Edición impresa marzo 2010
ECOS DE LAS TORMENTAS DE FEBRERO
...Y más acá la inundación

Por Haydée Breslav
“Tango de aquel Maldonado / con menos agua que barro…”. Los precisos versos de Borges (pertenecientes a Alguien le dice al tango, con música de Astor Piazzolla) poca gracia pueden hacer a los sufridos habitantes de la ciudad de Buenos Aires alcanzados por las inundaciones de la tercera semana de febrero último. Lo que sigue es una crónica de los anegamientos y sus secuelas, que incluye testimonios de damnificados y sendas entrevistas a los titulares de los centros de gestión y participación comunal 11 y 15.
Los barrios de La Paternal y de Villa Mitre estuvieron entre los más afectados a consecuencia de las fuertes lluvias caídas el 14 y el 19 de febrero últimos, y los subsiguientes cortes de energía. En ambas ocasiones, el desborde del arroyo Maldonado determinó que las zonas más castigadas fueran las ubicadas sobre el cauce y las márgenes de ese curso de agua, y sus alrededores.
De ahí que en La Paternal esas zonas correspondieran a la avenida Juan B. Justo y, principalmente, a las calles Tres Arroyos, Cucha Cucha, Manuel Rodríguez y Paysandú, que se hicieron intransitables. En Villa Mitre el agua ingresó en el hospital Lagleyze, que al cierre de esta edición había sido cerrado “preventivamente” por el Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad.
El anegamiento de distintas calles de La Paternal dio lugar a que varias líneas de colectivos desviaran su recorrido para circular por la avenida Honorio Pueyrredón, lo que provocó un caos de tránsito y un importante embotellamiento en la intersección de esa avenida con la de Juan B. Justo.
Asimismo, al estar cubiertas las veredas, los vehículos que pasaban a cierta velocidad “hacían olas” que empujaban el agua dentro de locales y viviendas; esto se vio acentuado por la lentitud en el escurrimiento, que demoró mucho más que otras veces.
A las inundaciones sucedieron los cortes de energía, tan continuos como prolongados, que llegaron a extenderse por dos días y medio; en La Paternal abarcaron, sobre todo, un amplio sector alrededor del tramo de la avenida Juan B. Justo comprendido entre las de Donato Álvarez y Honorio Pueyrredón.
Ante esa circunstancia, el sábado 20 los vecinos protestaron con cortes de calles, fogatas y cacerolazos, que tuvieron lugar en las intersecciones de la avenida Juan B. Justo con la de San Martín y con las calles Cucha Cucha y Manuel Rodríguez; en la primera, los manifestantes utilizaron las vallas destinadas al corso barrial. También se realizó una protesta similar en la esquina de las avenidas Nazca y Álvarez Jonte, de Villa del Parque. Si bien la principal consigna fue “queremos la luz”, las iras vecinales también se dirigieron a los titulares de los Ejecutivos nacional y porteño.
Hablan los damnificados
Isabel Espínola tiene un negocio de bar y rotisería en la avenida Juan B. Justo al 3400, y así relata su experiencia: “El primer día entraron entre 80 y 90 centímetros de agua, que alcanzaron los motores de las heladeras; flotaban los cajones de gaseosas y de cerveza, y era impresionante la basura que entraba de la calle. El agua avanzaba, y no se sabía qué hacer, ni a quién recurrir; la sensación de impotencia era muy grande, y la desesperación también”.
Y prosigue: “Ese día me tuve que quedar hasta que bajó toda el agua, era como la una y media de la mañana; al otro día comprobé que la suciedad que había quedado adentro había tapado todos los desagües y cañerías. Y no sólo eso: estuvimos 36 horas sin luz, así que no pudimos trabajar, se echó a perder la mercadería y la tuve que tirar”.
Esa situación se repitió a los pocos días: “Cuando volvió a inundarse, el agua entró nuevamente en los motores de las heladeras y quemó dos, el de la exhibidora y el de la heladera mostrador. También estuvimos sin luz, esta vez más horas, recién la dieron como a las tres de la mañana del domingo, y parece que el problema era nada más que un tapón que tenían que cambiar”.
Sin embargo, las dificultades no cesaron. Continúa Espínola: “Después había baja tensión y no podíamos utilizar los artefactos, como el microondas; y en la semana volvieron a cortar la luz dos veces, entre las diez de la mañana y las siete de la tarde, que es el horario en que más se trabaja. Pero en el barrio varias personas resultaron mucho más perjudicadas que yo”.
En ese sentido, expresa: “La gente está indignada porque al no trabajar tantos días siente que la come el gasto; es que además de la pérdida de materiales y de mercadería, los gastos, como el de alquiler o el de personal, siguen corriendo igual”. Y protesta: “Somos laburantes, nos esforzamos por salir adelante y lo que tenemos nos costó mucho sacrificio; de repente, una cosa así te tira para atrás. Uno da dos o tres pasos para adelante y diez para atrás”.
“Estamos pagando el ABL: alumbrado que no funciona, barrido que no hacen y limpieza que no hay”, ironiza Fabián Castillo, presidente del Centro Comercial de la Avenida San Martín y coordinador del sistema de emergencia creado por la Federación de Industria y Comercio de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba). Castillo considera que los subsidios ofrecidos por el Gobierno de la Ciudad son insuficientes: “Mis dos negocios y mi casa resultaron afectados con más de 50 centímetros dentro de los locales; terminé con una vidriera rota, la mercadería estropeada, y con esos 8000 pesos no logro cubrir ni el 20% de lo que se perdió; sin hablar del lucro cesante; estuvimos una semana sin luz, todavía no tengo teléfono…”.
CARLOS GUZZINI, DIRECTOR DEL CENTRO DE GESTIÓN Y PARTICIPACIÓN COMUNAL 11
“Se trató de una catástrofe natural”
–¿Qué zonas de la comuna han resultado más afectadas?
–Fundamentalmente, las más próximas a la avenida Juan B. Justo por el desborde del Maldonado; asimismo, la inundación afectó mucho a Villa Devoto, que se anegó casi en su totalidad; después hubo sectores aislados, donde la acumulación de agua se produjo por desniveles de la calzada: esto ocurrió en Santa Rita y en Villa del Parque.
–¿Qué actividades ha desarrollado el CGP al respecto?
–En este momento estamos trabajando muy intensamente en recibir los pedidos de subsidios. Hasta ayer [por el 24 de febrero] teníamos poco más de 300, pero mucha más gente ha venido a buscar solicitudes. La gente de Mesa de Entradas está desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche tratando de solucionar los problemas de los vecinos lo más rápidamente posible. He tenido una excelente respuesta por parte de todo el personal del CGP, que ha entendido la emergencia; hemos tenido corte de luz y trabajamos igual, alumbrándonos con velas y escribiendo a mano.
–¿Qué otras funciones ha cumplido el CGP en la circunstancia?
–En estos momentos la función consiste también en orientar a los vecinos; en casos de pérdidas por cortes de luz, por ejemplo, pueden utilizar el Servicio de Defensa del Consumidor que funciona en el CGP y pertenece a nuestro equipo de Atención Ciudadana.
–¿Han trabajado también en la calle?
–Nosotros tenemos una cuadrilla de mantenimiento menor, que no tiene demasiados elementos, pero igual estábamos atentos a cosas como la caída de ramas, la limpieza de algún sumidero… En algunos lugares mandé gente para ordenar un poco el tránsito.
–¿Qué incidencia tuvieron los sumideros en las inundaciones?
–El grave problema fue la gran cantidad de agua que cayó sobre una ciudad que no está preparada para absorberla, y no los sumideros; si en la primera inundación estuvieron tapados, eso se debió a que la lluvia cayó momentos después de que los vecinos sacáramos la basura, que fue arrastrada por la correntada, desarmando las bolsas. Admito que los sumideros podrían estar más limpios, todo es perfectible, pero no fueron la principal causa de los anegamientos; es difícil creer que un sumidero haya generado semejante inundación.
–En su opinión, ¿qué fue lo que la generó?
–La ciudad está preparada para recibir 35 milímetros de agua, y primero cayeron casi 90, y después 70, o sea que estaba saturada; se trató de una catástrofe natural, pero de todos modos desde el Gobierno de la Ciudad estamos trabajando en la obra del Maldonado con la tunelera; me gustaría que todos pudieran conocerla y ver lo que se está haciendo por debajo de la Juan B. Justo.
–Por último, ¿qué puede decirnos sobre los cortes de luz?
–En realidad, fue lo que más bronca y malestar provocó, porque la inundación vino y al rato se fue, pero a causa de los cortes de luz en muchos lugares no subía el agua, no funcionaban los ascensores… He visto gente muy angustiada por haber perdido medicamentos muy caros al haberse cortado la cadena de frío.
–¿A qué los atribuye?
–Ayer ocho manzanas quedaron sin luz por la explosión de una cámara en Desaguadero y Cantilo; fui a ver y comprobé cómo entraba el agua por arriba y por los costados. No soy técnico, pero me parece que eso habla de falta de mantenimiento, que se podría haber evitado con una buena aislación, y que Edesur tiene su responsabilidad; lo digo como un vecino más. No creo que la empresa no quiera darles la luz a los clientes –la quiere dar y la quiere cobrar– pero podría haber trabajado mejor.
IGNACIO CREVENA, DIRECTOR DEL CENTRO DE GESTIÓN Y PARTICIPACIÓN COMUNAL 15
“Las obras se están haciendo”
–¿Qué funciones está cumpliendo el CGP 15 con relación a las inundaciones?
–Todos estos días nos estuvimos dedicando a la recepción de los trámites de subsidios. Ésta es una zona que, por estar atravesada por el Maldonado, ha tenido una incidencia de afectación por inundación superior a otras; esto, sumado a que nuestro CGP es muy conocido en el sentido de que la gente lo utiliza mucho para sus trámites, hizo que tuviéramos una demanda un poco superior al promedio.
–¿Dificultó eso la atención?
–Al principio tuvimos un poco de cuello de botella, pero ahora el movimiento es bastante más fluido: entre todos los días en que se hicieron los trámites, hemos recibido aproximadamente mil reclamos de subsidios. Básicamente tienen que ver con autos e inmuebles, y no tanto con comercios; diría que un 85% o un 90% corresponden a vehículos y viviendas.
–¿Cuáles han sido los sectores más afectados?
–Todos los comprendidos entre dos calles hacia un lado y el otro del Maldonado. Tuvimos dos inundaciones distintas: la primera, de mucha lluvia con sudestada; la segunda, de lluvia intensa, donde el mayor problema fue que el Maldonado venía cargado por las precipitaciones en la provincia de Buenos Aires. Como no hubo alerta meteorológica, la primera tomó un poco de sorpresa a todo el mundo y obviamente no se habían preparado los esquemas de emergencia. En el segundo caso sí estuvo el alerta, y dio tiempo a que todos esos esquemas se hicieran; la segunda inundación nos encontró a todos trabajando.
–¿En qué consistieron esos trabajos?
–Lo que hicimos fue salir a recorrer, a cortar calles, a derivar el tránsito, a tratar de que la gente colaborara, sobre todo no haciendo olas, cosa difícil, porque los coches y colectivos igual avanzaban, de modo que varias calles de Villa Crespo y de Paternal se cortaron para evitar la circulación por lugares inundados y sobre todo para no afectar más aún a los residentes en calles anegadas. Por suerte, no hubo accidentes.
–¿Por qué cree usted que las inundaciones alcanzaron tanta magnitud?
–Esto es un cataclismo climático, y más allá de todo lo que se diga desde la política, que obviamente siempre está teñido de cuestiones partidarias, la ciudad no está preparada para lluvias de este tipo. Pero los trabajos se están haciendo, llevó mucho tiempo la preparación jurídica del proceso de licitación; se trata de una obra faraónica en términos de inversión pública.
–¿Se refiere a la tuneladora?
–Exactamente; no sé hasta qué calle llegan las obras en este momento, pero sí sé que para mediados del año que viene está prevista la finalización del primer canal aliviador, que llega hasta Niceto Vega, y va a evitar la inundación sobre Palermo y Pacífico. Tengo entendido que la terminación del resto del trabajo, que llega hasta la calle Cuenca y comprende a Villa Crespo, Paternal y Villa del Parque, está prevista para finales del 2012, y es de esperar que, más allá del signo político que gane en el 2011, estas obras sean vistas como una inversión de Estado, y se continúen haciendo de la misma manera.
–¿Qué puede responder a las objeciones que se han hecho a la obra desde el punto de vista técnico?
–No soy un especialista y no sé si el proyecto de los canales aliviadores del Maldonado es técnicamente irrefutable, pero puedo decir que ha insumido muchísimo tiempo de estudio y de consultas a expertos, y que, más allá de banderías políticas, oportunamente todos estuvieron de acuerdo en que era el mejor proyecto.
–Pasando a otro tema, ¿por qué cree que los cortes de luz fueron tan frecuentes y prolongados?
–Creo que hay cortes, digamos, preventivos, pero me parece que en la mayoría de los casos se producen porque se dañan instalaciones vetustas o desactualizadas, y después no las pueden arreglar. Conocimientos técnicos para hacerlo tienen que tener, lo que no tienen las empresas es stock de materiales, y está claro que no están preparadas para una emergencia.
–¿De quién es la responsabilidad de este estado de cosas?
–Lo primero que uno tiende a pensar es que las empresas no hacen las inversiones que corresponde; hay que ver hasta qué punto eso es cierto y hasta qué punto es cierto también lo que esas empresas vienen diciendo, en el sentido de que las tarifas que cobran no les permiten hacer acumulado de materiales. Las facturas y el Gobierno dicen que esas tarifas están subsidiadas, pero indudablemente algo ocurre: o el subsidio es insuficiente, o no lo usan para lo que lo tienen que usar. Cabe preguntarse cómo se manejan las empresas y quién las controla: ése es el punto.

