“Los jubilados tienen que salir a luchar”
- Por Haydée Breslav
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Se cumple este mes el primer aniversario de la creación de Jubilados Clasistas, una agrupación que se propone defender los intereses y lograr las reivindicaciones de jubilados y pensionados mediante la organización y lucha de estos. El referente de la Comuna 15, Eduardo Correa, explica por qué considera que esos métodos son los únicos para obtener respuesta a los reclamos del sector, cuya desesperada situación describe, a la vez que expone su indefensión y desamparo y lamenta su actual desmovilización.
-¿Cuándo y por qué se creó Jubilados Clasistas?
-Se constituyó en noviembre del año pasado, cuando un grupo de compañeros, viendo la necesidad de conformar una agrupación que defienda los intereses de los jubilados y luche junto a los trabajadores activos por sus reivindicaciones, independientemente por supuesto de toda variante patronal o de la burocracia sindical, creamos Jubilados Clasistas, que funciona en distintos locales de la Capital y del Gran Buenos Aires, y ya se han formado núcleos en Santa Fe, Salta, Córdoba y Santa Cruz, entre otras provincias; asimismo, hace unos meses participamos en la III Conferencia de la Coordinadora Sindical Clasista. Y vimos esta necesidad en función del análisis que hacemos de que el movimiento de jubilados está en situación de derrota: después de muchos años de gran desarrollo y de importantes movilizaciones, durante la última década se ha ido diluyendo y ya no ofrece una perspectiva de organización y lucha por sus reivindicaciones. Hay pequeñas agrupaciones que vienen trabajando desde hace mucho, pero últimamente están burocratizadas.
-En este contexto, ¿qué proponen ustedes?
-Nosotros planteamos que la única manera de lograr nuestras reivindicaciones es organizarse y salir a la calle a luchar: en este sentido hemos hecho una serie de acciones, como una movilización a la Anses central, donde las autoridades nos recibieron y les presentamos nuestros reclamos. Dijeron que nos iban a dar una respuesta, adivinamos cuál va a ser, pero de todas maneras vamos a seguir avanzando porque no nos vamos a quedar con que nos digan “no, ahora no podemos porque no tenemos fondos”, sino que tenemos en perspectiva organizar algo mayor, como por ejemplo un acampe, invitando a todo el mundo a movilizarse con dos consignas fundamentales, que son un aumento de emergencia de $6.000 para todos los jubilados y pensionados y un haber mínimo de $11.000.
-¿Cómo calificaría a la situación actual del jubilado?
-Si la observamos desde el punto de vista salarial, encontramos que la jubilación mínima, que es de $5.600, la cobra una amplia mayoría, y los que perciben un haber entre esa cifra y la de $7.000 constituyen el 70% o el 80% de la masa de jubilados, con lo cual la situación actual para ellos es terminal. En cuanto a la Ley de Movilidad, que establece el aumento de las jubilaciones, determinó este año 2016 que cobráramos 15% en marzo y 14,3% en septiembre, con lo cual no llega a un 30% anual, y con una inflación mínima de entre 43% y 45%, que en el caso de los jubilados es mayor porque gastan casi todo en alimentos y medicamentos, que fueron los rubros que más subieron; hemos perdido un 15% y hasta marzo de 2017 no habrá nuevos incrementos de haberes, y el bono este que están por entregar, de $1.000 y solo para los que cobran la mínima, es miserable. Por otro lado, son muchos los jubilados que tienen una propiedad desde hace tiempo y no llegan a pagar las expensas, y ni qué hablar del que alquila. Así, los $6.000 de aumento de emergencia y los $11.500 de jubilación mínima no son un pedido extemporáneo que inventamos en una noche de alcohol, sino la respuesta a una realidad, pero fueron rechazados en la Cámara de Diputados, después de la presentación de los representantes del Frente de Izquierda, tanto por los macristas como por los kirchneristas y los de Massa, a pesar de que se llenan la boca hablando de “los queridos jubilados”. Por eso creemos que para que escuchen nuestros reclamos tenemos que organizarnos y salir a luchar.
-¿Cómo puede hacerse?
-No es fácil la tarea de organizar a los jubilados: salimos con el boletín, o con volantes, y muchos dicen “estoy de acuerdo, hay que salir a luchar”, pero tienen impedimentos desde físicos hasta económicos… Sin embargo, que la tarea no sea sencilla no significa que no sea necesaria, y de todas maneras se han ido acercando muchos compañeros. Es así como hoy, a las tres de la tarde, vamos a realizar el Segundo Plenario de Jubilados Clasistas en la sede Constitución de la Facultad de Ciencias Sociales, ubicada en la calle Santiago del Estero 1029. Allí vamos a discutir nuestro programa y nuestras consignas, y cómo vamos a seguir avanzando en nuestro plan de lucha para efectivizar esas consignas, que no son solo los $6.000 y los $11.000 que seguimos reclamando, sino también el 82% móvil que nos corresponde por ley y que tanto el gobierno kirchnerista como el macrista han boicoteado y obviamente no lo pagan. Hay que aclarar que este reclamo del 82% no se refiere a aplicar ese porcentaje sobre el salario básico, sino sobre el que cobraba el trabajador en actividad en el puesto que ocupaba cuando se jubiló. Tenemos que reclamar también poder paritario, para que los jubilados tengan su representación, como tienen los sindicatos, y discutan con el Estado.
-Además de las salariales, ¿qué otras reivindicaciones enarbolan?
-Otro gran tema que nadie plantea o queda muy desdibujado es que tanto el PAMI como la Anses están intervenidos desde hace cuarenta o cincuenta años, lo que significa que están dirigidos por burócratas políticos puestos por los gobiernos de turno; lo que reclamamos entonces es que ambos organismos sean dirigidos por los trabajadores jubilados con representación de los trabajadores activos. Este tema es fundamental, y si bien no es prioritario en este momento, cuando lo prioritario es pelear por el salario, es indudable que tenemos que acercar nuestra consigna y difundirla porque mucha gente ni siquiera sabe cómo están dirigidos la Anses y el PAMI.
-En otro orden, ¿qué puede decirnos del maltrato que sufren los viejos?
-Justamente, basta ir a la Anses o al PAMI para comprobarlo. El otro día estuvimos en la puerta del PAMI de la Comuna 15, en Corrientes y Scalabrini Ortiz, repartiendo volantes, y la gente que salía, alguna muy mayor, nos contaba historias increíbles: “es la quinta vez que vengo porque me tienen que dar una prótesis”, “me mandan de un lado a otro”, “hace meses que estoy haciendo este reclamo”, “no me firman”, “no me lo dan”… Los servicios que reciben los afiliados del PAMI son catastróficos: los hacen hacer infinidad de trámites, deambulando de lugar en lugar, sin darles una solución; a algunos les dije que presentaran un recurso de amparo.
-Ya que hablamos de la atención sanitaria, ¿qué pasa con los geriátricos y las prepagas?
-Los geriátricos son privados; están contratados por el PAMI, en general están muy deteriorados y cada tanto se escucha que hay un incendio o un episodio de maltrato hacia los jubilados. Como en esos lugares lo que se busca es el lucro, la cantidad de enfermeras, de médicos y de personal responsable que tienen es el mínimo indispensable. En cuanto a las prepagas, el negocio es tener gente joven, hasta los 40 o los 50 años, que hacen un uso ínfimo de la atención; cuando el afiliado supera esa edad y empieza a tener ciertas necesidades ya no es negocio y entonces ponen cuotas totalmente inalcanzables para la mayoría de los jubilados o de la gente mayor. Además, van subiendo la tarifa, o sea que antes de los 50 años el afiliado paga 10, cumplió 50 y la cuota va a 15, cumplió 55 y a 20, y cuando cumplió 60, a 30, o sea que lo van echando. Y esto sin mencionar a todos aquellos que se quedan sin nada porque están trabajando en negro.
-Y que constituyen un elevado porcentaje…
-En la Argentina, un tercio de los trabajadores en actividad está en negro, lo cual hace una masa de aproximadamente cinco millones y medio de personas que cobran menores salarios, no tienen obra social ni paritarias y sí la posibilidad de ser despedidas sin indemnización. Además, en el acuerdo este de la CGT con el Gobierno van a quedar al margen y no van a cobrar ningún bono: nadie contempló a estos trabajadores, que han quedado totalmente excluidos: al no estar agremiados no tienen quien los defienda y la CGT los ha abandonado, como ha abandonado los reclamos de los jubilados.
-¿Y cómo van a hacer para jubilarse?
-Nosotros creemos que, en consonancia con las directivas del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Gobierno tiene la idea de ir eliminando la jubilación como se entiende actualmente, o sea, financiada por los aportes del trabajador y de la parte patronal, para ir hacia una asignación universal mínima, de modo que todo el mundo cobraría $5.500, pero ya no en función de lo que aportó históricamente, y el que quisiera cobrar más tendría que aportar a una privada, que sería una suerte de “AFJP” que complementaría ese monto con el aporte del trabajador. Así, se despegaría la jubilación del aporte y del salario que cobraba el trabajador en actividad en el puesto que ocupaba al momento de jubilarse. El proyecto del Gobierno incluiría elevar la edad jubilatoria a 65 años para las mujeres y a 70 para los hombres: es una línea impulsada por el FMI que se está aplicando en distintos países. Por otra parte, ya se ha eliminado la moratoria, salvo para las mujeres, que tienen un año más para poder acceder a ella, mientras que los hombres quedan afuera.
-Por último, ¿qué opina de las actividades de los centros de jubilados?
-Hay centros de jubilados por todas partes, y todos ellos están manejados por punteros radicales, peronistas y ahora macristas. Está bien que haya lugares de reunión y de participación, pero lo cierto es que esos centros funcionan para diferir y dispersar la lucha por las reivindicaciones de los jubilados: de vez en cuando los llevan a la isla Maciel, al Tigre o a hacer algún otro viajecito de unas horas o de un día, y después se juntan algunos días por semana a jugar a las cartas, a charlar o a bailar. No estamos en contra de eso para nada, pero creemos que un centro de jubilados tiene que ser, fundamentalmente, un núcleo de organización. Nosotros queremos abrir locales de jubilados para realizar también actividades sociales y culturales pero, fundamentalmente, para organizarlos para la lucha con los trabajadores activos.