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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 6 de diciembre de  2023
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Del mono humanoide al hijo de las estrellas

Del mono humanoide al hijo de las estrellas

Hoy se cumplen 55 años del estreno en la ciudad de Nueva York de 2001: una odisea del espacio, película de culto británico-estadounidense del género ciencia ficción dirigida por Stanley Kubrick, quien a su vez la coguionó con Arthur Clarke, autor de la novela homónima y del cuento El centinela, en el que se basó el film. Los roles protagónicos fueron interpretados por Keir Dullea como Dave Bowman, Gary Lockwood como Frank Poole, Douglas Rain como la voz de la súper computadora HAL 9000, William Sylvester como Heywood Floyd y Daniel Ritcher como Moon Watcher.

2001: una odisea del espacio expone tres momentos de encuentros entre el hombre con un enigmático monolito.

El primero se produce en los albores de la humanidad, cuando los monos antropoides influenciados y excitados por los sonidos desprendidos del monolito comienzan a convertirse en hombres. Una mutación se encuentra en esos orígenes: un extraño mensajero del espacio, procedente de lejanas galaxias, crea las condiciones para que los monos antropoides puedan transitar hacia la condición humana. Vale decir, el origen del hombre procede de las estrellas. Una lejanísima civilización ha enviado al espacio naves que, recorriendo la inmensidad del cosmos, cuando encuentran un planeta con condiciones propicias para la vida inteligente proceden a trasformar a esos seres preinteligentes en seres dotados de inteligencia. No está muy lejana esta visión, si se quiere tecnocrática del origen del hombre, de aquella otra que sostiene que es el “soplo divino” lo que permitió la transformación del mono en hombre. El monolito sería la forma tecnocrática del soplo de la divinidad.

El segundo encuentro se despliega en un marco futurista (que ya es pretérito para nosotros) y se produce en las profundidades de Tycho, prominente cráter de la luna: vuelve el hombre a toparse con el monolito como prueba de la existencia de vida inteligente en otro lugar del cosmos. El hombre no estaba solo en el universo.

En el pasaje de la novela en que le presentan el curioso objeto al científico Heywood Floyd, escena que en la película se resuelve con pura imagen, Clarke le hace decir al informante: “En realidad no tiene nada que ver con la especie humana… pues cuando fue enterrado allí, no había seres humanos. Tiene una antigüedad de aproximadamente tres millones de años. Lo que está usted ahora contemplando es la primera evidencia de vida inteligente fuera de la tierra”. 

En este segundo encuentro con el monolito está trasplantada la situación política internacional de los años sesenta, dada por el enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. En efecto, Clarke imagina un 2000 donde las dos potencias espaciales tienen zonas en el satélite de la tierra. Tycho se encontraba en la zona norteamericana y las autoridades de los EEUU resuelven ocultar a los soviéticos lo que realmente está ocurriendo allí declarando una cuarentena por una falsa epidemia. Dejando a un lado estas suspicacias, lo cierto es que el futuro que Clarke estaba imaginando para el año 2000 era que la luna ya estaría colonizada con bases norteamericanas y soviéticas (amén de que la Unión Soviética dejó de existir en 1991).

Y arribamos finalmente al tercer y definitivo encuentro del hombre con el monolito.

Dave Bowman, que debido a las artimañas criminales de Hal 9000 sustentadas en el poder de su inteligencia artificial, había quedado como el único sobreviviente de los cinco tripulantes embarcados en la nave espacial Discovery 1 que tenía por misión llegar a Júpiter, desde el sistema de este planeta es proyectado hacia la inmensa profundidad del cosmos. Es así que pasan por su mente planetas y estrellas, adquiere nuevos conocimientos y está en condiciones, después de un raudo envejecimiento, de volver a nacer como un “hijo de las estrellas” que será enviado, como mensajero estelar, a los hombres del futuro.

Señaló Arthur Clarke: “La novela 2001: una odisea de espacio fue escrita durante los años 1964-1968 y fue publicada en julio de 1968, poco después del estreno del film. Como resultado de ello existe un paralelismo mucho más próximo entre libro y film del que se produce normalmente, pero hay también diferencias importantes. En la novela, el destino de la espacio nave Descubrimiento era Lapetus (o Japeto), la más enigmática de las varias lunas de Saturno (…) En el film, sin embargo, Stanley Kubrick introdujo cambios y Saturno fue eliminado del guion”.

En efecto, en la novela, la nave espacial Discovery 1, para poder alcanzar las lunas de Saturno, debía tomar impulso del enorme campo gravitatorio de Júpiter, que le imprimiría una especie de efecto “honda” que le permitirá acelerar para encarar la segunda etapa del viaje hacia el planeta de los anillos, pero el director del film consideró que desde el punto de vista del relato cinematográfico era redundante y sería más efectivo si la nave espacial se dirigía a los satélites de Júpiter. Así, y siempre según Arthur Clarke, el director “evitó juiciosamente confusiones, situando la tercera confrontación entre hombre y monolito entre las lunas de Júpiter”.

2001… comienza y termina con una mutación. La primera es aquella que transforma al mono humanoide en hombre y la segunda es aquella que convierte al hombre en “hijo de las estrellas”. Se abre para la humanidad una nueva etapa en su evolución. Es que de la misma manera en que Moon Watcher, el líder de los monos humanoides, un día advirtió que tenía que pensar algo para canalizar hacia el exterior la transformación que en él se había registrado a partir de los sonidos del monolito, Dave Bowman, ahora “hijo de las estrellas”, tenía que pensar algo a partir de los nuevos conocimientos adquiridos en su largo viaje por la inmensidad del cosmos.

Y termina 2001… con un niño preparándose para nacer: es el hijo que las estrellas han gestado en su seno. “Cuando el hombre sepa –escribió Arthur Clarke– que no es el único ser inteligente en el universo, hallará sutilmente cambiados su vida, sus valores y su filosofía”.

FUENTES:

Clarke, Arthur (1985). 2001, una odisea espacial. Buenos Aires, Hyspamérica.

Clarke, Arthur (1988). 2010: Odisea dos. Barcelona, Ultramar Ediciones.

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