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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 19 de enero de  2025
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La génesis del peronismo

La génesis del peronismo

Se cumplen hoy setenta años de la gran movilización popular a Plaza de Mayo que exigió la libertad de Juan Domingo Perón. Fue el 17 de octubre de 1945, una fecha emblemática no solo en la historia del movimiento obrero argentino sino en la historia argentina en su conjunto.
Cuando el proletariado de Buenos Aires, movilizado a Plaza de Mayo, impuso la libertad de Juan Domingo Perón, estaba protagonizando un evento que sería la carta de nacimiento definitivo del movimiento peronista.
¿Fue el 17 de octubre de 1945 una fecha que trazó una tajante línea divisoria en la historia del movimiento obrero?  ¿O, por el contrario, nos encontramos frente a diversas formas de continuidad con lo protagonizado por los trabajadores antes de esa fecha?
“La otra ala del movimiento obrero –dice Alberto Belloni– del país está dada por el caudal de jóvenes nativos, descendientes de las montoneras, que bajan a la ciudad-puerto. Son ellos los que se ven obligados a levantar las denominadas ‘villas miseria’ por la carencia de viviendas. Sus brazos fuertes se tornan hábiles al contacto con las máquinas y herramientas mecánicas. Poseen una mentalidad virgen sin mayor experiencia y conciencia de su ubicación como clase en la sociedad moderna. Hasta la tradición de sus antepasados se halla quebrada por el triunfo de la oligarquía porteña que había arrasado con el interior. Arrinconados en su terruño, puestos de espaldas al país, olvidados, relegados por la minoría capitalina, que monopolizaba todo, traen un resorte poderoso que, al ser puesto en libertad, configura el verdadero rostro de nuestro pueblo, amordazado desde hacía 80 años. La fuerza de estos hombres provenía de las mismas entrañas de la tierra y del pueblo argentino y ello los capacita a marcar un nuevo rumbo nacional”.
Según Belloni, estaríamos, por ende, en presencia de una “nacionalización del movimiento obrero”. Esta apreciación, aunque con otra valorización ideológica, fue propuesta por Gino Germani, al contraponer en la clase obrera de los 30 y 40 a los “obreros nuevos” con los “obreros viejos”. Los primeros carecerían de la experiencia sindical y política de los segundos, y fueron fácil presa de la demagogia de Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, en la medida en que la política social de este (aumentos salariales, vacaciones pagas, aguinaldo, sindicalización masiva, etc.) les permitió mejorar sus condiciones de vida y satisfacer sus reivindicaciones inmediatas. Sin embargo, esta idea de una “nueva clase obrera”, de una “argentinización de los trabajadores”, naufraga frente a la crítica social.
En primer lugar, el proletariado anterior a 1943-1945 era argentino, independientemente del peso que en el seno de la clase obrera pudieran tener los trabajadores inmigrantes. Y esto es así porque las relaciones productivas que los constituían como tales eran las propias del capitalismo argentino.
En segundo lugar, porque si bien es cierto que en los 30 y 40 se registra un proceso de migraciones internas  que confluyen en Buenos Aires, la mayoría de estos migrantes provenían de la región pampeana, afectada por la crisis de la economía agroexportadora, y no del interior mediterráneo. Recién para 1947 nos encontraremos con una importante migración del interior y ello obviamente es posterior al 17 de octubre.
En tercer lugar, porque la tendencia ideológica, en gran parte hegemónica en el movimiento obrero argentino, era la de los sindicalistas y no la de socialistas y comunistas; los gremialistas de tendencia sindicalista, como parte de la “vieja guardia sindical”, desempeñarían un rol relevante en la génesis del sindicalismo peronista; esto nos permite establecer una relación de continuidad entre el movimiento obrero anterior a 1943 y el nuevo que maduró entre 1943 y 1945 y que dio origen al 17 de octubre.
En cuarto lugar, porque no existe un “espíritu de la tierra” y, si se quiere argumentar su existencia, si los “obreros nuevos” fuesen portadores de un “espíritu ancestral”, entonces no habrían buscado integrarse en una sociedad industrial, independientemente del modelo económico de esta (capitalista, socialista o socialista nacional), sino que habrían rechazado al conjunto de la organización industrial.
Una segunda hipótesis respecto de la génesis del peronismo, y la que nos parece más acertada, es la de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, quienes destacan la unidad de la clase obrera, como una clase social sujeta a un proceso de acumulación de capital sin distribución del ingreso; una clase que vino protagonizando desde mediados de los años 30 un conjunto de luchas huelguísticas por reivindicaciones económicas inmediatas, que la mayoría de las veces no concluían con un triunfo obrero y que recién después de 1943, cuando Perón asumió en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, encontró un interlocutor válido en las estructuras del Estado. Por esta razón una fracción de la “vieja guardia sindical”, en interacción con Perón, fue el componente que catalizó la gestación del peronismo.
Los sindicalistas, como tendencia ideológica, dejadas de lado desde hacía mucho tiempo sus veleidades revolucionarias, abandonaron su prescindencia política y protagonizaron un “redescubrimiento de la política” al gestar el Partido Laborista que postuló a Perón a la presidencia de la Nación. Para el laborismo, dicen Murmis y Portantiero, “la minoría [estaba] constituida por latifundistas, hacendados, industriales, comerciantes, banqueros y rentistas y todas las variedades del gran capitalismo nacional o extranjero. Enfrentados a esa coalición se encontraban los obreros, empleados y campesinos, conjuntamente con profesionales, artistas o intelectuales asalariados, así como pequeños comerciantes, industriales y agricultores, formando lo que la Declaración de Principios califica como la clase laborista que necesita unirse en su propia defensa y en bien del progreso del país”. A lo que Alejandro Horowicz agrega: “De modo que la formación del laborismo estaba vinculada a tres elementos desiguales: el 17 de octubre donde los trabajadores habían inclinado con su acción el fiel de la balanza; la necesidad de presentar una batalla electoral; la tradición política que había nutrido el sindicalismo que devino peronista. Por eso, los integrantes de la Intersindical capitaneada por [Cipriano] Reyes, los de la CGT ferroviaria (CGT 1) y los militantes de la Unión Sindical Argentina (USA, ex CGT 2) convinieron el 24 de octubre constituir una mesa directiva provisional del partido obrero. En menos de lo que canta un gallo, la mesa resolvió denominar laborista al nuevo partido, organizarlo sobre la base de los sindicatos y confeccionar un programa político”.
Pero la vida del Partido Laborista fue muy breve, sirvió para otorgarle a Perón, una estructura partidaria que lo candidatease a la presidencia, pero no más allá de esto. Perón no quería ninguna autonomía sindical o política del movimiento obrero, sino subordinar a su liderazgo al conjunto del proletariado. Esto terminaría por desintegrar al laborismo y conformar el Partido Justicialista, después de las elecciones de 1946.
¿Y que hay respecto de la influencia comunista en el movimiento obrero con anterioridad a 1945? Los comunistas, aliándose a los socialistas, habían logrado desplazar a los sindicalistas de la CGT en 1935. Asimismo lograron gestar una notable influencia en los gremios industriales (carne, construcción, textiles, etc.). Es cierto que después del golpe de estado de 1943, la CGT Nº 2, donde los comunistas eran la fuerza dirigente, fue reprimida y suspendida. Pero las persecuciones a los comunistas solo muy tenuemente pueden explicar su desplazamiento de las organizaciones gremiales. Los comunistas tenían como objetivo político estratégico conformar un Frente Popular que combatiese al fascismo, tanto internacional como interno. Ahora bien, la base social de ese frente no podía ser otra que la de la alianza entre la clase obrera y la pequeña y mediana burguesía, y era precisamente esta alianza de clases la que sostuvo social y políticamente al peronismo; en otras palabras, el antiperonismo del Partido Comunista dejó a este girando en “el vacío de clase” cuando el peronismo se convirtió en la expresión política e ideológica del movimiento de liberación nacional y social.
¿Fue el peronismo un populismo? Lenin decía que el populismo era la manifestación política de la pequeña burguesía; es cierto que lo hacía refiriéndose al populismo ruso de fines del siglo XIX, cuya base eran los pequeños campesinos; pero nos parece que las políticas populistas son expresión de tendencias burguesas, mientras que en la génesis del peronismo el rol central lo desempeñó el proletariado industrial, y esto nos llevaría al problema de cómo definir al peronismo. Pero eso ya es otra historia.

Fuentes consultadas
Belloni, A. Peronismo y socialismo nacional. Buenos Aires, 1962.
Horowicz, A. Los cuatro peronismos. Buenos Aires, Hyspamérica, 1986.
Murmis, M. y Portantiero, J. C. Estudios sobre los orígenes del peronismo. Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 1971.

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