"Estamos promoviendo un cambio de cultura en la policía"
- Por H.B. y V. P.
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Como parte de la habitual ronda de conversaciones con vecinos de los distintos barrios, el jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, concurrió al club Añasco, ubicado en la calle Manuel Rodríguez 2626, de La Paternal. Lo acompañaron en la oportunidad los subsecretarios de Vinculación Ciudadana y de Seguridad, Juan Pablo Arenaza y Juan Pablo Sassano, respectivamente.
Como en los últimos encuentros, las palabras de apertura estuvieron a cargo de Arenaza, quien dijo que “estas reuniones son uno de los pilares de la gestión” y explicó: “Muchas ideas, muchas cosas que nosotros modificamos salen de reuniones como esta”.
Dijo también: “Es importante para Horacio [Rodríguez Larreta] escucharlos a ustedes directamente, porque la ciudad es tan grande que uno a veces pierde algún tema, por eso es importante que ustedes se lo digan”.
A continuación, Rodríguez Larreta fijó las normas de funcionamiento de la reunión. Como de costumbre, instó a “no hacer comentarios de política”, aclarando “partidaria”; expresó que “no importa a quién vota cada uno, eso no viene al caso, ni tampoco los temas nacionales”. Y añadió: “Yo manejo la ciudad, y bastante tengo con eso”. Exhortó también a “hablar cortito” y a “respetar al otro cuando habla”, pues “eso se llama vivir en democracia”.
En la primera tanda de intervenciones de los vecinos, varios reclamos, como es habitual, apuntaron a roturas de veredas, problemas de tránsito y autos abandonados en la vía pública. No podían faltar quienes se quejaron del árbol ubicado frente a su casa, al que una asistente calificó de peligroso, y un participante aportó la protesta, que hacía tiempo no aparecía, contra la pequeña industria instalada en la misma cuadra de su domicilio.
Como también es habitual, abundaron los reclamos por los “graves problemas de seguridad en la zona”, como los llamó un vecino. Así, algunos focalizaron esos problemas en el asentamiento conocido como La Carbonilla, del que aseguraron que en las inmediaciones pululan los delincuentes y en el interior se venden drogas.
A su vez Yolanda Valle, quien se presentó como coordinadora del barrio La Carbonilla, dijo: “Nosotros en el barrio queremos seguridad, a veces los vecinos nos expresan como que nosotros somos delincuentes, tenemos viviendo adentro gente buena como también gente mala, pero cuando a veces llamo al 911 a nosotros nunca nos han hecho caso”.
Otros concurrentes denunciaron la ocupación de la vía pública por cartoneros, motoqueros y drogadictos, al punto que, manifestaron, “no se puede salir a ninguna hora”, mientras que una vecina mencionó las casas tomadas, otra manifestó su disconformidad con el nuevo sistema de comisarías y un asistente advirtió contra “la constante usurpación de terrenos y el crecimiento de las villas”.
En otro orden, no faltaron quienes expresaron su preocupación por el destino de los predios ubicados debajo del viaducto sobre el ferrocarril San Martín, y en el final de ese tramo una vecina planteó una cuestión que dio lugar a un curioso malentendido.
La mujer quiso saber si efectivamente “se va a cortar la Agronomía por el medio, se va a abrir la calle Zamudio y se va a hacer un estadio en el pulmón de la ciudad”, sin precisar que, según denuncian los vecinos nucleados en Colectivo Barrio Rawson, agrupación que lleva adelante el reclamo, el estadio de marras se construiría en el predio del club Comunicaciones y no en el de la Facultad de Agronomía.
Así planteada la cuestión, Rodríguez Larreta contestó: “Primero, el predio de Agronomía es de la UBA, no es de la Ciudad, y quien decide qué se hace ahí adentro es la Universidad de Buenos Aires y no la Ciudad, y segundo, no hay ningún proyecto presentado”.
Y siguió: “Yo tuve innumerables reuniones con el rector de la UBA y jamás me mencionó el tema, no hay ningún papel presentado en la Ciudad, no hay ningún indicio de que quieran hacer un estadio ahí”.
Subrayó asimismo: “Lo único que yo conversé con él del tema Agronomía era mejorar un poco los espacios verdes que son abiertos, y además del otro lado habían cerrado un portón y yo les pedí si lo podían volver a abrir porque a la gente le venía bien pasar por adentro para tomar el colectivo, pero es decisión de ellos”.
Y completó la enumeración: “Tercero, lo otro que hablé con los de la UBA es que hay mucha gente que está yendo a correr y a caminar alrededor, y ver si desde la Ciudad podemos hacer ahí una especie de pista, como hacemos en Parque Avellaneda y en varios lugares más; del estadio jamás escuché nada y no hay ningún proyecto de un estadio ahí”.
Llamativamente, ninguno de los asistentes se ocupó de aclarar el equívoco sobre el emplazamiento del presunto estadio, e incluso uno de ellos reclamó una declaración del rector de la UBA.
“Otro tema de preocupación que es válido es el de la ocupación de los bajo viaductos”. Así lo introdujo el jefe de Gobierno, quien recordó que, como informamos oportunamente, “el jueves pasado se aprobó en la Legislatura la ley que define qué es lo que se puede hacer y qué uso se le puede dar a la tierra en toda la traza”.
Explicó que “obviamente, no se pueden poner viviendas o escuelas o centros de salud abajo de la vía de un tren, pero sí en algún lado se pueden poner comercios, en algunos lados que hay más espacio se pueden hacer espacios verdes, en otro lado se puede poner alguna oficina pública” y que “hay un master plan que dice qué es lo que se puede poner en cada tramo”.
En la segunda tanda de participantes se renovaron los reclamos por mayor seguridad, un vecino se quejó de los plátanos manifestando que “ese tipo de árbol es veneno”, otro protestó contra los carnavales en la calle, una jubilada expresó que no puede pagar el ABL y se plantearon varios otros temas.
A continuación tomó el micrófono Sassano para referirse al “tema de Carbonilla” y contó que “se empezó a trabajar con más presencia policial en el sector” y que “se pusieron varios controles con patrulleros y algunas paradas más extra”.
En la última tanda de vecinos, se plantearon temas similares a los expuestos anteriormente; por su parte, Norberto Zanzi, actual presidente de la Biblioteca Becciú, solicitó para esta una ampliación del subsidio que recibe del Gobierno de la Ciudad, a la vez que insistió en su reclamo por el ex cine teatro Taricco y se manifestó a favor de los carnavales en la calle.
Con respecto a esto último, señaló el jefe de Gobierno: “Acá quedó clarísimo que algunos están de acuerdo y otros no”. Y precisó: “No es una decisión mía, las murgas y el carnaval tienen una ley que los habilita; en varios casos, lo que nosotros logramos acordar con las murgas es que vayan rotando, que no estén todos los años en la misma plaza. En varios lugares logramos rotarlos, acordando con la murga; en otros nos ha costado más. Estamos tratando de cambiar la ley para que por lo menos sea un año en cada plaza, cosa que no le toque todos los años al mismo vecino, ese sería un equilibrio entre los que quieren y los que no quieren”.
Finalmente se concentró en los “temas de seguridad”, de los que empezó diciendo: “Nosotros asumimos, hace más o menos un año y medio o dos, la responsabilidad de la seguridad de la Ciudad, que toda la vida fue de la Federal; es una responsabilidad enorme, pero está bien que esté en la Ciudad”.
Y relató: “Estamos tratando, primero, de sacar la mayor cantidad de policías a la calle, y sacar una persona a la calle con un arma en la mano lleva mucho tiempo de entrenamiento. Hemos sacado a la calle más de 4.000 de las comisarías, y a fin de año tenemos una camada de 1.900 que egresan de la Academia de Policía y están muy bien entrenados”.
Con relación al sistema de patrullaje, puntualizó que se ha fortalecido “con policías caminando o parados en la calle durante el día, cuando el patrullero no tiene sentido porque hay tanto tránsito que no puede circular”, de modo que “durante el día no van a ver tanto patrullero, salvo el 911”, en tanto que “a la noche hay menos policías caminando y más patrulleros, que a la noche tienen más sentido porque pueden circular, y si no tenemos más policías en la calle a la noche es porque no hay”.
Seguidamente, anotició: “Hoy, después de años, tenemos un mapa del delito -obviamente, de los delitos denunciados- y sabemos en qué barrio están, a qué hora se ha cometido la mayoría y cuáles suben y cuáles bajan; justamente, el refuerzo de policías que se hizo alrededor y en La Carbonilla corresponde al mapa del delito”.
Y destacó: “Estamos tratando de que el policía recorra la zona y no esté parado, porque el policía parado se mete adentro del maxiquiosco, se va escondiendo. A todos les dimos un teléfono nuevo que tiene GPS para que no solo veamos que estén en el lugar en que tienen que estar, sino que además estén recorriendo y cubriendo un espacio más grande; ese teléfono no tiene redes sociales, y si encontramos a alguno usando el teléfono personal, se lo sanciona”.
En ese sentido, continuó: “Les dimos a todos un chaleco antibalas nuevo que dice ‘Policía de la Ciudad’, a los que menos cobraban les subimos un poco el sueldo, pero ya no pueden hacer 18 horas por día para sumar más adicionales, porque nadie puede trabajar despierto y atento si trabajó tantas horas el día anterior, con lo cual tienen un límite de 12 horas. Les pedimos también algo tan elemental como que saluden a la gente, para que la gente se vuelva a relacionar con su policía: algunos lo hacen y otros no”.
Por último, definió: “Es un cambio de cultura que estamos promoviendo en la policía, algunos se adaptan más rápido y a otros les cuesta más. Estamos trabajando para que los vecinos de la ciudad vuelvan a confiar en su policía, porque durante años no confiaron y en muchos casos con toda razón”.