Logo
Imprimir esta página

Charles Pellegrini y la ciudad perdida

Charles Pellegrini y la ciudad perdida

Se cumplen hoy 150 años de la muerte de Charles Henri Pellegrini, ingeniero francés que al quedarse sin empleo en Buenos Aires se volcó al arte. Sus dibujos e ilustraciones retrataron templos, plazas y fiestas populares, dejando un registro único de una ciudad colonial que en gran parte ya no existe. Como dato de color, cabe apuntar que el artista fue el padre del ex presidente de la Nación Carlos Pellegrini.

Charles Henri Pellegrini estudió en la Escuela Politécnica de París y como flamante ingeniero llegó a Buenos Aires en 1828 con el objeto de realizar un conjunto de trabajos hidráulicos que habían sido proyectados por el gobierno de Bernardino Rivadavia como parte de las obras destinadas a dotar a la ciudad de un puerto y de aguas corrientes. La caída de Rivadavia, las dificultades políticas del gobierno de Manuel Dorrego y el desbarajuste económico impidieron la realización de esos trabajos. Encontrándose sin posibilidad de desarrollar las tareas para las cuales había sido contratado y la necesidad de ganarse la vida, incursionó en el arte convirtiéndose en un prolífico retratista y en un ilustrador de la ciudad que ahora le daba cobijo. Fue un excelente dibujante y practicó la témpera y la acuarela. En los años en que se dedicó al retrato pintó a hombres vinculados a la política, el clero y las letras; como así también a madres e hijas.

Aquí abordaremos su desempeño como cronista gráfico de la ciudad de Buenos Aires. Allí en la urbe del Plata, Pellegrini encontró un tema donde explorar no solo sus aptitudes como dibujante sino también –y esto es lo relevante de sus trabajos vistos al día de hoy– con el cual dejó la imagen de una ciudad que en su mayor parte ya no está. Por ende, sus dibujos son fuente ineludible para el conocimiento del Buenos Aires criollo. Dejó testimonios del Cabildo, la Recova, la Catedral, la Pirámide de Mayo y otros andariveles de la ciudad, como el Puerto de los Tachos (la Vuelta de Rocha) y la Recoleta. Así podemos ver las arcadas del Cabildo y de la Recova, las torres campanarios de las iglesias, la sencillez de las casas coloniales y criollas. Su vasto repertorio iconográfico nos informa e ilustra sobre la ciudad y su gente. Su amplio conocimiento de la geometría, el uso de la línea como elemento descriptivo de las formas, un color suave y contornos que circunscriben y definen la representado, son notas dominantes de sus dibujos.

Examinemos, ahora, algunos de sus trabajos:

pel1025a

La Procesión de la Virgen del Rosario

En la Buenos Aires colonial las festividades religiosas eran los rituales más relevantes. Después de la Revolución de Mayo se desarrollarán festividades cívicas como las fiestas mayas y las fiestas julias; no obstante, las festividades religiosas continuaron siendo una de las formas de sociabilidad y de esta manera se cimentaba en las creencias católicas parte de las relaciones sociales vigentes. Una de esas festividades era la procesión de la Virgen del Rosario. En esta obra podemos ver los momentos iniciales de esas procesión, cuando la imagen de la Virgen es llevada en andas por un grupo de civiles alrededor de los cuales se destacan integrantes de la banda musical y el portador de un cirio. Más atrás, en la fila, saliendo de la iglesia un nutrido grupo de hombres y mujeres se dispone a participar de la procesión. El día es soleado. La iglesia es la de la Virgen del Rosario, convento de Santo Domingo. Obsérvese que consta de una sola torre, la del este, ya que todavía no se había construido la torre oeste que da sobre la actual calle Defensa. Tras la fachada de la iglesia se divisa su cúpula coronada por una cruz.

pel1025b

Interior de la Catedral

Thomas Love, conocido como “Un inglés”, escribió Cinco Años en Buenos Aires, 1821-1825, relato de viaje próximo en el tiempo a esta obra de Pellegrini. En su narración, Love expresa parte de las sensaciones que tuvo al visitar la Catedral. Creyó advertir una contradicción entre los emblemas pacíficos de las imágenes religiosas y los trofeos de guerra colgados del techo de la Catedral. Eran las banderas de los regimientos españoles derrotados en las campañas libertadoras a Chile y Perú, que habían sido tomadas en Chacabuco, Maipú y Pasco. En 1821, San Martín había remitido desde Lima cinco banderas y dos estandartes, trofeos a los que el gobierno, por disposición de Rivadavia, resolvió construirles astas y fundas para su mejor conservación y destinarlos a la Catedral para ser exhibidos solo en los días de las funciones clásicas; es decir, en las festividades patrióticas. Obsérvese en la imagen las banderas pendientes a ambos lados de la nave; asimismo, la ausencia de escaños o bancos y a una mujer sentada sobre una alfombra pues las mujeres acudían con alfombras a las iglesias.

pel1025c

Las Fiestas Mayas

Las fiestas mayas eran fiestas cívicas y populares donde la ciudad se festejaba a si misma; es decir, festejaba su trayectoria revolucionaria desde la gesta de Mayo; festejaba sus fastos, su rol pionero en el derrocamiento de la dominación española. Obsérvese en el dibujo la popularidad de la fiesta: la Plaza de la Victoria especialmente engalanada y la presencia del pueblo festejando, jugando y divirtiéndose. Así, el trepar a un palo enjabonado, las cometas alzadas y los fuegos de artificio. Cada nuevo aniversario de la revolución la Plaza de la Victoria se vestía de fiesta.

pel1025d

La Catedral y la Calle San Martín

En esta vista de la Plaza de la Victoria hacia la izquierda vemos parte del Cabildo. A continuación, el Departamento de Policía y luego, más atrás, se atisban los Altos de Riglos con su célebre balcón. Al frente y al fondo, la Catedral exhibe, ya terminado, su frente con doce columnas corintias que representan a los doce apóstoles. La fachada es neoclásica y había empezado a construirse en 1821, en la época de Bernardino Rivadavia. El neoclasicismo se asocia en la Revolución Francesa y en Buenos Aires, con el republicanismo, que en la ciudad del Plata era sostenido por el grupo rivadaviano. Obsérvese que todavía no se había realizado el relieve del frontispicio, que data de 1861, y representa la reunión de José y sus hermanos. Al fondo se divisa la cúpula de la iglesia de Nuestra Señora de la Merced. Junto a la Catedral y a la derecha (es decir, hacia el este), la casa de Miguel de Azcuénaga. La Plaza de la Victoria, que era de tierra, está siendo atravesada por unos carros y peatones. Obsérvese que la plaza no tiene césped, ni árboles, ni fuentes. Al oeste de la Catedral (es decir, hacia la izquierda), la calle San Martín, cuyo nombre alude al Santo Patrono de la Ciudad, San Martín de Tours.

pel1025e

Plaza de la Victoria, 1829

En un primer plano y a la izquierda (hacia el este) se ve parte de la Recova, destacándose el Arco de los Virreyes que comunicaba la Plaza de la Victoria al oeste con la Plaza del Fuerte o del Mercado al este. La Recova presentaba una arquitectura formada por una serie de arcos de medio punto. Junto a su fachada, se ven postes (palenques) para atar a los caballos. La Recova era un mercado, había sido construida por el virrey Joaquín del Pino en 1801 y tenía por finalidad organizar las actividades comerciales que se desarrollaban en la Plaza. Debemos tener en cuenta que una función central de la Plaza era la de mercar, la de desempeñarse como mercado. La Recova se dividía en cuartos que eran otros tantos negocios o comercios de diferentes rubros. Se encontraba hacia la mitad de la Plaza de Mayo actual; por ende, la calle que vemos hacia el fondo (hacia el sur) es la actual calle Defensa. En la misma dirección, podemos observar los Altos de Escalada con su balconada y más hacia el fondo (más hacia el sur) la iglesia de San Francisco. La Plaza de la Victoria está animada por carros, caballos, bueyes y peatones.

pel1025f

El Cabildo de Perfil, visto desde San Martín

Ubicados hacia el norte, en la actual calle San Martín (entonces calle de la Catedral) y en su intersección con Rivadavia (entonces calle de las Torres), hubiéramos podido tener esta vista. Vemos parte de la Plaza de la Victoria. Hacia la izquierda (es decir, hacia el este), se encuentra un niño trepando a un enrejado donde encontramos la base de una torre que no llegó a construirse. Hacia la derecha (es decir, al oeste) los Altos de Urioste, los Altos de Riglos y, más atrás, el Departamento de Policía, todos vistos de perfil (de norte a sur), al igual que el Cabildo. Hacia el fondo (es decir, hacia el sur), la torre de la iglesia de San Ignacio. Más al centro, cruzando la plaza, y hacia la izquierda (es decir, hacia el este) la Recova Nueva. Animadamente, hombres y mujeres transitan por la Plaza. Las balconadas de Riglos y Urioste eran importantes porque a ellas accedían hombres y mujeres de la elite para observar eventos que se realizaban en la Plaza de la Victoria.

Fuentes consultadas:

AAVV (2001). Pintura Argentina. Precursores I. Buenos Aires, Ediciones Banco Velox.

Lòpez Anaya, Jorge (2005). Arte Argentino. Cuatro siglos de historia. Buenos Aires, Emecé.

Pagano, José León (1937). El Arte de los Argentinos. Tomo 1. Buenos Aires, Edición de Autor.

Derechos Reservados TrasCartón
Diseño Web Idea InterNet