El subte porteño en su día
- Por Miguel Ruffo
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Hoy se cumplen 110 años del lanzamiento del servicio de subterráneos en la ciudad de Buenos Aires, cuando se produjo la inauguración de la línea A, primera no sólo de América Latina, sino también del mundo de habla hispánica y del hemisferio sur.
A principios del siglo XX, Buenos Aires se había convertido en el centro económico y político –cabecera portuaria y ferroviaria– de la economía capitalista agroexportadora. La otrora “Gran Aldea” era ahora la principal metrópoli sudamericana. Si en 1903 vivían en ella unos 895.381 habitantes, para 1913 se habían incrementado a 1.457.885. Para tamaña población –y su expansión geográfica– era necesario un nuevo sistema de transporte en la ciudad. Ese transporte sería el tranvía, tanto en su modalidad de superficie como subterránea.
La línea A de subterráneos constituyó una manifestación de la modernización urbana. Pocos días antes de su inauguración, el 28 de noviembre de 1913, la revista Caras y Caretas señalaba: “Desde la época en que los tranvías a caballo salían de la ‘Agencia Central’ en la calle Cuyo 34 para terminar su recorrido en la Plaza del Once, sólo han pasado cuarenta y tres años, y, sin embargo, tan grande ha sido el desarrollo de la metrópoli en ese tiempo –insignificante en la vida de un pueblo– que a salto de gigante hemos pasado de los 24 coches que ‘corrían’ entre las siete de la mañana y las once de la noche, al grandioso subterráneo que dentro de dos días se inaugura, en los que ‘volarán’ trenes innumerables cada tres minutos y de los que, en la estación Congreso y en la estación Once, se podrá combinar con las múltiples líneas que constituyen la notable red de tranvías a nivel con que ya cuenta Buenos Aires”.
La ciudad de los tranvías, como se denominó a la capital, ahora tendría el primer tranvía subterráneo. Era una conquista más de la idea de progreso de la generación del 80 –burguesía terrateniente y financiera– que se había lanzado a la “modernización del país”. Era, como le gustaba manifestar al periódico La Prensa, una expresión más de un “país joven que redimía al proletariado de los pueblos viejos”.
El tramo “Plaza de Mayo-Plaza Miserere” fue el primero que cubrió la línea A. En abril de 1914 se prolongó hasta la estación Río de Janeiro y en julio del mismo año, a la estación Caballito, denominada luego Primera Junta.
La Nación del 27 de octubre de 2013, en un artículo de Mauricio Giambartolomei, dice: “El primer subterráneo partió a las 15.25 y la comitiva estuvo encabezada por Victorino de la Plaza, en ejercicio de la presidencia, porque Roque Sáenz Peña estaba muy enfermo. En la estación Congreso hubo una parada. Luego siguieron viaje hasta la estación Once, donde los esperaba un importante lunch. Esta fue una de las principales vías de comunicación que unían el centro de la ciudad con el ferrocarril del Oeste, según recordó el historiador Daniel Balmaceda”.
Entre las unidades utilizadas se encontraban 46 coches de fabricación belga La Brugeoise. Eran de madera y poseían dos puertas de doble hoja para el acceso desde los andenes. La apertura y el cierre de las puertas era manual. Cada unidad tenía motores de 115 HP y podía alcanzar una velocidad de 50 km/h. Estos históricos coches fueron dados de baja el 11 de enero de 2013.
Por una ley sancionada en diciembre de 2013 parte de esa flota fue conservada como patrimonio urbano y es utilizada en algunas ocasiones, como la de este 110° aniversario, para un servicio histórico.
Nos consta, además, que uno de los coches se encuentra en el Museo del Transporte de Lujan cubierto por una gran lona hasta tanto se puedan conseguir los fondos necesarios para construirle una adecuada protección y así exhibirlo.
Fuentes consultadas
Línea A (Subte de Buenos Aires) en Wikipedia.
Giambartolomei, Mauricio. "La historia vuelve a rodar. Restauran los viejos vagones de la Línea A de subtes", en La Nación, 27/10/13.