El golpe de 1943 y el origen del peronismo
- Por Miguel Ruffo
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Hoy se cumplen ochenta años del golpe de Estado que derrocó al gobierno de Ramón Castillo, último de la llamada “década infame”. Un acontecimiento clave para el inmediatamente posterior surgimiento de la figura de Juan Domingo Perón y del movimiento popular que se identificó con él. A propósito del aniversario, reproducimos aquí el artículo que realizamos para la edición impresa de Tras Cartón de junio de 2013 y que se publicó con el título “La antesala del peronismo”.
El golpe de Estado del 4 de junio de 1943 es un acontecimiento bisagra entre la década infame y el primer peronismo. Para comprenderlo en toda su dimensión es necesario insertarlo en el acontecer nacional e internacional. A nivel local, desde el golpe de 1930 el ejército desempeñaba un rol relevante en el desarrollo político de la nación. Si bien los proyectos corporativos y fascistas de José Félix Uriburu habían sido desplazados, mediante el fraude electoral, por la restaurada “república conservadora” –resultado esta del triunfo de la tendencia encabezada por el general Agustín P. Justo–, continuaba existiendo en el seno del ejército una fuerte corriente de militares nacionalistas, muchos de ellos admiradores de la Italia de Benito Mussolini e incluso de la Alemania de Adolfo Hitler (recordemos al respecto que la influencia prusiana en el ejército argentino databa de fines del siglo XIX).
A nivel internacional, hacia 1943 se estaba desarrollando la Segunda Guerra Mundial: para entonces, aunque las potencias nazifascistas habían perdido la iniciativa militar, sobre todo en el frente europeo por las victorias del Ejército Rojo (Moscú en 1941; Stalingrado en 1942 y Kursk en 1943), todavía mantenían bajo su dominio a la mayor parte del continente europeo, para no hablar del frente del Pacífico. A la guerra aún le restaban alrededor de dos años más de combates.
Volviendo al plano local, en las elecciones presidenciales de 1938, fraude de por medio, había triunfado la Concordancia con la fórmula Roberto Marcelino Ortiz y Ramón Severino Castillo. El primero provenía del radicalismo antipersonalista y el segundo del conservadurismo del interior.
Ortiz padecía de diabetes y no pudo cumplir su mandato, por lo cual debió dejar la presidencia en manos de su vice, Castillo. Mientras que Ortiz se proponía desmontar los mecanismos del fraude, Castillo era un firme continuador de esa modalidad política.
Hacia 1943, ya muerto Ortiz, Castillo se disponía a asegurar un nuevo triunfo conservador por medio del fraude, pero en junio de ese año se produjo el golpe.
Tradicionalmente, el golpe de Estado de 1943 fue interpretado como un evento pro-eje, es decir, favorable a las potencias fascistas, ya que la Argentina continuó resistiendo las presiones de los Estados Unidos para declararle la guerra a Alemania y preservó su neutralidad. Pero ¿eran realmente las potencias del eje las interesadas en la neutralidad argentina?
Algunos historiadores, por ejemplo Milcíades Peña, han sostenido que la neutralidad argentina le era necesaria a Gran Bretaña para que el país pudiera continuar abasteciéndola de productos alimenticios para sus tropas en los frentes de combate. Así, el golpe de 1943 habría sido favorable a los aliados, entendiendo por tales a Inglaterra, potencia con la cual la economía y la política argentinas tenían vínculos históricos.
En el período previo al golpe de junio, circulaba entre los conservadores la candidatura de Robustiano Patrón Costa y, si la Argentina se vinculaba a los Estados Unidos en guerra contra el nazifascismo europeo, se ponían en peligro las relaciones comerciales con Inglaterra, debido a que buques mercantes con cargamentos alimenticios de la pampa exportadora podrían ser blanco de los buques y submarinos alemanes.
A estas consideraciones, que focalizan en cómo repercutía sobre la política exterior argentina la situación internacional de la época, corresponde agregar referencias a las políticas internas, porque en ellas se encuentra gran parte de la génesis del peronismo.
En la década del 30 la política de sustitución de importaciones seguida por los gobiernos conservadores había dado origen a una industria, particularmente ligera, que posibilitó el incremento del proletariado fabril, sobre todo en Buenos Aires. Fue un proceso de acumulación del capital sin distribución del ingreso. En efecto, si consideramos el año de 1929 y le atribuimos como base 100 tanto a la ocupación como a los salarios reales, veremos que para 1932 tanto una como otra variable se encontraban por debajo de ese índice. En otras palabras, había desocupación y caída de los salarios reales; y a pesar de que para 1935 se habían recuperado los niveles de ocupación, los salarios reales continuaban deprimidos. Las luchas huelguísticas del movimiento obrero no habían logrado doblegar esa tendencia.
Son los años en que socialistas y comunistas habían logrado alcanzar la dirección de la CGT, desplazando en 1936 a la dirección sindicalista. Pero cuando en 1939 se desencadenó la guerra mundial, los socialistas se sumaron al esfuerzo de los aliados y los comunistas quedaron solos dirigiendo las luchas reivindicativas de los trabajadores. Entre 1939 y 1941 se desarrolló el período de mayor influencia comunista en el movimiento gremial. No obstante, cuando la Alemania nazi invadió la Unión Soviética en 1941, la guerra, en la perspectiva de los comunistas, dejó de ser considerada interimperialista y se convirtió en una contienda por la democracia y la libertad de los pueblos contra el fascismo.
Es en este contexto donde comenzó a adquirir preeminencia la política del secretario de Trabajo y Previsión Social, Juan Domingo Perón, que complementaba la represión a los sindicatos comunistas con medidas de neto corte social (incrementos salariales, aguinaldo, vacaciones pagas, etcétera) que permitieron un notable mejoramiento de las condiciones de vida de las clases trabajadoras. En el período 1943-1945, los salarios reales recuperaron y superaron el nivel de 1929: son los años de la génesis del peronismo.
Respecto de este evento se han tejido diversas interpretaciones. Gino Germani sostuvo que el peronismo se formó debido a la política demagógica del entonces coronel Perón, que hizo de los obreros nuevos, sin experiencia sindical y política, una fácil presa. Para Germani se había producido una división en el proletariado entre los obreros viejos, con experiencias de clase, y los obreros nuevos (migrantes del interior a Buenos Aires) que, sin la educación adquirida en los primeros a través de sucesivas luchas gremiales y políticas, fueron fácilmente cooptados por el Estado, a través de una combinación de represión a las dirigencias tradicionales, concesiones sociales y sindicalización “desde arriba”, controlada por el poder político y la policía.
Por el contrario, para Murmis y Portantiero no se trató de una contraposición entre obreros viejos y obreros nuevos. Ellos destacan la unidad de la clase obrera como una clase sometida a un proceso de acumulación de capital sin distribución del ingreso, que encuentra en Perón a un interlocutor real en las esferas del gobierno, y eso explica por qué, cuando fue desplazado por la reacción conservadora, los trabajadores lo rescataron de la prisión en la jornada del 17 de octubre de 1945. Asimismo, Murmis y Portantiero consideran que la tendencia ideológica dominante en el movimiento gremial argentino en los años 30 y 40 no estaba representada por socialistas y comunistas, sino por los sindicalistas. Estos no se proponían una transformación revolucionaria de la sociedad, sino mejorar las condiciones de trabajo, retribución y vida de los trabajadores, mejoras conseguidas por medio de convenios garantizados por el Estado.
Independientemente de cómo interpretemos la voluntad de sus protagonistas, el golpe de junio de 1943 generó una situación histórica en la que se gestó el peronismo como conciencia e identidad de la clase obrera argentina –identidad que, más allá de las transformaciones registradas en los decenios siguientes, continúa teniendo vigencia– y se abrió el camino hacia la gestación de una forma inédita de relación: la de la República Social Burguesa. Pero eso ya es otra historia.
Germani, G. Política y sociedad en una época de transición. Buenos Aires, Paidós, 1968.
Murmis, M. y Portantiero, J. C. Estudios sobre los orígenes del peronismo. Buenos Aires, Siglo XXI, 2011.
Potash, R. El ejército y la política en la Argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 1981.