Agosto 2011
QUINCE AÑOS DE LA ASUNCIÓN DE FERNANDO DE LA RÚA EN LA CIUDAD
El primer paso de la autonomía porteña
Por Miguel Ruffo

En este agosto se cumplen quince años de la asunción de Fernando de la Rúa como Jefe de Gobierno de la Ciudad. De esta manera, los porteños elegían por primera vez a su mandatario distrital.
La reforma constitucional de 1994 estableció el carácter autónomo de la ciudad de Buenos Aires. Esta dejaba de ser un simple municipio, cuyo intendente era elegido por el presidente de la república y sus concejales eran votados por sus ciudadanos, y pasó a constituirse en una ciudad autónoma (sin por eso perder su condición de Capital Federal), cuyo jefe de gobierno, representante del poder ejecutivo, era elegido por el voto directo de los ciudadanos domiciliados en su territorio. Asimismo, los antiguos concejales eran reemplazados por los legisladores de la urbe, que constituirían el poder legislativo de la ciudad y que también eran elegidos por el voto directo de los mismos ciudadanos. A estos funcionarios cabe agregar los comuneros, integrantes de las comunas previstas por la Constitución de la Ciudad y que recién en el año que corre serían elegidos por primera vez conforme a la ley de comunas.
En las elecciones de junio de 1996 fue elegido para el cargo de Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el candidato de la Unión Cívica Radical (UCR), Fernando de la Rúa, con el 40% de los votos; mientras el candidato del Frente del País Solidario (Frepaso), Norberto Luis Laporta, obtenía el 26% de los sufragios, y el postulado por el Partido Justicialista (PJ), Jorge Domínguez, quedaba relegado a un tercer puesto con el 17% de los votos.
Fernando De la Rúa asumió su cargo el 6 de agosto de 1996. En los actos se destacó la ausencia del presidente Carlos Menem, que previó una situación adversa y prefirió no concurrir, haciéndose representar por el vicepresidente Carlos Ruckauf y el ministro del interior Carlos Corach. También concurrieron a la ceremonia de asunción del mando en la flamante ciudad autónoma el titular de la Corte Suprema de Justicia, Julio Nazareno; la ministra de Educación y Cultura, Susana Decibe, y el ex presidente Raúl Alfonsín.
Eran los años en que la situación política nacional estaba dominada por el menemismo. Carlos Menem, presidente desde 1989, había pactado en Olivos (1994) con Raúl Alfonsín la posibilidad de su reelección presidencial y, entre otras concesiones al alfonsinismo, figuraba la autonomía de Buenos Aires.
El menemismo había adoptado una política neoliberal, a través del plan de convertibilidad (que establecía la paridad entre el peso y el dólar) sostenido por su ministro de Economía Domingo Felipe Cavallo, que en esos años era apartado del ministerio, pero su orientación económica perduraría con su sustituto Roque Fernández. Si bien la paridad cambiaria favorecía la capacidad adquisitiva de los tenedores fijos de salarios en pesos, el conjunto del plan que priorizó la renta financiera, la apertura económica indiscriminada y la privatización de los servicios públicos lesionó los intereses de amplias franjas del proletariado (por ejemplo, los obreros ferroviarios) y de la pequeña y mediana burguesía nacional, cuyas empresas ingresaron en endeudamiento y situación de quiebra. Si a esto le sumamos el estilo político desprejuiciado de Menem, comprenderemos entonces la formación de un amplio arco opositor en Buenos Aires, sustentado en gran parte en las capas medias. Por eso, el candidato del menemismo, el entonces intendente Jorge Domínguez, apenas alcanzó el 17% de los votos.
Buenos Aires se perfilaba como un distrito opositor al gobierno nacional. Como resultado de los acuerdos entre los dos partidos mayoritarios de la coalición hasta entonces opositora, la candidatura presidencial para las elecciones de 1999 se definiría en internas abiertas entre un candidato de la UCR y un postulante del Frepaso. Tras lograr el respaldo de la mayoría del partido radical –en especial el aval clave del ex presidente Raúl Alfonsín– De la Rúa se convirtió en 1997 en presidente del Comité Nacional de la UCR y luego en precandidato presidencial de su partido. El Frepaso le opuso a Graciela Fernández Meijide, a quien De la Rúa venció en internas abiertas en 1998.
Pero volvamos al ámbito de Buenos Aires. ¿Cuáles eran los problemas que agitaban el espíritu de los porteños? El Jefe de Gobierno se proponía combatir la corrupción, gobernar con austeridad y trabajar con la gente. Esas fueron sus consignas. Y ello revela que un tema central que concitaba la preocupación de los porteños era el de la correcta administración de los fondos públicos, suprimiendo el cohecho, la malversación y el nepotismo.
Las prácticas de la política cotidiana del menemismo asociaban al gobierno nacional y a sus representantes en la ciudad con manejos no transparentes de los fondos del Estado. Por eso el tercer decreto firmado por De la Rúa se refería a una auditoría interna contable para saber cuáles eran las deudas y recursos de la comuna. En segundo lugar, ya en 1996 se hablaba de la descentralización administrativa como factor ineludible para una adecuada administración de los problemas urbanos (espacios verdes, veredas y calles, etc.). Con ello se relacionaba el “Plan Ciudad”, que era un organigrama de las obras necesarias. Entre la escrupulosa administración de los fondos públicos y el mejoramiento de las condiciones urbanas ambientales circulaban las reivindicaciones de los porteños, pero también el voto opositor a Menem-Cavallo era constitutivo del clima político de la ciudad. En otras palabras, la elección porteña tenía proyecciones nacionales.
La madre de Fernando de la Rúa dijo que no vacilaba en poner “las manos en el fuego”, totalmente convencida de que su hijo “no va a fallar” a los porteños: “Hará un excelente gobierno”. De la Rúa iniciaba –o continuaba, como prefiera el lector– su camino hacia el abismo.

