Edición impresa julio 2010
ROBERTO DÍAZ OPINA SOBRE LOS ALCANCES DE UNA NUEVA LEY
Tango en las escuelas

El 15 de junio la Legislatura de la Ciudad aprobó la incorporación del tango como materia obligatoria en el nivel inicial y primario de la enseñanza porteña. Seguidamente de una breve introducción que contiene datos sobre el proyecto, ofrecemos la opinión del poeta Roberto Díaz.
El 15 de junio se realizó en la Legislatura de la Ciudad una reunión para celebrar la aprobación, por parte del cuerpo, de un proyecto en virtud del cual se incorpora “la enseñanza del tango en el diseño curricular de nivel inicial y primario de la enseñanza en la Ciudad”. El proyecto fue presentado por el diputado Raúl Puy y elaborado por Claudio Tagini, quien pertenece a una tradicional familia tanguera: a su padre, Armando Tagini, se deben los versos de La gayola y de Marioneta, entre otros tangos memorables. El hecho ha inspirado al poeta Roberto Díaz, cuya obra autoral en lo que al género se refiere es reconocida como una de las más significativas de la actualidad, las siguientes reflexiones:
“Pocos días atrás, en la Legislatura porteña, se llevó a cabo un acto de importancia. Se abogó por la enseñanza del tango en las escuelas, una vieja aspiración de gente inquieta que trabajó en este proyecto con mucho esfuerzo y mucha tenacidad.
Poner el tango como enseñanza obligatoria nos parece una buena idea, a pesar de que no siempre las cosas impuestas logran buenos resultados. Nos parece que está bien hacer el intento, pero seguramente esto tendrá que ir acompañado de otras acciones como, por ejemplo, difundir el género muchísimo más de lo que ahora se hace y conseguir que los medios televisivos incluyan en su programación esta música que nos identifica en el mundo como una suerte de patente, de sello indeleble del país.
De nada servirá introducir compulsivamente el tango en las escuelas si no lo rodeamos con una difusión interesante. Por ahora, esto no es así. La mayoría de las radios transmiten programas (por otra parte, deleznables) en manos de gente tonta que se la pasa haciendo chistes de pésimo gusto y difundiendo algo que llaman música, pero que, en verdad, dudamos de que esos engendros puedan ser transcriptos a una partitura.
Mientras las radios no cambien la programación, no levanten la puntería en el aspecto cultural y no le den cabida, en serio, a la música nacional, es totalmente ineficaz que se enseñe tango en las escuelas.
Apliquemos la lógica y el sentido común: ¿De qué sirve que a los jóvenes les enseñen la historia, la poesía y la música del tango si no logran escucharlo con asiduidad? Si la juventud sigue aferrada a otros ritmos, por los motivos que sean (creemos que es por un proceso de decadencia y vaciamiento cultural, por una caída abrupta de nuestro sentido de pertenencia, por ignorancia y por una machacona difusión), es imposible conseguir la toma de conciencia necesaria que cambie las preferencias.
El tango necesita ser escuchado como en otras épocas; dándole cabida a las nuevas expresiones del género. Hay un sinfín de músicos jóvenes y talentosos, hay una cantidad de autores también jóvenes trabajando en el mismo y hay escuelas de danza hasta entre los esquimales.
Ahora, si los difusores siguen siendo estos mediocres que se quedaron en el tiempo o creemos que tango es lo que cantan Calamaro o el ubicuo Gieco, estamos fritos. Si en cada festival que lleva el sello oficial contratamos para cantar tango a figuras del rock nacional o a los acomodados de turno, estamos fritos.
Lo que queremos decir es que esta medida del tango en las escuelas no basta. Es insuficiente. Hay que ir por más. E ir por más es conseguir, definitivamente, que el género se imponga en el gusto de la gente, luego de hacerlo difundir como corresponde. Otra cosa es, simplemente, declamatoria y ‘pur la galerie’”.

