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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 17 de febrero de  2025
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"Que el egresado valore nuestra flora"

"Que el egresado valore nuestra flora"

En el hermoso parque en el que funciona la subsede Devoto de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, dialogamos con la ingeniera agrónoma Libertad Mascarini, directora de la Tecnicatura en Floricultura de esa casa de altos estudios.

Desde tiempos anteriores a los antiguos, hechiceros y profetas les asignaron sentido y atributos mágicos y los cantores les dedicaron las más tiernas estrofas. Hoy en día, flores y plantas conforman un mercado que mueve cuantiosas cifras a escala mundial, si bien son cada vez más los que reivindican sus valores ambientales y estéticos; todos coinciden en que actualmente la producción florícola requiere conocimientos de nivel universitario en cuanto a profundidad y rigurosidad.
–¿En qué consiste la Tecnicatura en Floricultura?
–La Tecnicatura en Floricultura es una carrera corta universitaria de tres años de duración que se dicta en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires con el objetivo de capacitar en la producción de flores y plantas ornamentales. Tiene una parte básica cuyas materias se dictan en la sede central de la Facultad, en las cátedras respectivas, y una parte aplicada de especialización y prácticas, que se realiza en la subsede Devoto. Para el ingreso se requiere haber cursado la escuela secundaria; en cuanto al CBC, la única asignatura que se tiene que aprobar es Trabajo y Sociedad, lo que puede hacerse durante los dos primeros años de la carrera.
–¿Qué oportunidades ofrece en cuanto a salida laboral?
–Lo más importante es que los egresados salen capacitados para hacer su propio emprendimiento en todas las áreas de la producción florícola, desde la planta floral de estación, como un pensamiento o una alegría del hogar, pasando por las flores de corte, hasta árboles y arbustos ornamentales. Por otra parte, puede trabajar como técnico en un cultivo florícola ya establecido: está capacitado para llevar adelante procesos de fertilización, control sanitario y diseño y construcción de invernaderos, así como el manejo de personal y todo lo que hace al cultivo florícola. Puede trabajar en viveros de venta al público de distintos tamaños, en empresas de riego, de productos fitosanitarios… todo lo que tenga que ver con la producción florícola puede ser llevado adelante por un técnico. Puede ser docente en distintas instituciones como en la Facultad de Agronomía, donde hay técnicos que se desempeñan en el Laboratorio de Botánica y en el de Suelos y Sustratos, y también en el Instituto de Floricultura del INTA trabajan varios técnicos desarrollando diversas actividades, algunos de investigación y otros de producción. El campo es muy amplio y, como todas las carreras, depende también de la creatividad del profesional para integrar sus conocimientos a la práctica concreta.
–¿Tienen convenios con empresas?
–Hay algunos, pero son principalmente para realizar pasantías o prácticas profesionalizantes. La carrera cierra con una materia que se llama Trabajo Final, que consiste en realizar un trabajo de formación profesional que se puede hacer en un vivero de producción de plantas florales, en un mercado comercializador de flores y plantas, en un jardín botánico, en una reserva natural, etcétera. Para eso firmamos convenios con instituciones o empresas donde el estudiante va a hacer esa formación de culminación de la carrera.
–¿Existe un talento natural para este tipo de tareas?
–En general, la gente viene a estudiar las tecnicaturas con una vocación definida: no es lo mismo estudiar Agronomía, donde uno ve todo lo relacionado con el campo desde el punto de vista de la producción animal y vegetal, que estudiar específicamente Floricultura, porque si lo hace es porque tiene un acercamiento con las plantas y las flores y gran afinidad con la naturaleza.
–¿Es una carrera elegida en general por mujeres?
–Hay un predominio femenino, pero vienen estudiantes de ambos sexos. Parecería que la floricultura fuese algo más propio de la mujer, y se trata de un ámbito donde puede desenvolverse con más soltura: no es lo mismo ir a asesorar a un campo ganadero que a un cultivo de flores. Pero la producción es pareja para ambos sexos: de hecho, los productores florícolas, en su mayor porcentaje, son hombres; claro que también hay mujeres productoras de flores y plantas.
–¿Qué otras actividades se realizan en la subsede?
–Además de las asignaturas de especialización y prácticas profesionalizantes de la Tecnicatura en Floricultura, se dictan las correspondientes a ese campo de la Tecnicatura en Jardinería: aquí están tanto el lugar de producción –tenemos ocho invernaderos donde los alumnos hacen las prácticas– como los jardines donde muchas de las plantas que se producen se ubican en el paisaje, de modo que resulta un ámbito muy completo para el desarrollo de ambas disciplinas. La subsede Devoto se llama Escuela de Floricultura y Jardinería Juan O. Hall, cuyo director es el ingeniero agrónomo Ernesto Giardina, y en la que docentes de la Facultad de Agronomía y otros imparten cursos abiertos a todo público a los que asiste muchísima gente; la oferta, que es muy amplia y variada, puede consultarse en la página web de la Facultad.
–¿Cuál es, a grandes rasgos, la diferencia entre ambas tecnicaturas?
–La Tecnicatura en Floricultura se enfoca en la producción del material, o sea, las flores y las plantas que se van a ubicar en el jardín, y la otra en el diseño y preparación del espacio donde se van a ubicar esas flores y plantas. Las dos se complementan mucho: de hecho, en el inicio era una sola tecnicatura y después se dividieron porque cada una apuntaba a algo más específico y se consideró que era mejor separarlas para profundizar la formación.
–¿Qué relación tiene la subsede con la comuna?
–En general, cuando organizan ferias y encuentros participamos; de hecho, el último fin de semana de este mes se va a realizar la tercera edición de la Feria de Agricultura Familiar, que en esta oportunidad tendrá lugar en las calles linderas de nuestra sede, y ya se está hablando con varias instituciones de Devoto para trabajar en forma conjunta. Va a ser la primera vez que se desarrolle fuera del predio de la Facultad; estará abierta a la comunidad, habrá productos orgánicos y se venderán también flores y plantas.
–Pasando a otro tema, ¿cuáles son las especies que se dan mejor en esta zona?
–Tenemos que hablar de especies de clima e inviernos templados, con alta humedad y una radiación no tan alta, y las especies que se aclimatan son muchísimas, no podemos dar una. También está toda la producción de nativas, a la que se le está dando actualmente mucha más importancia. Lo que pasa en el caso de nativas, tanto en flores de corte como en especies de jardín, es que hay muchas que las tenemos que comprar y pagar los derechos de importación, porque otros países, especialmente de Europa, han llevado material nuestro no protegido, lo mejoraron y luego tenemos que pagar sus derechos, como por ejemplo, en el caso de las flores, ocurre con la alstroemeria, que es nuestro amancay, una autóctona de toda la zona andina, y el productor tiene que pagar un royalty para poder producirla y venderla, lo cual no habla muy bien de proteger nuestra flora. Otras nativas nuestras son el anthurium, la heliconia, cantidad de orquídeas… La idea es que el egresado valore nuestra flora y aprenda a cultivarla.
–¿Se estudia la relación con la industria perfumista?
–Ese ámbito no lo tocamos, si bien son muchas las flores que sirven para elaborar perfume. De hecho, en el mejoramiento genético que se les ha dado a nivel comercial se les ha quitado el perfume: uno les va a sentir el aroma y no lo tienen.
–¿A qué se debe?
–No está tan probado ni tan publicado, pero se dice que hay una vinculación entre el aroma y la producción de etileno de las flores: el etileno es un gas que se forma en la última etapa de maduración de la flor, y entonces se decía que las flores que tenían perfume se deterioraban más rápido. Insisto en que esto no está tan probado, pero en el mejoramiento de las flores se valoraron otros atributos, y eso hizo que también el aroma fuera dejado de lado. Sin embargo, hoy se vuelve a incorporar y a buscar en el mejoramiento que haya flores perfumadas. La gente valora mucho, por su aroma, flores como el jazmín o gardenia y la fresia, aunque su vida postcosecha sea muy corta, y esto es algo que los que están en mejoramiento van a tener que profundizar.
–¿Cuáles son las flores que podríamos llamar más populares?
–La rosa, el clavel y el crisantemo son las tres flores de corte más comercializadas en volumen a nivel mundial, y también son las principales en nuestro país, donde la alegría del hogar dentro de lo que es planta de maceta para el jardín, y el potus en la de follaje, ocupan los lugares más destacados.
–Había flores que eran clásicas, como el malvón, la glicina y la alverjilla, y ya se las ve muy poco.
–Sí, ya casi se dejaron. El malvón aún se está comercializando, hay productores que traen variedades nuevas pero más para macetas, en el jardín se dejó de usar y ya casi no se ve, pero en maceta sí. La floricultura, como la sociedad nuestra, se mueve mucho por modas, que son impuestas por empresas que manejan mucho dinero a nivel mundial, y esas que usted nombró dejaron de estar de moda, siguen siendo plantas que están en viveros y se compran, pero no como antes. Pero como todo vuelve, quizás también vuelvan ellas.
–¿Y qué flores se han impuesto?
–Hay flores como la gerbera, que hacia 1998 empezó a imponerse en el mercado de Buenos Aires: le dicen margarita africana y es muy bonita, con colores pastel muy delicados y tiene mucha duración en florero; en Europa se consume mucho y finalmente se impuso aquí, ahora se la ve en cualquier florería o puesto de la calle. Hay cosas que van siendo moda, el productor de a poquito las introduce en el mercado hasta que a la gente le gusta y se imponen, como el lilium, y otras que van saliendo porque el productor no se actualiza, como pasó con el gladiolo, por ejemplo. ¿En qué casa no había un gladiolo? Pero como en la Argentina no hubo introducción de nuevas variedades, quedó rezagado. Por otra parte, también hay especies que no se dan bien en esta zona: la ciudad de Buenos Aires es la principal productora y consumidora y hay muchas flores y plantas que no se adaptan a su clima, como el tulipán.
–¿Es una producción que se exporta?
–No, en la Argentina solo se mueve en el mercado interno y por lo tanto no es considerada una de las producciones importantes. Somos un país exportador de granos y eso es lo que mueve la economía, la floricultura no es prioritaria y al productor le cuesta mucho exportar flores. A nivel mundial sí es una producción que se exporta y mueve mucho dinero, sobre todo la flor cortada y no tanto la planta en maceta, porque lleva tierra o sustrato y no es tan fácil la entrada en otro país.
–¿Cuál es el país que lidera la producción mundial?
–Holanda es el principal comercializador de flores, la mayor concentración de producción se hace en sus mercados y de allí se distribuye al mundo. Dentro de América latina, los principales productores de flores de corte son Colombia y Ecuador, cuyas rosas van a todo el mundo. También podemos nombrar a México y Brasil y a Costa Rica, que tiene una importante producción de verdes de corte; en una época Chile nos exportaba muchos claveles, pero ahora eso está un poco frenado. Algunos países de África también están desarrollando la producción de flores, India ha avanzado muchísimo en ese sentido y China también está empezando a “hacer ruido” en el mercado ornamental. En general, el consumo de flores tiene que ver con el producto bruto interno; en un país que tiene buen estándar de vida hay buen consumo de flores, porque es un producto suntuario, si bien no debería serlo. Es así como casi todos los países de Europa y los Estados Unidos tienen buena producción y consumo de flores y plantas.
–¿Por qué no debería ser un producto suntuario?
–Las plantas elaboran el alimento para nuestros pulmones, ellas nos dan el oxígeno que necesitamos, mejoran el aire y la tierra, permiten que el agua que cae, drene… Cuánto más cemento ponemos, más alejados de la naturaleza estamos y más problemas ambientales tenemos, así que no es suntuario producir plantas y flores. Me parece que tenemos que empezar a considerar un concepto más integral de la vida, con el ser humano como parte de la naturaleza y no como centro y dueño de ella; si así lo hacemos vamos a ver a las flores, a las plantas, a los animales, al agua limpia y al otro ser humano como un aliado y un amigo, y no como un enemigo que destruye y al que hay que destruir.


Para informes sobre la carrera, los interesados deben concurrir a: Facultad de Agronomía de la UBA. Dirección de Ingresos, Alumnos y Graduados. Av. San Martín 4453,  CABA. Tel: 4524-8032, de lunes a viernes de 10 a 17.
E-mail: alumnos@agro.uba.ar.
Sitio web: www.agro.uba.ar/carreras/floricultura.
O pueden contactarse con la Cátedra de Floricultura: Habana 3870, CABA. Tel: 5237-1001/2.
E-mail: ca-flori@agro.uba.ar.
Facebook: www.facebook.com/tecnicoenfloricultura.

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