Edición impresa junio 2010
EDITORIAL
Faenas

Por Haydée Breslav
Los hospitales porteños son todavía un baluarte fundamental para toda la Argentina. La cantidad de pacientes que se atiende en ellos excede largamente el número de habitantes que registra nuestra urbe. Pero como pone de manifiesto un informe que publica como nota de tapa la última edición de La Justa, periódico de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, lo mejor, en materia de salud pública, dista muchísimo de ser bueno.
Resultan moneda corriente los suplicios para conseguir un turno, tanto sea para una consulta como para un estudio. También, los plazos largos de esos turnos, sobre todo cuando se trata de ponerle fecha a una intervención quirúrgica. Además, es pan de todos los días la falta de insumos y de medicamentos, con todo lo que eso conlleva para los pacientes que padecen patologías crónicas. Y, desde luego, la escasez de aparatología y la falta de renovación tecnológica así como el deterioro edilicio y la falta de higiene de los establecimientos.
A la vista de los resultados, y ya con casi dos años y medio de gestión en la mochila, el macrismo ha dado bastantes pruebas de no tener el mínimo interés en revertir el proceso de degradación sistemático y permanente que afecta a los hospitales desde hace décadas. Todas las insuficiencias estructurales se agravan ante la demanda cada vez mayor y la falta de respuestas adecuadas por parte del Estado.
Lamentablemente, el panorama descripto guarda consonancia con lo que ocurre en casi todo el resto el país, donde la realidad es aún mucho más precaria, razón por las cuales tantas personas se ven obligadas a invertir tiempo y dinero en un viaje a Buenos Aires para echar las últimas cartas de su esperanza de solucionar, o al menos aliviar, una enfermedad.
Como con todo lo demás, para los problemas de la salud pública en la ciudad, sólo puede comenzar a avizorarse una solución en tanto y en cuanto haya un proyecto nacional que los contemple y los encare. En cuanto a eso, tenemos una faena como argentinos y es la de darle a ese proyecto un cauce concreto. Pero como porteños tenemos otra que va tomada de la mano de la anterior y que es su necesario complemento: ser capaces de suministrarnos un gobierno local íntegro, que se reconozca como parte de un país y de su destino, y para el cual la ciudad no sea simplemente una fuente de negocios.

