“Queremos una puerta de diálogo”
- Escrito por Victor Pais
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“El Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires sigue recortando presupuesto del Programa Cultural en Barrios”. Con esta frase, Egle Almada encabeza el texto que compartió a los medios barriales y en algunas redes. Desde hace tres décadas, Almada es la coordinadora del Centro Cultural La Paternal, conocido como “La Pater”, cuya sede se encuentra desde 2002 en la Escuela La Pampa, ubicada en Caracas 1249. Dicho espacio cultural, frecuentado por alrededor de 900 participantes, es uno de los 36 espacios porteños que forman parte del referido programa que promueve el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
Con el propósito de darle un mayor desarrollo al tema, la coordinadora, que en su escrito denuncia “un recorte de más del 16% reflejado en el sueldo de los trabajadores”, nos recibió con unos ricos mates en un aula de la escuela.
–¿Qué es lo que está pasando con el Programa?
–Hubo un recorte a principio de año que fue del 16%, que fue casi estructural, aunque lo que sabemos es que Larreta dejó un superávit de muchos millones de pesos. O sea que era un recorte que no era necesario. Pero más allá de eso, a nosotros como Programa Cultural en Barrios, nos llega un recorte mayor al 16%. Después de ese recorte, lo que hicimos fue, en principio, recuperar algunas horas, porque el recorte fue no en talleres, sino en horas de trabajo. Con lo cual los docentes tendrían que seguir trabajando por menos dinero, porque no es que sacaron talleres, sino que les sacaron parte del sueldo. Pudimos recuperar la totalidad del monto de por lo menos el mínimo que puede tener un docente, que es un taller, equivalente a cuatro horas cátedra. Es lo único que pudimos recuperar.
–¿Tienen alguna vía de diálogo con los funcionarios de la nueva gestión?
–Tenemos una gerenta, Nora Golías, que no se comunica directamente con nosotros, nunca tuvo una reunión con los coordinadores. Se comunica a través de mails, que no sabés quién te firma, quién no te firma. Es un mail general donde te dicen “estimado...”. Y el pedido de contratos se hizo el año pasado, en noviembre, y esperaron a marzo, cuando los docentes tenían que cobrar enero, febrero y marzo un monto determinado para notificarnos a los docentes que había un recorte. Con lo cual muchos docentes esperaban un monto que nunca recibieron.
–Está siendo afectado, por un lado, lo presupuestario, ¿peligran también los contenidos del Programa?
–El programa cultural tiene 40 años. Fue el primer programa en la ciudad después de la dictadura donde se descentralizó la actividad cultural, con lo cual parte de la potestad del coordinador es saber escuchar a los vecinos y cuál es la demanda. Esta es una de las potestades del coordinador porque vivís en el barrio, porque lo conocés, porque lo transitás. En el caso de La Pater, que no es el único, vamos viendo cuáles son las necesidades. En un momento dado nosotros sentimos que a partir de mucha población migrante necesitamos abrir un espacio que era el de pueblos originarios, porque en la medida que yo no te conozco, que la gente no conoce al otro, es donde empieza a haber discriminaciones, empiezan a tener prejuicios, entonces para nosotros fue muy importante abrir esos espacios para que se acercaran los individuos y se conocieran, y poder barrer estas discriminaciones. Esa es la potestad del coordinador, y cada coordinador tiene su mirada y hace su propio proyecto. Cuando llega esta mujer, ella decide que será ella quien va a decidir cuál es el diseño de cada centro cultural, pero ni siquiera caminando el barrio. La mujer llega y decide que cada centro cultural va a tener una temática distinta. Centraliza, y no nos deja trabajar más con las organizaciones sociales. No nos deja hacer más eventos.
–¿Pasa también que taller que se queda sin docente es taller que cierra, según lo que expresaste en la nota que hiciste circular?
–Sí, de cada taller que un docente renuncia o se enferma, la mina no te permite el nombramiento de otro docente y, de hecho, es la caída de ese taller. Y ahora decide, vía mail, dejar en cesantía un montón de docentes que hace años que trabajan en los centros culturales y que además aportan no solamente su trayectoria en su actividad, sino lo que implica una persona con historia. El argumento que dan es que son jubilados, pero el Gobierno de la Ciudad tiene la potestad de salvar esta imposibilidad, con lo cual esto es una decisión política. Si pudiera entender que esta situación se puede salvar con una decisión de ella como se ha hecho hasta ahora con todos los jubilados, esta gente no quedaría sin su trabajo, la gente que participa de los centros culturales no quedaría sin este docente, no se romperían los vínculos y sobre todo no se avasallaría la dignidad de las personas que participan de un espacio cultural.
–¿Están articulados los coordinadores de los distintos centros para dar una respuesta colectiva a estas decisiones gubernamentales?
–Sí, nos estamos reuniendo por Zoom. Ayer [por el pasado 13 de mayo], de hecho, tuvimos una reunión donde estuvimos pensando estrategias porque, en definitiva, lo que queremos es que se abra un mecanismo, una puerta de diálogo donde ellos puedan entender que, en realidad, esto a la ciudad le sale nada, y sobre todo en un momento histórico como el de hoy los centros culturales son una herramienta fundamental: hay gente que espera llegar al lunes para venir al taller porque es el único lugar de encuentro que tiene. La gente que viene al centro cultural también está mandando mails. Estamos tratando de que salga de la comodidad, porque este es un servicio que la gente lo tiene hace un montón, es para la gente, está pensado con la gente. Son los talleristas los protagonistas de esto, más que nosotros los coordinadores.
–¿El nivel de recorte al Programa tiene algún precedente?
–Sí, en la otra gestión de [Hernán] Lombardi, que nos cortaron a nosotros, a La Paternal. Sacaron el 50% del presupuesto y lo volvimos a recuperar por cortes de calle. Hoy no creemos que esa sea la metodología porque la gente que viene acá también está agobiada por su realidad. Hay gente que, como todos, no puede pagar el alquiler, está sola. Lo que estamos buscando son otro tipo de herramientas para no agobiar: que el que viene acá, por lo menos una vez a la semana, tenga la posibilidad de respirar, sentir y sacarse de encima esa presión que implica hoy vivir en este país y en esta ciudad.