Carrefour, Easy y la amenaza de las torres en el trasfondo

Por
Pompeyo Ramos Marrau*
Las dos grandes superficies comerciales instaladas y consolidadas en el predio del ex albergue Warnes no han tenido un impacto destructor del entorno como ocurre en otros emplazamientos. Lo habitual es, por un lado, generar una convocatoria masificada para el consumo de larga permanencia golpeando la economía del comercio vecino y generando el vaciamiento de los lugares de encuentro habituales, caos en el tránsito automotor y colapso de autos en la periferia. Por otro, invitar a la construcción de edificios en altura para densificar la zona y conseguir más consumidores, aumentando la densidad poblacional y, por tanto, requiriendo mayores servicios que son utilizados de las mismas redes existentes sin que se provean nuevas que acompañen esta mayor demanda.En el caso de estos dos centros comerciales no se ven estas características porque no hay comercios cercanos. Cuentan con amplias playas de estacionamientos incorporadas al propio edificio y están emplazados sobre dos amplias arterias vinculantes. No hay residentes en las cercanías y la convocatoria no incluye ocio: cines, patios de comidas, galerías con negocios de marca, ni ofertas temáticas. El emplazamiento puede coexistir en este enclave propicio para ser parte de un importante pulmón verde de uso público y necesario para la ciudad integral.
Todo se vería francamente perjudicado y haría variar esta interpretación si se llegara a consumar la construcción de las amenazantes 11 torres en el Parque Warnes, que llevaría a roturas difíciles de tratar, golpeando a la zona con los nefastos efectos que producen los acelerados y artificiales aumentos de densidad poblacional. En el caso de que se construyan, estaríamos hablando de un escenario rupturista del espacio verde y, por tanto, de la contaminación ambiental de toda la comuna.
Lo preocupante es que, a pesar de la resistencia de los vecinos orientados por los Vecinos de la Isla de La Paternal y por la Comisión de Urbanismo y Medio Ambiente, en menor medida, el obrador está plantado desde hace año y medio, esperando que el grupo Lubrano, que aglutina a la desarrolladora Promenade y a la constructora Sadia, arregle sus finanzas y realice este urbanocidio. Sería loable que la administración de la ciudad que habilitó todo –aunque argumente que no es así porque falta presentar el certificado de impacto ambiental, que, por cierto, el conseguirlo tampoco es tan difícil dentro del marco de tantas irregularidades, excepciones y ajustes del uso del suelo– lo pare por la salud de Buenos Aires.
*Arquitecto-urbanista. Miembro del Consejo Comunal 15