Edición impresa mayo 2010
EDITORIAL
Por los mayos venideros
Por Víctor Pais
En tiempos en que se los encuentra relativamente calmos, suelen los sectores populares ser menospreciados. Suele incluso ser común que políticos que se quieren dar lustre de progresistas y avanzados en cuestiones sociales los califiquen de atrasados y, de esa manera, justifiquen su clásico juego cobarde: el de ensayar posturas que los hagan brillar como los embanderados de la legalidad democrática y de los derechos humanos sin sacar sus pies ni sus manos del plato de los monopolios que nos chupan la sangre y que financian la maquinaria criminal de los estados más ricos del planeta.
Pero en tiempos en que los permanentemente explotados y humillados estallan y dicen ‘acá estamos, decididos a conquistar un espacio digno para nuestras vidas`, los mismos que antes manifestaban desdén comienzan a asustarse con el fantasma de una rebelión incontenible. Y el miedo vuelve a éstos tan peligrosos como a los fascistas declarados, tan igualmente capaces de acribillar con plomo todo lo que se mueve, o por lo menos de consentir que otros lo hagan, con tal de que se vea asegurada la subsistencia del sistema de opresión que administran.
Sin embargo, con toda su complejidad y sus contradicciones, las revoluciones ocurren. Y así parió aquel pueblo de Buenos Aires la Revolución de Mayo. Aquel pueblo que el día menos pensado estalló y gritó que quería saber qué trataban en el Cabildo sin su anuencia, aquel pueblo que había resistido con éxito, tan sólo tres años atrás, dos invasiones de la potencia emergente de esa época.
En fin: el sol (o la lluvia) del 25 se viene más que asomando y el bicentenario de la revolución pronto será celebrado con pompa oficial, pero seremos muchos los que recordaremos esa gesta sin fuegos de artificio y con mucha bronca contra los que se llenan la boca con la palabra patria, a la vez que en la práctica venden lo que es patrimonio de todos los argentinos al mejor postor. Por eso es que entendemos que, si bien la de 1810 fue una revolución que abrió un camino, también nos dejó muchas tareas pendientes. Generaciones de patriotas que nos precedieron lo comprendieron así, asumieron el desafío y ofrecieron su energía y su vida para cumplir con esa misión histórica liberadora. No alcanzó. Esa lucha debe continuar. De hecho, continúa.
Mariano Moreno, en un pasaje de su Plan Revolucionario de las Operaciones, sostuvo: “Sentemos ante todo un principio: la filosofía que reina en este siglo demuestra la ridiculez de la grandeza y las contingencias a que está expuesta. La insubsistencia perpetua y continuada de la corona de España lo está evidenciando; la familia real envilecida había ya dejado de serlo y perdido sus derechos; el 25 de mayo de 1810, que hará célebre la memoria de los anales de América, nos ha demostrado esto, pues hace veinte años que los delitos y las tramas de sus inicuos mandones y favoritos le iban ya preparando este vuelco”. Preguntémonos, entonces: ¿hacia dónde vamos con los “mandones y favoritos” de hoy?
Sin duda que mucho de lo que soñaban y no pudieron implementar quienes fueron los artífices más genuinos del mayo de 1810 debe ser desempolvado y expuesto a la luz de las realidades de un país y de un mundo que, a lo largo de los últimos dos siglos, han experimentado numerosos y vertiginosos cambios. Sin embargo, no deja de causar sorpresa el descubrir la vigencia y la fuerza que aún reside en lo medular del pensamiento de hombres como el citado Moreno, Belgrano o tantos otros. Una razón basta para que así sea: el nudo que maniataba las relaciones sociales de ese entonces y que ellos querían desatar puede que se haya aflojado algo en algunos breves tramos de nuestra historia, pero una y otra vez los beneficiarios de este modelo agroexportador que no genera valor agregado lo han vuelto a ajustar para que no se caiga nada del paquete que tantos réditos les proporciona.
Y por ahora, ¿qué más? Que en el tercer siglo de nuestra existencia como nación conquistemos, cueste lo que cueste, la segunda y definitiva independencia. Salud. Por los mayos venideros.