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 23 de abril de  2025
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Guerman Titov y su vuelo cósmico

Guerman Titov y su vuelo cósmico

Hoy se cumplen 60 años del día en que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ponía en órbita circunterrestre a la nave Vostok 2 piloteada por Guerman Titov. Pocos meses después de la hazaña de Gagarin, estábamos en presencia del segundo cosmonauta, también experimentado piloto de la fuerza aérea soviética.

Si el vuelo de Gagarin se había limitado a 108 minutos, el de Titov fue de 25 horas y 18 minutos. Permaneció más de un día en el espacio. Ahora que estamos acostumbrados a que los cosmonautas permanezcan más de un año en la Estación Espacial Internacional, el vuelo de Titov nos parece extremadamente corto, pero para la época en que fue realizado fue todo un acontecimiento.

Durante su vuelo, Titov realizó un conjunto de experimentos, incluido el estudio biológico del comportamiento humano en las condiciones de la ingravidez. El tiempo de permanencia en el espacio fue dividido en tres partes: horas de trabajo, horas de descanso y horas de sueño. El cosmonauta manejó distintos instrumentos, se comunicó por radio y televisión con el centro de control en la Tierra, asentó sus observaciones e ingirió alimentos. Asimismo, las más de 25 horas que permaneció en el espacio, le permitieron efectuar maniobras manuales en la cosmonave, actividad importante para los futuros pilotajes cósmicos.

Como parte del programa de vuelo, durmió algo más de 7 horas y media, pero lo hizo en forma agitada. Titov señaló luego que se despertaba a menudo, que experimentaba vértigos y se sentía nervioso, pero al final se pudo dormir completamente. Sin embargo, el sueño no impidió que experimentase desorientación, fatiga, mareos y náuseas. En cuanto a la alimentación, consistió en un menú formado por unas pastillas de algas Chlorella– que contenían un porcentaje de oxígeno suficiente para darle leve euforia– y un compuesto con extractos vitamínicos. Y como postre, terrones de azúcar.

De la observación de la Tierra desde el espacio, Titov comentó “cuán hermosas eran aquellas gamas de azul y rosa que se iban confundiendo en la paleta de la noche espacial”. Cuando se encontró en la órbita 17 encendió los cohetes de frenado e inició el descenso. A determinada altura, expulsó el asiento, siendo eyectado de la nave, y por medio de un paracaídas alcanzó el suelo.

El vuelo de la Vostok 2 fue muy satisfactorio. Dice Luis Gasca en su Historia de la Astronáutica: “La nave con su ocupante había recorrido 694.000 kilómetros, es decir, aproximadamente el equivalente de un viaje de ida y vuelta a la Luna, y su velocidad había alcanzado los 8 km/seg. (…) Titov había soportado el largo período de ingravidez perfectamente y su experiencia suponía un nuevo paso en la navegación por el espacio”. Al igual que su antecesor, también Titov “fue agasajado calurosamente” y recibió los honores como Héroe de la Unión Soviética”, recuerda Gasca.

La conquista del cosmos es la gran aventura emprendida por el hombre desde mediados del siglo XX. En su libro escrito en los albores de la cosmonáutica De Von Braun a Titov y Glem, Marius Lleget apunta: “(…) el hombre necesita soñar continuamente con nuevos horizontes; desde Von Braun hasta Guerman Titov ha quedado demostrado que la nueva dimensión que anhela y necesita el siglo XX es el espacio, la aventura interplanetaria. Porque el hombre fundamentalmente será siempre el mismo y ahora estamos en vísperas de iniciar una segunda odisea por los caminos sin fin del cosmos, en busca de infinidad de cosas. En la primera odisea, Ulises descubrió extrañas islas y el hombre se hizo argonauta. En la segunda, el hombre descubrirá nuevas fuentes de riqueza y energía para una humanidad superpoblada (…) y finalmente entrará en contacto, no sabemos dónde, como Ulises, con otros seres inteligentes”.

Vívido recuerdo sobre el vuelo de Titov nos dejó Joaquín Torres, quien se encontraba como turista en la Unión Soviética en el momento de los acontecimientos: “Mientras estábamos en lo alto de una colina, contemplando una gran vista de parte de la ciudad (Kiev) y también del río Dnieper, desde un altoparlante dan una noticia bomba: de que se ha lanzado al espacio otro satélite con un astronauta. Se aglomeran no pocos rusos para escuchar noticias, a la vez que se arma una gran algazara, mientras la guía  nos va enterando de los diferentes pormenores. Total: que al día siguiente nos enteramos que el comandante Guerman Titov ha volado 25,18 horas, que ha recorrido de un solo tirón unos 700.000 kilómetros y que ha dado 17 vueltas a la circunferencia de la Tierra. Es el día memorable del 5 de agosto de 1961. No se puede negar que ello representa una gran proeza y todos nos asociamos a las escenas de júbilo, por lo mucho que significa para la humanidad”.

Con el vuelo de Titov, continuó el programa Vostok, que luego se incorporó, con las siguientes cosmonaves, en la realización de vuelos conjuntos, como etapa previa al desarrollo de estaciones espaciales. La URSS se insertaba en la vanguardia de la exploración espacial. Y esto repercutía en el conjunto de la sociedad. Así lo describe Clementina García en su libro de viaje: “Y así vemos el salón de los pioneros aficionados a la astronáutica. Con sus complicadísimos aparatos, que comienzan a ponerlos en contacto con las maravillas del espacio y de cuyo club, formado por seiscientos niños, es presidente honorario el cosmonauta Nikoláyev; este concurre regularmente a conversar con ellos, fortaleciendo sus ilusiones de emular algún día las proezas que han logrado en la conquista del cosmos tantos héroes de la Unión Soviética”.

Fuentes consultadas

Garcia, Clementina R. de. 17 días en la Unión Soviética, Buenos Aires, Anteo, 1975.

Gasca, Luis (director). Historia de la Astronáutica, Tomo I, Logroño, Riego Ediciones S.A., s/d.

Llaunius, Roger D. Historia de la exploración espacial. Del mundo antiguo al futuro extraterrestre, Barcelona, Grijalbo, 2018.

Lleget, Marius. De Von Braun a Titov y Glem, Barcelona, Plaza & James, 1962.

Torres, Joaquín. Viaje a Rusia y otros países socialistas, Buenos Aires, s/e, 1962.

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