Origen en pugna con su devenir
- Por Miguel Ruffo
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El 6 de enero de 1918 fue fundado el Partido Socialista Internacional, que desde 1920 adquirió el nombre de Comunista. En el centenario de esta históricamente relevante corriente política argentina, analizamos el contexto en que se produjo su surgimiento, así como los móviles que inspiraron a sus fundadores, y postulamos algunas de las causas más notorias por las cuales esas aspiraciones quedaron truncas.
El proceso constitutivo del comunismo argentino nos lleva a considerar las luchas político-ideológicas que, en el seno del Partido Socialista, se desarrollaron entre su dirección, de tendencias reformistas y revisionistas, y los críticos de izquierda a esa conducción. La historia del socialismo es fructífera en debates y fragmentaciones resultantes de las críticas al evolucionismo parlamentario y electoral de la mayor parte de la dirección del partido. Así, tenemos ya a fines del siglo XIX la polémica de la “montaña”; en 1906, la división que daría origen al “sindicalismo revolucionario”, y en 1918, la separación de los internacionalistas.
En plena primera guerra mundial, la revolución rusa había introducido nuevas variables y antagonismos en el orden político y social de Europa. A pesar de que Lenin sostenía la necesidad de transformar la guerra imperialista en guerra civil del proletariado contra la burguesía para conquistar la paz, los dirigentes de la socialdemocracia, salvo honrosas excepciones, habían respaldado a sus respectivas burguesías votando los créditos de guerra. Las contradicciones generadas por la crisis europea tuvieron sus ecos también en el Partido Socialista argentino: mientras que su dirección había apoyado a los anglofranceses contra Alemania y sus aliados, en el mismo seno del partido, en particular en la Federación de Juventudes Socialistas, se había ido constituyendo una fracción contraria a la guerra y a los métodos electoralistas y parlamentarios de los altos mandos. El 9 de noviembre de 1917, La Vanguardia informó que las juventudes organizarían una manifestación y un acto para expresar su posición. Los jóvenes socialistas se habían dado como órgano de difusión el periódico La Internacional. Los centros que adherían a esta fracción interna eran los de Nueva Pompeya Norte, Villa Ortúzar, Villa Mazzini, San Bernardo (actual Villa Crespo), Maldonado y Palermo. Este evento terminó por generar un grave conflicto dentro del partido, cuyo comité ejecutivo disolvió el centro socialista de San Bernardo. En un comunicado que condensaba dicha acción, los socialistas de ese barrio declararon que, al protestar contra el grupo parlamentario por no acatar los acuerdos del III Congreso Extraordinario, que orientaba su acción en contra de la guerra, no habían hecho más que velar fielmente por la verdadera disciplina, denunciando ante los afiliados y ante la clase trabajadora una actitud que, según sus palabras, suplantaba la “conciencia del partido”. La crisis terminó con la separación de quienes criticaban el parlamentarismo y la guerra, y con la formación, en enero de 1918, del Partido Socialista Internacional, futuro Partido Comunista argentino.
“Como se ve –observa Isidoro Gilbert– el surgimiento de una izquierda socialista estuvo vinculado a esta evolución conflictiva y contradictoria de la sociedad (vale decir la contradicción entre un latifundismo capitalista exportador que permitía ciertos niveles de capitalización interna y las condiciones de vida de las clases trabajadoras que dejaban mucho que desear; la contradicción entre un sistema político restringido, su apertura con la reforma electoral de 1912 y el acceso del radicalismo al gobierno que supuso una democratización política que coexistió con la represión a los trabajadores en la Semana Trágica, los acontecimientos de la Patagonia y de La Forestal). No fueron factores exógenos los que determinaron la creación, el 6 de enero de 1918, del partido socialista internacional, luego partido comunista, ni el surgimiento, a partir de este, de una entidad juvenil. En todo caso lo exógeno, referido solamente a la escisión del socialismo y el comunismo, estuvo marcado en el plano internacional por los posicionamientos frente a la matanza europea”.
En las “historias oficiales del comunismo” se atribuye a Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi la condición de fundadores del partido. El dogmatismo staliniano que caracterizó a este a lo largo de su historia lo llevó a negar, ocultar y deformar el rol, más relevante, que le cupo a otros militantes en los orígenes del comunismo en la Argentina. Fue notable la actuación de José Fernando Penelón, José F. Grosso, Emilio González Mellén, Pedro Zibecchi, Pablo Chanusset y muchos otros que aportaron sus ideas en la formación del nuevo partido.
En lo que respecta a “los fundadores oficiales”, señala Jordán Oriolo que “Victorio Codovilla llegó al país en 1912, era italiano y tenía 18 años. Un lustro después era ‘fundador del partido’, según múltiples publicaciones oficiales del partido. Era empleado de comercio y jamás llegó a tener relevancia en algún cargo sindical o destacarse como dirigente obrero. (…) En ese Comité Ejecutivo del 6 de enero de 1918 figuraba Victorio Codovilla como anteúltimo suplente y Rodolfo Ghioldi no lo integraba. Este último, nacido en 1897, tenía entonces veinte años, los que, sin intentar desmerecerlo, no acreditan la necesaria militancia en años como para imaginarlo ‘fundador del partido comunista’. Tampoco en su larguísima actuación política desempeñó cargos sindicales relevantes, excepto en el pequeño círculo de docentes y maestros por un corto lapso”. También los historiadores soviéticos seguían las pautas de la “historia oficial”; así, por ejemplo, Koroliov expresa: “Con igual entusiasmo fue recibido el manifiesto (de Zimmerwald) en Argentina, donde lo propagó el grupo marxista encabezado por V. Codovilla y R. Ghioldi”.
En los orígenes del comunismo en la Argentina intervinieron diversos militantes del socialismo, con un denominador común: crítica al reformismo parlamentario, defensa de la paz frente la guerra mundial, la necesidad de una mayor vinculación con la clase obrera. “El 7 de agosto de 1912, Juan Clerc, secretario del centro socialista del norte, pidió autorización al Comité Ejecutivo del Partido Socialista (PS) para la organización del movimiento juvenil a nivel nacional. Estos jóvenes se nuclearon en torno al Centro de Estudios Sociales ‘Carlos Marx’, donde tuvo militancia inicial Victorio Codovilla (…); dirigida por Juan Forlini (años después primer concejal porteño por el comunismo), la publicación Adelante fue vocera de la Federación Juvenil Socialista. Circuló desde abril de 1916 hasta que, integrado en el comunismo, el grupo colocó sus escasos fondos para editar La Internacional”.
Relevante en la formación del Partido Comunista (PC) fue el Comité de Propaganda Gremial, a través del cual militantes socialistas buscaban una relación orgánica con el movimiento obrero, en el que el PS había visto horadar su influencia por los anarquistas y sindicalistas revolucionarios.
El PC surgió sincrónicamente con la revolución rusa en una situación histórica de avance y viraje en el movimiento obrero internacional. Pero no fue una simple consecuencia de la influencia de dicha revolución en el movimiento obrero argentino; su constitución solo resulta comprensible si prestamos atención a las luchas político-ideológicas en el socialismo, particularmente aquellas que se vinculaban a la posición que tenía que tener el PS ante la guerra mundial, así como también a las relacionadas con un vínculo orgánico firme con el movimiento obrero. Sin embargo, el dogmatismo staliniano que dominó la historia del PC–burocratismo, métodos de ordeno y mando, nuevo reformismo, subordinación a las políticas emanadas de la III Internacional y de la Unión Soviética; políticas que después de la muerte de Lenin perdieron su orientación revolucionaria– impidió que este se convirtiera en el partido revolucionario de la clase obrera argentina.
Fuentes consultadas
Corbière, E. “Los archivos secretos del PC Argentino. La internacional comunista en la Argentina”, en Todo es Historia, Nº 372, julio 1998.
Gilbert, I. La Fede. Alistándose para la revolución. Buenos Aires, Sudamericana, 2009.
Koroliov, N. El movimiento obrero internacional en el gran viraje histórico 1914-1920. Moscú, Editorial Progreso, 1982.
Oriolo, J. Antiesbozo de la historia del Partido Comunista 1918-1928. Buenos Aires, CEAL, 1994.