Noviembre 2011
EDITORIAL
Realidad y relato
Por Víctor Pais

Muchos políticos suelen suponer que un contundente respaldo de las urnas los habilita a renovar impunemente sus embustes. Que pueden presentar nuevas medidas como si fueran las valoradas perlas de la defensa de los más caros intereses populares y no como la consecuencia de las necesidades que urgen a los intereses monopólicos con los que están consustanciados.
Es así como las tensiones por la intervención del Estado en el mercado cambiario son, en el amañado relato kirchnerista, el producto de la voluntad política inquebrantable que nuestro gobierno pone en defender la moneda nacional. El argumento se cae tanto por lo que viene sucediendo en el período que comenzó con Néstor Kirchner en 2003 como por lo que podemos prever que va a depararnos el futuro.
Si miramos para atrás, lo que encontramos es, con idas y vueltas, la tendencia de nuestra moneda a depreciarse. Y una depreciación con respecto al costo de la canasta básica alimentaria mayor aun que la registrada con respecto a la divisa norteamericana, pues también esta última, aunque en menor escala, ha sufrido los embates de la devaluación.
Si miramos para adelante, vemos que esta supuesta y tardía “defensa de la moneda nacional” no afecta en absoluto a los grandes especuladores, no frena la fuga de capitales y resulta sólo un pequeño cosquilleo al implacable proceso de descapitalización del Estado argentino. Nos quieren hacer creer que meten la cuchara en la fuente donde se encuentra el manjar que será servido como plato principal, cuando sólo introducen una cucharita en el pocillo de café en el que abreva la gran masa de pequeños ahorristas.
Resulta obvio que grandes sectores del pueblo intuyen que se avecinan situaciones de mucha inestabilidad. Eso explica que el mismo elector que le ha dado su voto a Cristina se vuelque a cambiar sus pocos pesos por dólares y no confíe en los funcionarios que afirman que la moneda nacional es una divisa segura.

