La Gran Paternal brilló una vez más
- Escrito por Victor Pais
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Un programa con abundantes ofertas de expresiones estéticas, en espacios conducidos por un solo artista, o por dos, tres y hasta asociaciones de más de una decena, tuvieron lugar durante la doble jornada en la que se desarrolló la 13° edición de La Gran Paternal, iniciativa que se define como “autogestiva e independiente” y que en esta oportunidad decidió hacer suyo el lema ya consabido “La cultura no se mancha”.
Nuevamente, los curiosos visitantes con el afán de dejarse asombrar por imágenes, formas, trazos y colores pudieron acceder al habitual mapa con los numerosos espacios de arte –36 en esta ocasión– que sirvió de hoja de ruta para que armaran su recorrido.
“La fuerza vital y creadora de La Gran Paternal brota como la hierba entre los adoquines”. Con esa frase nos graficó su sentir Graciela Ieger, en nuestra visita a su taller de Maturín 2649. Pintora de exquisita sensibilidad, Ieger, que participa de esta gesta colectiva desde hace varias ediciones, decidió esta vez exhibir una sola de sus obras y ceder su espacio, relativamente pequeño en cuanto a su dimensión, pero con una atmósfera de calidez humana que lo engrandece, a doce avanzados alumnos de su taller para que expongan las suyas, todas de muy cuidada elaboración y atractivas.
El abanico de muestras que tuvo la jornada fue, como siempre, múltiple y muy diverso. No faltaron propuestas heterodoxas, como la de la carpintería “Para los árboles”, ubicada en Espinosa 2040, que timonean Rosendo García y Cata Corredor y que es otro de los espacios que ya lleva un largo derrotero en La Gran Paternal. En esta ocasión, los numerosos visitantes, ya advertidos desde la convocatoria a concurrir con auriculares, fueron invitados a transitar por el espacioso taller no solo para contemplar las máquinas, las herramientas, las manufacturas y demás objetos exhibidos, sino también para combinar lo visual con lo auditivo, ya que mediante la lectura de códigos QR dispuestos en la sala se accedía a relatos orales que estimulaban a otorgarle otra proyección a lo observado y a enriquecer la perspectiva.
Sin duda, La Gran Paternal, que en 2023 fue declarada de Interés Cultural por la Legislatura porteña, ya es un clásico que centenares de artistas reeditan con alegría cada seis meses y que muchos más potenciales visitantes esperan entusiastas con la expectativa de experimentar la grata sorpresa de toparse con obras concebidas con gran tacto e imaginación.