que han estado apuntalando la obra en ese momento inicial. Con algunas de ellas afortunadamente podemos seguir compartiendo de tanto en tanto gratos momentos.
Y hubo después toda una trayectoria que se extiende hasta el presente donde nos encontramos con otra nómina aún más cuantiosa de personas de gran valor que han enriquecido a este medio con su aporte, pero hay cuatro nombres que además de seguir constituyendo el equipo actual sobresalen por mucho, diríamos por muchísimo: Vanesa Kandel, Haydée Breslav, Silvia Giser y Miguel Ruffo. Los cuatro, cada uno con su especificidad, han tenido muchísimo que ver con que ese periódico voluntarioso y rudimentario de los primeros años se haya tornado en un producto de probada calidad. Lo de Vanesa no se ve pero su mirada de editora está sobre todo lo que sale publicado. Lo de Haydée es sencillamente gigante, una periodista completa de cuya pluma han salido notas de investigación de los más variados temas pero que a la vez es capaz de sacarle brillo a la sencilla crónica barrial, y con quien también hemos compartido un recorrido exquisito a través del género de la entrevista. Lo de Silvia no son solo sus excelentes fotografías sino su constante apoyo y ayuda. Y lo de Miguel, que nos jerarquiza con su dominio de la historia, su rigor científico, su capacidad de análisis, pero que sobre todo nos alimenta con su enorme compañerismo.
Y no podemos dejar afuera de esta nómina a los demás integrantes del equipo que nos vienen acompañando desde hace tiempo: a Sebastián Lopardo, cuyo aporte en el terreno comercial nos ha permitido crecer en páginas y darnos aun más visibilidad; y a Sirarpi Himitian, con su Cartoncito de Biblioteca, sección en plena vigencia que ya tiene más de la mitad de los años del periódico dedicada a los niños y sus docentes.
Y, si bien el vínculo es muy reciente, pero no por eso deja de ser promisorio, hoy tampoco podemos dejar de mencionar al equipo de Libro Abierto, el espacio de la Biblioteca Popular Juan María Becciú.
Dejamos huellas, suponemos que no fáciles de borrar. Somos parte del pueblo trabajador y sabemos que el futuro no se presenta sencillo. Pero acá estamos. Llegamos al cuarto de siglo, y vamos por más.