Edición impresa noviembre 2009
UN ESPECTÁCULO DE NIVEL POCO FRECUENTE
Así se baila el tango
Por Haydée Breslav
Un espectáculo coreográfico que recrea la historia de Buenos Aires y de su música popular se presentó con gran y merecido éxito en el Espacio Cultural Carlos Gardel.
Con el auspicio del Ministerio de Cultura de la Ciudad y del Centro de Gestión y Participación Comunal 15, el grupo Proyecto Tango presentó en el Espacio Cultural Carlos Gardel, el 22 de octubre último, el espectáculo coreográfico Ayer y hoy del 2 x 4, con idea y dirección de Anahí Aquino y Miguel Ángel Luccardi.
La propuesta se desarrolla a través de una serie de cuadros que ilustran sendos episodios de la historia de Buenos Aires y de su música. Al principio, una voz en off alude a la violencia, por lo que no es casual que el espectáculo abra con una versión de La refalosa, si bien los ingenuos versos cantados en la ocasión no revelan el horrible origen de la danza, que se encuentra (¡oh, sí!) en los pasos que daban los desdichados a quienes los mazorqueros soltaban después de haberlos degollado (“[…] entonces lo desatamos / y soltamos / y lo sabemos parar / para verlo refalar / ¡en la sangre!” Hilario Ascasubi, La refalosa).
En cuanto al tango, su origen (por cierto mucho más afortunado) es resuelto mediante una lograda síntesis donde se representa a los tres sectores marginales –gaucho, negro, inmigrante– cuyos aportes confluyeron en el nacimiento del género.
No es frecuente, en estos momentos, presenciar un espectáculo de tanta dignidad, cuyas coreografías rescatan y continúan las grandes tradiciones tangueras; merecen destacarse en este sentido las versiones del tango de la Guardia Vieja y del tango en París, esta última sobre Anclao en París por Gardel, lo que suma otro acierto.
Merece destacarse también, para ilustrar la secuencia del club de barrio, la elección de Alberto Castillo, quien supo conquistar a multitudes que incluían también a las familias del interior llegadas a la Capital con las grandes migraciones internas de las décadas del 40 y 50.
Y la insoslayable evocación de los programas radiales con orquestas en vivo contó con la intervención de Ernesto Ciliberti, quien personificó al animador del mítico programa El Glostora Tango Club y, en un tramo posterior, a un conocido presentador de la televisión.
En cuanto al elenco, todos los integrantes demostraron apreciable nivel: podemos mencionar, de entre ellos, la destreza de Ezequiel Miño –no cualquiera zapatea con botas de potro–; la grácil silueta y el dramatismo de Anahí Aquino; la plasticidad y elegancia de Fabiana Linares; y la marcada presencia tanguera de Marcelo Cisneros, capaz de la expresión más sobria y de la más compadre. Se advierte la precisa conducción de Luccardi quien, a contramano de tendencias efectistas en boga, se empeña en permanecer fiel a la esencia porteña y popular.
Cabe consignar que, a pesar del gran profesionalismo expuesto, todos los integrantes del elenco –incluyendo al director– viven de otra cosa, lo que constituye una nueva prueba del reconocimiento que otorga nuestra sociedad actual a los trabajadores de la cultura.
Contribuyó al lucimiento del espectáculo el vestuarista, cuyo nombre no figura en el programa, y Alejandra Krupelis, de eficiente desempeño en la asistencia de producción.
Dejamos para el final la actuación de Martín Rodríguez, a quien una extrema modestia le impide asumirse como cantor, pese a revelar no pocas condiciones: buena voz, ajustada interpretación, personal fraseo… y le physique du role.