Volvió el ritual del fuego a la calle Añasco
- Por Víctor Pais: Fotos: gentileza de Norberto Zanzi.
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Los vecinos de la cuadra de la calle Añasco, entre Fragata Sarmiento y Paysandú, retomaron su habitual costumbre de encender una fogata apenas comenzado el año nuevo y proceder a la quema de un muñeco que simboliza el año que se va. Esta vez, optaron por identificar al fantoche con el futbolista francés Kylian Mbappé. El predominio del color negro de los elementos utilizados para armar la figura y un letrero de cartón puesto a los pies de esta con la leyenda “Mbappé muerto” no daba lugar a ninguna ambigüedad. Mientras ardía la fogata, chicos y adultos coreaban Muchachos, uno de los más populares cánticos de la hinchada albiceleste.
“La idea es olvidar, dejar atrás lo malo, purificarlo con el fuego y preparar el espíritu para que lo nuevo, el año, sea mejor que el anterior”, explicó a Tras Cartón Norberto Zanzi, uno de los históricos vecinos impulsores de la fogata, quien además es presidente de la Asociación Cultural Deportiva y Biblioteca Popular Florencio Sánchez.
Según lo que nos dijo Zanzi, el origen de esta movida se remonta a 2006, cuando él junto a sus hijos la promovieron entre los vecinos de la cuadra y la realizaron por primera vez. Pero nos aclaró que había un antecedente que los inspiró: la fogata que todavía se realizaba en la esquina de Añasco y Paysandú cuando se mudaron a su actual casa en 1993 y que al poco tiempo se dejó de hacer.
“El sentido del muñeco de cada año es decirle que actuó mal, que se equivocó y que tiene una nueva oportunidad para cambiar y que nosotros también tenemos esa nueva oportunidad”, expresó Zanzi en contraste con la agresividad hacia el rival futbolístico que sugería la imagen del muñeco con el señalado letrero.
“Es una buena ocasión para juntarse con los vecinos, conocernos más y hacer algo en común, como era hace unos años la fogata de San Pedro y San Pablo”, añadió, optimista.
A propósito de las fogatas de San Pedro y San Pablo que se realizaron hasta el segundo tercio del siglo XX en casi todos los barrios de la Ciudad de Buenos Aires durante el solsticio de invierno, cabe destacar que al muñeco que se incineraba en ellas solía apodárselo Judas.