Diciembre 2011
EDITORIAL
Modernizaciones
Por Víctor Pais

El alto acatamiento a los paros y la masividad de las marchas resultaron una inequívoca señal: los docentes rechazaron con fuerza la pretensión del macrismo de liquidar las Juntas de Clasificación contempladas en el estatuto que rige su actividad.
El rechazo expresado por ellos tuvo su contracara en la actitud de beneplácito –o al menos contemplativa o indiferente– de buena parte de la sociedad porteña frente al proyecto oficial. Esa buena parte que, con su comportamiento electoral, ha preparado el terreno para que el Gobierno de la Ciudad se envalentone y avance con propósitos como el enunciado sin tener que dar parte al sector directamente involucrado. De haberse dado un debate como reclama la comunidad educativa, en el que fuera escuchado y tenido en cuenta su punto de vista, esos propósitos, dado el fuerte impacto negativo que producirán en la actividad docente y en la educación pública, sin duda se hubieran frustrado completamente. Pero la única y apresurada confrontación de opiniones se dio en el ámbito de la Legislatura entre los diputados que la conforman, donde, si bien el oficialismo no pudo sancionar la ley que quería, logró consensuar con otras fuerzas una norma que se arrima en considerable medida a su objetivo.
Hemos escuchado decir a muchos docentes que el sistema que fue modificado presentaba importantes deficiencias y requería ser revisado, pero, a la vez, reparaban en que el cómo, el qué y el cuándo no podían ser dictados por ningún gobierno de turno sino que debían ser elaborados y definidos a través de canales de participación propios como las asambleas distritales. Suponemos entonces que el Gobierno de la Ciudad pudo presentar su proyecto como “modernizador y antiburócrático” cabalgando sobre esas deficiencias que mucho deben tener que ver con las dificultades en las que se encuentran sumergidos los docentes en razón de la fragmentación de su universo gremial.
Empero, no deja de resultar sintomático que la supuesta voluntad de la actual gestión porteña por llevar mejoras a la vida de los maestros haya venido acompañada del uso de patotas en contra de… ¡una movilización de maestros! La lógica cierra: en el país en el que se viene haciendo doctrina de un doble discurso cada vez más descarado, la ciudad macrista, vade retro, no podía quedarse atrás.

