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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 28 de octubre de  2025
Septiembre 2011
EDITORIAL

El voto porteño

Por Víctor Pais

El comportamiento del electorado porteño en las primarias registró finalmente notorias semejanzas con el que había tenido semanas atrás en los comicios distritales.

Es cierto que, como casi en todas las provincias del país, se impuso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, pero aquí lo hizo con un porcentaje mucho menor: el equivalente al obtenido en primera vuelta por la malograda candidatura de Daniel Filmus. Si la presidenta pudo imponerse en la ciudad con ese guarismo fue porque, a diferencia de Filmus, no tuvo enfrente a una fuerza como el Pro que polarizara el voto opositor. De esta manera, el electorado porteño volvió a revelarse como uno de los menos propensos a acompañar el modelo K hasta sus últimas consecuencias.
Hay en este gesto, por un lado, un saludable componente de independencia de criterio, de no querer dejarse comer el coco por el canto de sirena de una política claramente hegemónica que no soluciona ninguno de los problemas estructurales del país sino que, más temprano que tarde, los profundiza.
Sin embargo, por otro lado, al considerar que ese voto opositor se canalizó fundamentalmente a través de candidatos tan ajenos a los verdaderos intereses de las mayorías populares, como Macri, en las distritales, y Duhalde, en las primarias, debemos concluir en que muchos de los porteños, si bien identifican superficialmente el problema, no han profundizado lo suficiente en sus causas y, por lo tanto, quedan, tal vez a su pesar, entrampados en una falsa dicotomía.
Quizá resultaría aleccionador poner énfasis en que si el kirchnerismo es hegemónico es porque hasta ahora ha demostrado eficacia en hacerle creer a buena parte de los argentinos que, si hemos salido del infierno de 2001 y si aún nos mantenemos fuera del epicentro de la crisis que azota al mundo, es en virtud de sus políticas. Sabemos que esto forma parte del “relato” y que si todavía aquí no estalló la bomba no se lo debemos a los K sino a vicisitudes que tienen que ver con el complejo proceso de las leyes de la economía mundial.
¿A qué vamos? A que no resulta simple llegar a estas conclusiones a toda aquella masa que hoy sobrevive, en frágil equilibrio, con planes o con trabajo precario y que hasta hace poco se hundía en la indigencia.
Por eso, a la hora de votar, los porteños deberían considerar estas cuestiones para no terminar encumbrando a figuras que no ofrecen nada superador al modelo K.

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