Y hubo corso… con aprobación a última hora
- Escrito por Victor Pais
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El pasado fin de semana, tanto el sábado como el domingo, se realizó el tradicional corso que cada febrero organiza la murga Cachengue y Sudor sobre el lateral de la Plaza 24 de Septiembre correspondiente a la calle Rojas.
Un escenario que atravesaba casi todo el ancho de la calzada y esta misma fueron los ámbitos en los cuales desarrollaron sus números tanto los anfitriones como las numerosas agrupaciones que fueron invitadas para la ocasión. Así, el sábado, Cachengue compartió tablas con las murgas La Fisura, Gastasuela, Manija de Carnaval, Matamufa y Contrabajones, la banda de cumbia Carniceros del amor y el grupo de candombe Domingo Ribera. Y el domingo, con las murgas Tu vieja murga, Piantaos por la alegría, Mocosos del encontronazo, Murga Maestra y Herederos de la locura.
Una vicisitud que sufrió este corso de Cachengue que ya cumple 27 años fue que, a pesar de que los organizadores comenzaron a gestionar el permiso para el corte de calle con un mes de anticipación, se les fue otorgado solo unas pocas horas antes del horario para el que se había programado.
Rodrigo Pablo García, miembro desde hace seis años de la agrupación, brindó a Tras Cartón el punto de vista de esta sobre el conflicto y contó cómo se destrabó: “Por medio de la presión social conseguimos que dieran marcha atrás con la negativa, que encima la negativa era porque estábamos diciendo que éramos murga Cachengue y Sudor y el Ministerio de Cultura estaba diciendo que solamente estaban permitidos los corsos oficiales y que era una cuestión de organización, y lo que pensamos es que una cosa no quita la otra porque nosotros lo que estamos garantizando acá es justamente gestionar el corso. Lo único que tenían que hacer era habilitarnos el corte de calle y en todo caso ponerse al servicio de nuestra murga para garantizar otras cosas como los baños, que los compramos y los contratamos nosotros, así como garantizamos la limpieza del espacio”.
Asimismo, Rodrigo nos explicó por qué Cachengue elige no ser parte del circuito oficial que agrupa a un muy importante número de murgas porteñas: “El circuito está muy empapado de dinámicas organizacionales que yo desconozco, pero que son diferentes a lo que tratamos de proponer acá: la autogestión y la independencia en términos de ritmos de trabajo, formas de conseguir los recursos y el dinero para poder armar nuestro espectáculo, y también nuestra gira de carnaval tiene que ver con lógicas alejadas del mercado y de esperar que el Estado baje dinero por cumplir con ciertos objetivos que para nosotres se alejan un poco de lo que estamos proponiendo a nivel escénico”.
Y amplió: “La propuesta de Cachengue es habilitar el espacio público, la calle, para el encuentro de diferentes colectivos, tanto murgueros como musicales. Y también a nivel político como que habilitamos el espacio para que se puedan promover un montón de discursos y demandas, y en los corsos oficiales están como un poco acotadas las posibilidades de lo que se va a presentar y mostrar por cuestiones de decisión política que acá estamos tratando de superar. Eso quizá es lo que genera la posibilidad de la complejidad de organizar el corso. Para organizar el corso tenemos el problema de no tener el vínculo con el Estado que tienen las murgas del corso oficial”.
En otro orden de cosas, Rodrigo se refirió a los murgueros de la Cachengue de los tiempos fundacionales y dijo: “Siguen acompañándonos en los procesos y en los proyectos que hacemos, en los armados de los espectáculos y también en transmitirnos en reuniones toda esa sabiduría y ese aprendizaje que se va dando con los años. Tenemos momentos del espectáculo como, por ejemplo, la glosa de presentación y también el grito de crítica del final que fue escrito por cachengues de hace veinte años y los seguimos considerando muy genuinos y muy actuales”.