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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 2 de diciembre de  2025

Octubre 2012

SE PRESENTÓ UN LIBRO EN LA ESCUELA ALFREDO BUFANO

Cosas grandes que hacen los chicos

Por Vanesa Kandel


En la Escuela Nº 23 Alfredo Bufano, ubicada en Manuel Rodríguez 2332, se presentó Cosas de chicos para leer con grandes, libro impulsado en conjunto por la Biblioteca Popular Juan M. Becciú (Pasaje Nicolás Granada 1660), la Escuela Nº 13 Provincia de Neuquén (Alte. F. J. Seguí 2580) y la institución anfitriona, en el marco de un proyecto de promoción de la lectura aprobado y subvencionado por la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares).

 

María Inés Mori y Renata Dessau, representantes de la referida biblioteca y coordinadoras del proyecto, hablaron sobre este ante decenas de alumnos. Como cierre –más que apropiado para la jornada– la narradora oral Roxana Pruzan deleitó a chicos y adultos con desopilantes cuentos de Graciela Montes y Silvia Schujer.

Cosas de chicos para leer con grandes reúne textos y dibujos de alumnos de las dos escuelas mencionadas que participaron en el Proyecto Leer por leer. Multiplicando lectores en el aula, que se desarrolló durante 2012.

Con propuestas variadas y lúdicas, que incluyeron la grabación de relatos orales y la expresión plástica, las coordinadoras compartieron con los pequeños su baúl violeta –o bibliobaúl– “lleno de cuadernos, lápices, algunas láminas… y un montón de libros”, según cuentan en la introducción. Y cada encuentro dio lugar a creaciones de los niños que quedaron plasmadas en este libro.

Recorriendo sus páginas, descubrimos que en el primer encuentro, que ocurrió en la Escuela Bufano y en el que participaron 2º y 3º grado, luego de leer el cuento “La llave de Josefina”, María Inés les ofreció a los chicos hojas en blanco que tenían una llave dibujada y les propuso “que abrieran la puerta a las palabras”. Ellos aceptaron la invitación y, con frases y con dibujos, contaron lo que vieron. Transcribimos algunos testimonios: “Entro a un helado, adentro del helado veo una cereza” (Santiago); “Entro a la computadora. Veo virus, juegos, fotos y funciones. Hace mucho calor” (Celeste); “Yo abro un mar con sirenas” (Diana).

En otro encuentro con el mismo grupo, el objeto que convocó a las musas fue el sombrero rimador, del cual cada niño sacó una palabra y luego buscó una compañera para hacerla rimar… “En la biblioteca empezaron a sonar los llamados: -¡Elefante! -gritó alguien. -¡Elegante! -contestó otro”, relata María Inés.

En el primer encuentro con 4º grado, también en la Escuela Bufano, los chicos contaron y escribieron cómo aprendieron a leer, y en sus memorias parecen confundirse sus propias letras con las voces de los otros: “…Aprendí a leer. Mi mamá me contaba y después lo repetía al cuento y así aprendí a leer un cuento solo. Y mi mamá me escuchaba y también me escuchaban todos mis primos chiquitos y los más grandes”, evoca Alan.

En el cuarto encuentro, los chicos inventaron significados para palabras “recién nacidas” que formaron uniendo las sílabas que sacaron de una “bolsa misteriosa”. Y entonces nació CUALBRIELTRUÉ (así, con tilde, por decisión de sus autores), que es, para Nazareno, “un gato montés”; para Lucas, “una garrafa sin calor”; para Mauro, “un trueno cualquiera”; para Alan, “una Ferrari que es de estreno”; para Fur, “oro en holandés”; a Sofía le “suena a perro loco sin cerebro”… y siguen las definiciones.

Finalmente, los chicos de 2º y 3º grado de la Escuela Provincia de Neuquén se encontraron con Leo, un amigo que, según afirma Renata, “se hizo fuerte nada menos que ¡leyendo!”. Al final de sus encuentros los chicos le escribieron cartitas a Leo, cartitas llenas de preguntas: “Leo, ¿qué libro tenés en la mano? ¿Te gusta leer? ¿De qué biblioteca sacás los libros?” (Marco); “¿Cómo aprendiste a leer? ¿Cómo aprendiste a ser inteligente? ¿Tiene hijos?” (Cristian); “¿Leés muchos libros? ¿De dónde venís? ¿Tenés hijos? ¿Cómo aprendiste a ser tan fuerte?” (Brisa).

La respuesta de Leo llegó también en forma de carta y es el último texto del libro. Es un poco larga, así que copiamos un pedacito que dice así: “¡Cuántas preguntas que me hacen! ¡Me gusta que sean tan curiosos! Porque la curiosidad fue la que hizo que yo quisiera leer. Y por eso me esforcé mucho, mucho, mucho hasta que aprendí y ahora sí que leo. ¡Tanto y tanto me esforcé que me crecieron todos los músculos! (…) Yo nací en el jardín invisible de la imaginación, en un rinconcito de la Argentina donde había animales, seres humanos, árboles y flores. Pero como no encontré ningún libro me fui a la Biblioteca Becciú, que me quedaba cerca, y ahí encontré un montón de libros lindísimos, interesantes, con historias de sabios, aventuras, viajes, inventos de la ciencia y… ¡de todo un poco! (…)”.

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