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Semana de Mayo: arte e historia en el Cabildo

Semana de Mayo: arte e historia en el Cabildo

En el marco de la Semana de Mayo y del conjunto de actividades que, por tal motivo, se organizan en el Museo Histórico Nacional del Cabildo de Buenos Aires y de la Revolución de Mayo, ubicado en Bolívar 65, tuvo lugar allí, con estimable concurrencia, la visita a las obras de arte de la sala capitular guiada por el historiador y columnista de nuestro medio Miguel Ruffo. La actividad contó con la asistencia de Horacio Mosquera, director de la institución anfitriona, y de María Inés Rodríguez Aguilar, directora nacional de Museos.

En primer lugar, Ruffo disertó sobre El cabido abierto del 22 de mayo de 1810, la obra más imponente de la sala por su gran tamaño, y que constituye una copia realizada por Rafael Domingo del Villar sobre un original del óleo sobre tela del pintor chileno Pedro Subercaseaux. El historiador centró su análisis en fundamentar su afirmación de que una de las fuentes literarias principales en las que se basó el artista trasandino fue el reconocido ensayo de Vicente Fidel López La gran semana de 1810: Crónica de la revolución de mayo, en donde, subrayó, se hace una descripción del acontecimiento que se contrapone a la también muy divulgada versión que sobre este desarrolló Bartolomé Mitre.

Ruffo sostuvo su hipótesis en señalar coincidencias entre lo narrado por López y los gestos y posturas con los que aparecen muchas de las figuras retratadas en el cuadro, así como la mayor o menor centralidad con la que el artista las dispone. Y dijo finalmente que el tema de la obra es la representación del momento institucional de la revolución y al mismo tiempo la representación de los límites que expresa ese momento para que la revolución triunfe.

En segundo lugar, Ruffo expuso sobre un conjunto de retratos de todos los hombres que integraron la Primera Junta que se encuentran agrupados y exhibidos en la pared de enfrente a la de la majestuosa copia de la obra de Subercaseaux. Nuestro columnista explicó que también se trataba de copias y que fueron realizadas en la época en que se creó el Museo del Cabildo, a la vez que esbozó la idea de una triple funcionalidad de esos retratos: la gnoseológica, que permite conocer los rasgos fisonómicos de esas personalidades; la genealógica, que analiza cómo llegan todas esas figuras, realizadas por copistas que se valieron de otros retratos, a tener ese rostro; y la de empoderamiento, vinculada al hecho de que se trata de retratos de Estado por el lugar institucional en que se encuentran exhibidas.

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