Durísimo documento de la CORREPI
- Escrito por Victor Pais
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En las últimas horas de ayer, y con el título “La aparición de Luciano es fruto de la lucha popular”, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) emitió un durísimo comunicado en el que cuestiona la tesis del accidente de tránsito y manifiesta que desde 1983 murieron más de 4.200 jóvenes víctimas del gatillo fácil y de la tortura en centros de detención.
Horas antes, más precisamente a las 17, el presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Horacio Verbitsky, había informado, en conferencia de prensa ofrecida en la sede de ese organismo, que se había encontrado el cuerpo del joven Arruga en el cementerio de la Chacarita, donde estaba enterrado como N.N.
En la página web del CELS puede leerse que “según consta en la causa judicial, la noche de su desaparición Luciano fue impactado por un auto en la avenida General Paz y Emilio Castro”, que “fue trasladado por una ambulancia del SAME al hospital Santojanni donde lo operaron” y que falleció a las 8 de la mañana del 1 de febrero de 2009.
Refiere seguidamente que “el cruce de información que permitió encontrar el cuerpo del joven se hizo cinco años y ocho meses después de que la familia comenzara a buscarlo” y que “durante todo este tiempo, sus familiares fueron maltratados y desatendidos por la justicia de la provincia de Buenos Aires”.
Subraya en ese sentido que “desde el momento en que Luciano fue visto por última vez múltiples instituciones del Estado intervinieron” y que ninguna de ellas buscó al joven “ni se ocupó de investigar con seriedad para encontrar una respuesta”.
El cuento del accidente de tránsito
Para la CORREPI, “no sorprende la cantidad de años que pasaron desde su desaparición” y “tampoco sorprende que nos cuenten el cuento del accidente de tránsito o nos quieran convencer de que, si estuvo casi seis años enterrado como NN en un cementerio público, tras haber pasado por un hospital público y con la bendición de un juez nacional que archivó la causa, fue por ‘errores administrativos’ o ‘irregularidades’”.
Y prosigue: “Sabemos que a Luciano la policía lo tenía marcado desde hacía tiempo, que lo venía hostigando para que saliera a robar y que él se negaba. Que se lo llevaban detenido para torturarlo por su negativa a agachar la cabeza. Esa realidad es la misma que viven miles de pibes todos los días en los barrios: una realidad que desde 1983 hasta hoy se cobró más de 4.200 vidas de pibes a través del gatillo fácil y las torturas en lugares de detención. Entre ellos, más de 200 están desaparecidos. Luciano es uno de ellos”.
Precisa luego: “De esos más de 200 desaparecidos, pocos lograron, como Luciano, trasponer el cerco mediático. En todos los casos fue gracias a la lucha de las organizaciones populares. Haber encontrado el cuerpo de Luciano también es una victoria de la lucha popular”.
Enumera a continuación una escalofriante serie de hechos similares: “Nada de lo sucedido nos sorprende, porque pasaron diecisiete años antes de que la instalación de cloacas en los suburbios de un pueblo cordobés descubriera el cuerpito de Alejandro Flores, el nene de cinco años atropellado por un patrullero y enterrado por los policías. Porque a Emilio Blanco, de diecisiete años, lo mataron a golpes y con la ‘bolsita’ en la comisaría de Chascomús en 1997, y tiraron el cuerpo a las vías para que pareciera un accidente, o porque unos años antes, en Salta, el platense Diego Rodríguez Laguens murió en la tortura en la comisaría, y los policías lo arrojaron en la ruta para que los camiones le pasaran por encima. Después, lo enterraron como NN, igual que a Facundo Rivera Alegre, ‘el rubio del Pasaje’, desaparecido en Córdoba en 2012, hasta que se encontró lo que quedaba de él en la sala crematoria del cementerio de San Vicente. Porque seguimos buscando a Daniel Solano, a Julio López, a Iván Torres, a Marita Verón, a Martín Basualdo, a Diego Duarte, a centenares más y, desde hace una semana, a Lucas Fernando Díaz” [se trata del joven visto por última vez en la intersección de las avenidas San Martín y Juan B. Justo, de La Paternal],
Por último, reflexiona: “En cualquier sociedad donde reinen el privilegio y la desigualdad es necesaria la represión. En cualquier sociedad con ricos y pobres es necesario que haya un opresor y un oprimido. Y en cualquier sociedad que se sostenga de este modo será igualmente necesaria la organización y la lucha popular, para que no haya más pibes como Luciano y para seguir peleando por los doscientos desaparecidos en democracia”.