Incendio del Reichstag: artimaña del nazismo
- Por Miguel Ruffo
- Tamaño disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente
Hoy se cumplen 90 años de la noche en que los nazis incendiaron el Reichstag (parlamento) y acusaron a los comunistas de haber cometido el atentado con el objeto de afianzar su naciente dictadura. Todo estaba orientado hacia la campaña anticomunista y postulaba a la Alemania de Adolf Hitler como vanguardia y punta de lanza del imperialismo en la proyectada guerra antisoviética.
Sobre este acontecimiento, Victorio Codovilla, uno de los dirigentes más importantes del comunismo argentino y latinoamericano durante el siglo XX, expresó: “[Los nazis] querían conseguir el apoyo de los gobiernos reaccionarios y ‘democráticos’ de otros países a fin de consolidarse en el poder y prepararse para la guerra. Para ello necesitaban de un hecho resonante que les permitiese presentarse ante ellos y ante la burguesía de su propio país como ‘nuevos cruzados’, como arcángeles que iban a destruir el ‘dragón comunista’ en su país y que lo destruirían en los demás países salvando a la ‘civilización’ capitalista del ‘barbarismo’ socialista. Pero Hitler, Goering, Goebbels y demás criminales fascistas realizaron esa monstruosa provocación política que fue el incendio del Reichstag e inmediatamente empezaron a buscar a los ‘culpables’ entre sus enemigos y en especial en el partido comunista”.
Un primer momento en este proceso era consolidar una dictadura fascista en Alemania. En este sentido, constituye una prueba el decreto-ley del gobierno de Hitler dictado el 28 de febrero de 1933 –al día siguiente del incendio– por el cual se derogaban una serie de artículos de la Constitución relativos a la libertad de asociación y de prensa, así como también los que protegían la inviolabilidad de las personas y de sus domicilios. Todo ello formaba parte de una cruzada contra la clase obrera.
El gobierno nazi acusó a Gueorgui Dimitrov, comunista búlgaro que se encontraba en Berlín desde 1929, de ser el instigador o autor intelectual del atentado. Se planeó un espectacular juicio para acusar al comunismo de movimiento afín al terrorismo y enemigo de la sociedad.
En la madrugada del 28 de febrero, Dimitrov se encontraba viajando en el tren que unía Munich con Berlín. Se enteró por la prensa del incendio del Reichstag y comprendió que los nazis querían poner fuera de combate al por entonces poderoso Partido Comunista de Alemania. El 9 de marzo lo detuvieron junto a Blagoi Popov y Vasil Tanev, militantes del Partido Comunista búlgaro cuya dirección, por entonces, se encontraba exiliada en Alemania. El régimen nazi montó el proceso judicial contra el comunismo, el cual suscitó las siguientes palabras de Codovilla: “La Gestapo, con la ayuda del gobierno de Bulgaria y de la encanallada prensa hitleriana, se dedicó a preparar el ‘gran proceso’ [contra el comunismo], pues, según decían, había caído en sus manos ‘un viejo profesional de la insurrección’ condenado a muerte en 1923, por ese motivo”. Dimitrov, que asumió por sí mismo su defensa y la de sus compañeros, se transformó de acusado en acusador, revelando que el incendio había sido obra de los nazis que, con ese acto, proyectaban consolidarse como dictadura del gran capital y convertir a Alemania en el centro de la reacción internacional y en un foco de guerra.
En el proceso judicial, Dimitrov defendió no solo la concepción comunista del mundo y los principios de la Tercera Internacional, sino también al Partido Comunista búlgaro. Los nazis tuvieron un fracaso total. Dimitrov puso entre la espada y la pared a Hermann Goering, ministro del gobierno de Hitler, y a Joseph Goebels, cabecilla de la propaganda montada por los hitleristas. Así, el periódico londinense The Observer, señaló: “Debe destacarse que el señor Goering, general del Tercer Reich y primer ministro prusiano, protagonizó un espectáculo lamentable. No logró dar un solo argumento contra los acusados ni eliminar las sospechas que pesan sobre los nacionalsocialistas”. Por su parte, el Daily Telegraph, también de Londres, expresaba: “El tribunal se hizo el ‘harakiri’ al no encontrar la valentía de expulsar al señor Goering y por las ofensas del señor Dimitrov. En este proceso se ha abierto ahora una brecha irreparable. Ahora sabemos a qué atenernos”. En efecto, Dimitrov mostró que el comunismo nada tenía que ver con el terrorismo: “Yo estoy, desde el punto de vista de la conciencia revolucionaria, contra el terror individual y contra las aventuras putchistas”. Después expresó: “Yo defiendo, no mi persona, sino mis ideas, mis concepciones comunistas. Defiendo el sentido y el contenido de mi vida. Por eso cada palabra que pronuncio ante el tribunal es sangre de mi sangre, es carne de mi carne”.
Fracasados los nazis en su acusación contra Dimitrov y sus compañeros, se propusieron “absolver” a los acusados por falta de pruebas, pero Dimitrov rechazó esa propuesta de fallo y exigió que fueran absueltos por inocencia. Exigió al tribunal que diese un fallo que contuviera los siguientes puntos: 1) el reconocimiento de su inocencia; 2) la consideración de Marinus van der Lubbe (autor material o coautor del incendio) como instrumento utilizado por los fascistas contra los comunistas y 3) que se indemnizara a Dimitrov y a los demás detenidos por los quebrantos de salud y los sufrimientos soportados durante sus encierros.
El 23 de diciembre de 1933, el Tribunal dictó las sentencias y Dimitrov y sus compañeros resultaron absueltos. Sin embargo, permanecieron dos meses más en la cárcel, lo cual suponía un peligro para sus vidas. En ese contexto, la Unión Soviética tomó la decisión de concederles la ciudadanía y así Hitler se vio obligado a ceder. El mismo día que se cumplía el primer aniversario del incendio del Reichstag, los tres búlgaros fueron liberados y pisaron tierra soviética.
Fuentes consultadas
Codovilla, Victorio (1972). “Jorge Dimitrov revolucionario ejemplar de la época actual” (Discurso pronunciado en el solemne acto necrológico en memoria de Jorge Dimitrov que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires, el 16 de julio de 1949), en Dimitrov, Jorge. Selección de Trabajos, Buenos Aires, Estudio.
“Jorge Dimitrov. Breves datos biográficos”, Sofía-Press, s/d.
Vilar, Norberto (1985). Rosas rojas del socialismo real. Cuatro históricas décadas de una nueva sociedad en la Bulgaria popular, Buenos Aires, Cartago.