“Hablar de Eduardo es hablar de un luchador”
- Escrito por Victor Pais
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Con gran tristeza nos tocó despedir a Eduardo Correa, querido vecino y gran ser humano comprometido con muchas luchas populares. Una descompensación inesperada desencadenó ese doloroso desenlace, en momentos en que, acompañado por su esposa, Diana, se dirigía a la esquina de avenida San Martín y Juan B. Justo para sumarse a un cacerolazo de protesta promovido por la Asamblea de Vecines de La Paternal contra la política del gobierno nacional.
Eduardo fue fundador y destacado miembro de la agrupación Jubilados Clasistas y del partido Política Obrera, al cual contribuyó a desarrollar como parte del conjunto de militantes que, encabezados por el histórico dirigente Jorge Altamira y después de largas décadas de conformar el Partido Obrero, decidieron emprender una nueva etapa al no encontrar reconocimiento en ese espacio político su aspiración de constituirse en tendencia.
Eduardo también fue en nuestra barriada un gran animador del espacio asambleario surgido tras el estallido social de diciembre de 2001 que derivó en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa al son del “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” y del “piquete, cacerola, la lucha es una sola”.
Compartimos con Eduardo más de un amistoso encuentro, mate o café de por medio, en donde el debate político se entremezclaba con las vicisitudes de la vida, y en dos ocasiones, una en noviembre de 2016 y otra en diciembre de 2019, la recordada periodista de nuestro medio Haydée Breslav junto a quien suscribe lo entrevistamos como referente local de Jubilados Clasistas. Allí nos dejó testimonios que no solo daban cuenta de su combatividad, sino también de la claridad y solidez de sus argumentaciones para explicar la naturaleza antiobrera de la política previsional que gobiernos con uno u otro signo partidario implementaban desde el Estado.
“No es fácil la tarea de organizar a los jubilados: salimos con el boletín o con volantes, y muchos dicen ‘estoy de acuerdo, hay que salir a luchar’, pero tienen impedimentos desde físicos hasta económicos… Sin embargo, que la tarea no sea sencilla no significa que no sea necesaria”, nos decía en 2016.
Y en esa misma entrevista, más adelante, señalaba: “Hay centros de jubilados por todas partes, y todos ellos están manejados por punteros radicales, peronistas y ahora macristas. Está bien que haya lugares de reunión y de participación, pero lo cierto es que esos centros funcionan para diferir y dispersar la lucha por las reivindicaciones de los jubilados: de vez en cuando los llevan a la isla Maciel, al Tigre o a hacer algún otro viajecito de unas horas o de un día, y después se juntan algunos días por semana a jugar a las cartas, a charlar o a bailar. No estamos en contra de eso para nada, pero creemos que un centro de jubilados tiene que ser, fundamentalmente, un núcleo de organización. Nosotros queremos abrir locales de jubilados para realizar también actividades sociales y culturales, pero, fundamentalmente, para organizarlos para la lucha con los trabajadores activos”.
En la concurridísima sala velatoria de Tres Arroyos y Seguí, en torno al féretro sobre la cual estaba colocada la gorra roja que Eduardo lucía en las movilizaciones, escuchamos a Diana, su esposa, recordando con gran consternación, pero con encomiable entereza, cómo empezó su vínculo amoroso de 52 años al calor de la militancia estudiantil.
Y luego resonaron las palabras de uno de los grandes compañeros de militancia de Eduardo, Charly Petrillo, quien, entre otras cosas, expresó: “Hablar de Eduardo es hablar de un luchador. Esa es la palabra justa para nuestro queridísimo amigo y compañero Eduardo. Es la historia de nuestro partido. Un día tuvimos la intención, tal vez algún día lo hagamos, de escribir una historia, pero hoy acá veo muchas caras que resumen una historia de gente que ha decidido elegir luchar por encima de cualquier otra cosa, porque no nos bancamos este capitalismo que nos agobia y nos mata”.
Antes de la procesión hacia el cementerio, el himno proletario La Internacional, entonado por la concurrencia, le puso un rojo broche a las exequias.