Cien mil plantas florales a las comunas
- Por Tras Cartón
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El vivero de la Ciudad proyecta producir para el año próximo unas cien mil plantas florales de distintas especies para entregarlas a las comunas, cuyos jardineros las trasplantarán a plazas y parques de sus respectivas jurisdicciones.
Así lo anunció la Secretaría de Atención Ciudadana y Gestión Comunal, que informó asimismo que el vivero municipal, como se lo conoce tradicionalmente, creado en 1917 y que actualmente ocupa un predio de seis hectáreas en el sector noroeste del Parque Avellaneda, completará este año la entrega de setenta mil plantas florales, y que “avanza en la producción de árboles y arbustivas para embellecer el paisaje urbano porteño”.
A ello contribuyen ingenieros agrónomos, floricultores y arboricultores, que “reproducen de manera continua la vida de las plantas para llevarlas a nuestras plazas y parques y así embellecer el paisaje urbano”, describe la información oficial.
Se explica también que la producción de plantas se realiza de dos maneras: por un lado, a partir de la germinación de semillas sembradas en tierra y, por el otro, mediante el plantado de esquejes, que son pequeños tallos o gajos que se recortan de las plantas madre y se colocan en un cajón con perlitas: un material inerte volcánico que mantiene la humedad para que el pequeño tallo pueda generar raíces y convertirse en una planta. Ya con raíces, la planta inicia un proceso de traspaso de recipientes que aumentan su tamaño conforme la planta va creciendo.
Se hizo saber, por otra parte, que dentro de la producción de plantas florales se busca generar colores atractivos, y que entre estos se destacan las tonalidades solares: así, dentro de las gamas de los amarillos y anaranjados se encuentran los copetes y las caléndulas, que por sus vivaces atices, resistencia y fácil mantenimiento eran infaltables en los jardines de nuestras madres y abuelas. Esas cualidades caracterizan también a las alegrías del hogar, que en sus principales variedades de tonalidades rojas, blancas y rosadas, son elegidas desde antaño para engalanar patios y balcones porteños. No podían faltar las margaritas de distintos colores, mientras que en las gamas de los lilas y los azules se encuentran las pequeñas y delicadas lobelias, los altos y esbeltos agapantos y las románticas lavandas, de inconfundible y exquisito perfume y múltiples propiedades benéficas.
Además de las flores, en el vivero se cultivan las plantas con follaje decorativo, como la tradescantia, con sus principales variedades: la zebrina, de llamativas hojas de color verde oscuro cruzado por líneas blancas, en la superficie, y de un intenso morada en el envés, y la pallida, con hojas de color púrpura. También se destacan la cineraria gris, con sus coquetas hojas plateadas que parecen retazos de encaje, y los populares lazos de amor, de largas hojas verdes con una banda de un blanco amarillento en el centro.
En cuanto a los árboles, se explicó que los distintos ejemplares tienen períodos de crecimiento más extensos, de modo que algunos podrían convivir en el lugar hasta cinco años. Según el ingeniero agrónomo Sebastián Diéguez, del equipo de Arbolado, “en lo que es producción de árboles para veredas tenemos varias especies, principalmente jacarandá, lapacho, crespón y arce tridente, que están entre las recomendadas para la ciudad, por su tamaño, crecimiento y belleza paisajística”. También están recomendadas especies como el cedro misionero, el ibirá-pitá, la tipa, el tilo y el algarrobo blanco, entre otras.
Por otra parte, se han comenzado a producir de modo experimental especies nativas como la pezuña de vaca y la anacahuita, que también han sido recomendadas, para evaluar su desarrollo y adaptación a los distintos espacios públicos, ya sea en veredas como en plazas y parques.