Un paseo de cuento por La Boca
- Por Pablo Sáez. Fuente: ebcprensacooperativa.net.ar*
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En nuestro recorrido por el vasto patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad nos topamos con la “Torre del Fantasma”, edificio inspirado en el modernismo catalán y atravesado por fabulosas historias.
El grupo de turistas llega hasta allí. Es como un pequeño palacio de dos pisos, con un tercer nivel, donde está la torre. Parece sacado de un cuento, pero está en pleno barrio de La Boca, en la esquina de Benito Pérez Galdós, Almirante Brown y Wenceslao Villafañe. Entonces el guía comienza a contar la historia de la “Torre del Fantasma”. Tiene todos los ingredientes arquetípicos de un mito: la reina, María Luisa Auvert Arnaud, rica estanciera de la provincia de Buenos Aires, proveniente de Catalunya, allá por principios del siglo XX, decidió realizar una inversión en un edificio de rentas. Quiso una arquitectura que le recordara su tierra natal y convocó al arquitecto gallego Guillermo Álvarez.
Llega lo maravilloso: la señora se hizo traer desde España objetos y plantas y, entre ellas, había hongos alucinógenos y duendes, los famosos follets del folklore catalán. Estos seres habrían pasado de ser amigables a volverse aterradores. La estanciera decide retirarse a sus campos y alquila los departamentos a artistas para sus atelieres. Llega ahora la princesa, Clementina, una joven pintora que habita la torre sin saber del misterio del lugar. Hay otro personaje, testigo y narradora, Eleonora, una periodista que entrevista a Clementina y toma fotos de sus obras. Todo termina en tragedia de folletín: la artista se arroja al vacío y muere estrellada en la acera. Eleonora, al revelar las fotos, descubre la verdad: alrededor de una pintura se ven tres horrorosos seres que sonríen. Y la historia remata con la sentencia: “Aún se oyen por las noches ruidos extraños y se cree que Clementina y los duendes siguen habitando el lugar”.
La historia es fascinante. Revisamos publicaciones de la época, pero nada aparecía sobre Clementina, la pintora, o Eleonora, la periodista. El relato se repite, aumentado, con detalles asombrosos, en notas periodísticas de importantes diarios. Hasta es objeto de una curiosa publicación del Conicet sobre la “folklorización de la microhistoria de jóvenes mujeres de Buenos Aires, con una trayectoria de persecución y muerte asociada con tradiciones migrantes de origen catalán, desde una perspectiva de género”.
Acerca de cómo se construyó el relato, Daniel La Moglie, reconocido investigador experto en patrimonio urbano, nos sugiere la existencia de cierta fauna de fabuladores urbanos que ejercen su oficio con visitantes incautos que cautivan con este tipo de invenciones. Alejandro Machado, quizá uno de los más importantes recopiladores de nuestra arquitectura porteña, cree que todo habría comenzado en los años 80 como un ejercicio literario que se difundió rápidamente. “Esta ciudad tiene historias reales tan increíbles que no necesitamos crear mentiras”, sostiene. Su sitio, Red de blogs de arquitectura porteña, nos da la clave para esta nota. El verdadero fantasma de la torre es nada menos que uno de los arquitectos más importantes y desconocidos que tiene Buenos Aires: el ya mencionado Álvarez.
El arquitecto de la zona sur
Asombra en el Catálogo online de las obras del arquitecto Guillermo Álvarez la cantidad de trabajos que realizó en nuestra ciudad. Muchos de sus obras tienen una fuerte impronta del modernismo catalán, movimiento del cual fue introductor en la ciudad junto al arquitecto argentino Julián Jaime García Núñez. Es un estilo de fines del siglo XIX y principios del siglo XX caracterizado por la innovación, el uso de formas orgánicas, líneas curvas y asimétricas y la ornamentación con elementos de la naturaleza como flores, hojas y animales. En el registro de Alejandro Machado hay un catálogo de más de cien obras de todo tipo: casas de familia, edificios de rentas, palacios, instituciones... La gran parte de ellas se concentran en los barrios de San Cristóbal, Constitución, Monserrat y Balvanera. Muy importantes décadas atrás, hoy tienden a cierto abandono que se refleja en el deterioro de su arquitectura patrimonial.
Así ha sucedido con las construcciones de Álvarez, muchas de ellas en abandono, mutiladas o demolidas. Afortunadamente sobreviven piezas muy valiosas como el Hotel Delicia, en Solís 1449, y el impactante edificio de viviendas en Entre Ríos 974. La que hoy se conoce como “Torre del Fantasma” es también una obra muy destacada. En la Boca, junto con la Mansión Cichero, es uno de los primeros edificios de mayor relevancia. La construcción está rematada por una torre con almenas, único sector del edificio que tiene un tercer piso. Incluye un tanque de agua, posiblemente el primero de ese tipo que se instaló en el barrio. Ornamentada con motivos geométricos de gran factura y un remate de barandas muy elaboradas, tiene dos cuerpos de viviendas muy diferenciados, uno de ellos hacia la calle Wenceslao Villafañe. En 1910, la Municipalidad le otorgó un primer premio por su arquitectura.
Un “indiano” benefactor de su pueblo
En España se llamaba “indianos” a los que triunfaban en las “Indias” y traían fortuna a su tierra natal. Álvarez, nacido en 1867, deja su pueblo, Cortegada de Baños, cuando tenía apenas dieciocho años. Llega a Buenos Aires y al encuentro con su padre Manuel y su hermano mayor Alfredo, junto con su hermano Emilio, y comienza a trabajar en la construcción con ellos. Se forma como arquitecto y realiza aquí una enorme obra desde su propia empresa de construcción. En 1900 su padre regresa a España, y luego uno de sus hermanos, ambos por motivos de salud. Desde aquí, generoso con su éxito, Álvarez ayuda a su pueblo impulsando la realización de numerosas obras públicas: conductos para agua potable, una plaza para el mercado, tres escuelas, una feria, un asilo, una estación telegráfica, dos carreteras y un servicio de correos, entre otras. Hay una calle en Cortegada que recuerda a los hermanos Álvarez y existe un busto de Guillermo en el hall del ayuntamiento. En 1923 el rey Alfonso XIII lo distingue con la Cruz de Isabel la Católica. Este admirable arquitecto constructor gallego muere en Buenos Aires en 1929. Una placa en el edificio de la Boca apenas lo recuerda. Dice: “Edificio protegido. Torre del Fantasma. Edificio Auvert Arnaud. 1910. Arq. Guillermo Álvarez”.
Fuente: ebcprensacooperativa.net.ar.
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