Edición impresa enero 2010

OPINIÓN

Y así nació esta escuela

Por Haydée Breslav

La cultura, entre otras cosas, es memoria. Así lo entienden al menos los pueblos que se empeñan en defender y preservar su patrimonio histórico y cultural, y en mantener la vigencia de sus manifestaciones literarias y artísticas, en el conocimiento de que, además de su función en la formación estética, constituyen poderosos elementos aglutinantes y caracterizadores.

No sucede lo mismo en Buenos Aires, donde la desidia, el vandalismo, el tráfico de obras y el negocio inmobiliario interactúan para destruir el patrimonio tangible, que del intangible se encargan la desmemoria y la ignorancia, estimuladas por negocios de otro tipo.
Así, cuando a partir de la década del 60, y como consecuencia de un pretendido cambio de gustos en la población –promovido e impulsado por la gran industria discográfica– comenzaron a desaparecer las orquestas típicas, vastos sectores de esa población iniciaron alegremente el proceso –que continuaron las siguientes generaciones– de echar al olvido las expresiones del principal componente de la cultura porteña, incluyendo las correspondientes a la etapa de mayor esplendor del género en lo que a despliegue instrumental y creación musical y poética se refiere.
Para ello contaron con la pasiva actitud de los funcionarios de turno y con la activa participación de la industria, como en el conocido caso del cubano–norteamericano Ricardo Mejía, a quien la R.C.A. Victor puso al frente de su filial local, y que no dudó en destruir las matrices de las grabaciones de la orquesta de Alfredo Gobbi –considerada una de las mejores de todos los tiempos– y de otros grandes maestros, para reutilizar ese material en los discos de Palito Ortega y otros “artistas” similares.
Así las cosas, cuando hace algunos años los músicos jóvenes, acaso en busca de formas de expresión identitarias, empezaron a acercarse al tango, les resultó muy difícil encontrar quién pudiera transmitirles la manera de interpretar los estilos de los grandes maestros del género. Esto sucedió en la cuna del tango, después de décadas de gobiernos nacionales y municipales que, desde distintas posturas ideológicas, coincidieron en proclamar a la defensa y promoción de la cultura como uno de sus objetivos prioritarios.
En estas circunstancias surgió la Orquesta Escuela de Tango.