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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 24 de diciembre de  2025

Edición impresa octubre 2010

EDITORIAL

Juegos y contrajuegos

 

Por Víctor Pais

La agudización de las disputas entre las grandes potencias y los grandes monopolios, tanto por hacer predominar su influencia en los territorios de los países que oprimen como por conquistar mercados, está a la orden del día: el reciente episodio de Ecuador así lo evidencia. Con sus particularidades locales, configuradas en un tablero de ajedrez donde la demagogia se sitúa en los casilleros centrales, en nuestro país, la virulencia que está adquiriendo la lucha por el control de todo el sistema comunicacional resulta, en esencia, una expresión del mismo fenómeno.

Asumir la necesidad de ciertas tareas que tengan consecuencias favorables para nuestro destino como nación es una situación que debe encontrarnos bien alertas: los múltiples juegos de las falsas antinomias en las que nos quieren embretar una u otra facción de quienes encarnan el colonialismo político y cultural en nuestra patria se convierten en una triquiñuela fundamental para que no pensemos ni diseñemos nuestra propia agenda de prioridades. Y también para que terminemos siendo parte de una tropa que combate por objetivos ajenos a sus propios intereses.
Grupos como Clarín o como el que a pasos acelerados está logrando conformar el Gobierno K con sus amigos empresarios, como los accionistas de las telefónicas, Spolsky, Gvirtz o Hadad, por nombrar algunos, disputan entre sí desde su holgada situación de poderosos propietarios de innumerables bienes para ver quién se queda con la mayor parte de la torta mediática. La encarnizada puja puede repetirse y ampliarse en varias esferas de recursos de la fructuosa Argentina.
Entre tanto, podemos avizorar que guardan una estrecha relación las definiciones presupuestarias del Gobierno nacional para 2011 con el perfil de las fuerzas populares que, recientemente, han decidido castigar la política oficial con un mazazo en un frente sensible: el sindical. Esos miles de compatriotas que votaron en las elecciones internas de una organización donde el peso de los trabajadores de la educación y la salud resulta decisivo: la Central de Trabajadores de Argentina (CTA). Porque, ¡oh casualidad!, una de las definiciones de la política kirchnerista con respecto a dicho presupuesto fue asignar porcentajes altísimos al pago de la ilegítima y fraudulenta deuda externa en desmedro de (precisamente) las áreas de salud y educación, a las cuales se les asignaron porcentajes que representan cifras que se encuentran varias veces por debajo de lo que se embolsarán los usureros de afuera y de adentro.
Continuidad a rajatabla con la entrega de nuestro patrimonio y con los aspectos cruciales de una política que viene desde hace décadas, el kirchnerismo es también el fuego de artificio de sus discursos contra el mismo mal que promueve: el de la concentración económica. Pero, afortunadamente, un fuego de artificio con el que cada vez parecen ser menos los que se encandilan.
Tal vez venga al caso, como broche de estas breves líneas, recordar una vez más un pensamiento de Mariano Moreno: “La verdad, como la virtud, tienen en sí mismas su más incontestable apología: a fuerza de discutirlas y ventilarlas aparecen en todo su esplendor y brillo”.

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