Con el Código Urbanístico en la mira
- Escrito por Victor Pais
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Organizado por el Consejo Consultivo de la Comuna 11, se llevó a cabo en la Biblioteca del Club Ciencia y Labor, ubicado en César Díaz 2453, un conversatorio sobre el Código Urbanístico. La invitada para disertar fue Paloma Garay Santaló, geógrafa, asesora de la Legislatura Porteña de Unión por la Patria e integrante del Consejo del Plan Urbano Ambiental (CAPUAM). Alrededor de 30 vecinos, entre ellos miembros de espacios ambientalistas de distintos barrios de la comuna, participaron en el evento.
En el tramo inicial, Garay Santaló explicó que el Plan Urbano Ambiental, en tanto normativa constitucional, “debería ser el marco para el resto de los instrumentos que hacen al desarrollo urbano, donde uno muy importante es el Código Urbanístico, pero hay y debería haber otros, por ejemplo, las obras, programas por sector, el código de edificación como otro de los instrumentos muy fuertes en cómo es el desarrollo urbano, y debería haber un código del espacio público o un código ambiental”.
Ofreció luego un rápido repaso del debate institucional acontecido en las últimas décadas en torno al Plan Urbano Ambiental y cómo fueron introduciéndose modificaciones en la normativa, y después de un intercambio con algunos de los presentes que impulsaron proyectos vecinales, en donde, entre otras cosas, se habló de la existencia de “un trabajo de base, de estudio, de análisis, con conocimiento desde la vivencia”, que “no se está teniendo cuenta” y que ese “es el principal reclamo que tenemos los barrios a la modificación del código”, Garay Santaló, en consideración con el sector del auditorio menos empapado con el tema, señaló que “el Código Urbanístico [sancionado en 2018] ya de base significó un cambio muy estructural respecto al Código de Planeamiento Urbano [que regía anteriormente]”. Y expuso: “Hay un cambio estructural que es que modificó el modelo de manzana. Y eso hizo que se puedan construir más metros cuadrados en todas las manzanas, en todas las parcelas de la ciudad. Hay muy pocas parcelas que pasaron de poder construir de 13 pisos a 10. Pero en esas manzanas donde por ahí tres parcelas pasaron a construir un poco menos, toda la masa construible aumentó. ¿Eso qué quiere decir? Además de sol y luz, quiere decir que si había una casita y se podían construir tres pisos, no es rentable tirarla abajo para construir cuatro. En cambio, si hay una casita y se pueden construir siete pisos, es muy rentable tirarla abajo. Con lo cual fue un shock, un incentivo a lo que llamamos la renovación urbana, un proceso de renovación urbana que está planteado explícitamente por el oficialismo como el objetivo del nuevo código para duplicar a la población. Y ahí vuelvo a que, para mí, hay un tema de diagnóstico, porque en la ciudad no faltaban metros cuadrados, sino que lo que faltan son condiciones de acceso a la vivienda”.
Más adelante, la geógrafa sostuvo que “otro eje superimportante que se cambió es la distribución de los usos, cómo se habilitan las actividades”. Y graficó: “Se pasó de un código que definía por zonas” y “entonces teníamos zonas industriales, zonas comerciales, zonas residenciales” a “la mixidad de usos”, con lo que “no puedo decir que se puede hacer cualquier cosa en cualquier lado, pero más o menos”.
Tras explayarse sobre este punto, Garay Santaló concluyó en que “la división de zonas por mixidad de usos no se hizo considerando el tejido existente y los usos existentes, ni la complejidad que tiene esto”. A su vez, observó que “lo único que resguarda es la Ley 123 de impacto ambiental, pero los temas ambientales ganaron en complejidad y la Ley 123 quedó vieja para poder medir, por ejemplo, los impactos”.
La reunión siguió su curso con un nuevo intercambio en el que los referentes barriales ampliaron la información sobre sus problemáticas particulares, se discutió el riesgo en el que se encuentran expuestas las Áreas de Protección Histórica (APH) y se llegó al consenso de que el Código Urbanístico está más enfocado en el negocio inmobiliario que en mejorar la calidad de vida, subrayando que estamos ante una situación de “emergencia ambiental”.