El valor de la palabra

En la escuela N° 23 Alfredo R. Bufano, que funciona en la calle General Manuel A. Rodríguez 2332, del barrio de La Paternal, se realizó la celebración anual en honor de su patrono.
En la oportunidad, y según nos informó la directora, Alicia Adrover, se mostró “cómo los chicos de los distintos grados o ciclos trabajaron durante el año en el proyecto de la escuela, que tiene que ver con lectura, comprensión y escritura”.
Dijo también que el mensaje que se quiso “llevar a la comunidad fue el del valor de la palabra, que reside en la búsqueda permanente, constante e inagotable del diálogo”.
Las palabras de apertura estuvieron a cargo de la docente Laura Ávalos, quien se desempeñó como coordinadora del acto. Destacó que el poeta cuyo nombre ostenta el establecimiento “descubrió  desde pequeño el simple y maravilloso secreto de la palabra, en cuyo mundo deslumbrante quedó prisionero para siempre” y que honrar su memoria “pone a la palabra en un lugar de privilegio”. 
A continuación, a los acordes de la marcha Mi bandera, de Chassaing e Imbroisi, hizo su entrada la bandera de ceremonia, portada por el alumno Mauro López y escoltada por sus compañeros Mayra Rodríguez y Alan Gerónimo, acompañados todos ellos por el profesor Diego de Castro.
Seguidamente el profesor de música Leonardo Clérici ejecutó al piano el Himno Nacional y el consagrado a Sarmiento, que fueron coreados con fervor por maestros y alumnos.
Después, la docente Susana Ceretti hizo una reseña de la vida y obra del patrono de la escuela, que así comenzó: “‘Escribo para saber de mí’, decía Juan José Saer, y para saber de sí Alfredo Bufano también debía escribir para saberse un soñador y un luchador”.
Señaló que “habiendo cursado solo hasta tercer grado se convirtió en un personaje fundamental de la cultura argentina” y que “su vida no fue fácil, y eso fue en su poesía la fuerza”.
Refirió que “al dejar la escuela por problemas económicos trabajó como aprendiz de carpintero y albañil, construyendo luego con palabras los más bellos versos” y que “poeta y autodidacta, Bufano formó parte de los círculos privilegiados de la escena cultural de la Buenos Aires de los años 20”, destacando que “fue nombrado miembro de la Academia Argentina de Letras con tan solo 29 años de edad”.
Resaltó por último que “Alfredo Bufano dedicó su vida a la escritura y a la lectura”, contribuyendo a “abrir el pensamiento con su pluma, demostrando que uno es su propia búsqueda y su propio deseo y enseñándonos que la palabra transforma, que la palabra renueva y que podemos tomar las riendas de nuestro propio destino”.
Después del retiro de la bandera de ceremonia a los sones del Saludo a la bandera, de Leopoldo Corretjer, Laura Ávalos puso de manifiesto el compromiso de la docencia con el “énfasis en aprender a pensar, en la creatividad y en el hacer, ejercitando en la convivencia cotidiana los valores del respeto, la veracidad, la solidaridad y la justicia”.
Manifestó que “por eso necesitamos pensadores críticos, niños que puedan significar, interpretar y leer la realidad y la fantasía” y comunicó que “la escuela Bufano trabaja desde el año 2013 en base a un proyecto que destaca el valor de la palabra como medio de expresión, como instrumento válido para el consenso y como herramienta para que todo ciudadano pueda hacer oír su voz”.
Anunciando la actividad que se desarrolló a continuación, dijo: “Este año cada grado tomó un abanico literario que le permitió expandir múltiples aprendizajes lectoescritores; cada página fue una escalera hacia el tesoro que encierra cada palabra: la que se dice y la que se calla, la que da y la que pide, la que emociona y la que entristece, la que destruye y la que construye”.
Lo que siguió fue un espectáculo en el que los alumnos de los distintos cursos desplegaron imaginación e ingenio en una particular representación de obras tradicionalmente consideradas clásicas de la literatura infantil y juvenil. Así desfilaron el rey Arturo con sus caballeros y el mago Merlín, los protagonistas de distintos episodios de una muy idealizada versión de Las mil y una noches (de la original, mejor no hablar), el Sandokán de Salgari y varios encantadores Pinochos de Collodi, que terminaron bailando un agitado rock and roll. Se ofreció además una versión escénica del libro Si tienes un papá mago…, de Gabriela Keselman, y finalmente los alumnos desplegaron un gran cartel con la leyenda “Más palabras de amor para un mundo mejor”.
Si bien los chicos, cada uno a su modo y según el personaje que les tocó encarnar, se desempeñaron con gracia y simpatía, cosechando el aplauso de la enternecida concurrencia, los límites de esta crónica impiden nombrarlos a todos, por lo que unificamos la mención en la persona de Facundo Faciano, de quinto grado, por su sobria y muy digna composición del señor de Camelot.
Es necesario destacar asimismo la notable y entusiasta labor de los profesores de música Ariela Godoy y el ya nombrado Clérici, así como el cordial aporte de la vicedirectora Adriana Salini para facilitar nuestra tarea.
En el cierre, la directora, dirigiéndose a los alumnos, expresó: “Chicos, actuaron muy lindo para dejarnos pensando”. A renglón seguido aludió al trabajo cotidiano en las aulas a fin de que “no se agote la palabra para resolver los conflictos y saber que mi palabra puede cambiarles el mundo a mis compañeros”.
Y agregó: “Mi tarea para los adultos es decirles que cada final de jornada no se vayan a descansar sin haber pensado ‘qué palabras de amor tuve hoy para mis hijos’, y recuerden que desde las palabras de ustedes pueden cambiarles el mundo a esos niños que son el futuro de nuestra patria”.
A su vez el supervisor del distrito escolar 14, Gustavo Senn, adhirió a los conceptos de la directora y consideró: “También es bueno, cuando traemos a nuestros hijos a la escuela, darles esas palabras mágicas que en realidad no lo son; esas palabras sinceras y sentidas que surgen del corazón, para alegrar el de nuestros hijos y permitirles soñar”.
Remarcó que “todavía es posible soñar, y no solo es posible sino que tenemos que aferrarnos a sueños mejores, porque la  realidad podrá modificarse si nos aseguramos tener los más lindos sueños estando despiertos”.
Instó a “tomar cada día un sueño, asirlo firmemente y retenerlo hasta que se convierta en realidad” y a que “ese sueño esté motorizado por el amor, porque es seguro que esa realidad que van a empezar a vivir va a ser una realidad mejor”.
Y exhortó: “Sigamos buscando la felicidad porque nos la merecemos, y creo que la vamos a encontrar o nos vamos a reencontrar con ella”.
Por último, invitó a brindar “el aplauso final a los autores de la alegría y la felicidad de todos los días, que son los chicos del jardín y de la primaria”, así como “al cuerpo docente y a los auxiliares, que son los que hacen todos los días la escuela 23 Alfredo Bufano”.
Nos retiramos pensando en el poema Bajo palabra, de Roberto Díaz, del que ofrecemos un fragmento:
“Una buena palabra / es una novia que siempre nos espera. // No importa que ya sea de noche / y no podamos hallar / el portal de la casa. // La palabra tiene la llave / y sueña con el amor y la tibieza”.