Antonio Alice y la pintura de historia
- Por Miguel Ruffo
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Hoy se cumplen 80 años de la muerte de Antonio Alice en Buenos Aires, destacado pintor argentino que cultivó, entre otros, el género de la pintura de historia. Había nacido en la misma ciudad que lo vio partir el 23 de febrero de 1886.
Alice se crio en los años iniciales de la República Conservadora y de desarrollo capitalista agroexportador. Su vida atraviesa la democratización de Hipólito Yrigoyen, el golpe de estado de 1930 y la consiguiente restauración conservadora. Muere finalmente en 1943 cuando el proceso histórico terminaría anunciando una nueva época.
La investigadora Marcela Garrido afirma que desde sus primeros años Alice tuvo una fuerte vocación para el dibujo y que “aprovecha sus momentos libres para dibujar en cualquier papel que tuviera a su alcance”.
En 1898, el precoz dibujante asistió al taller del maestro italiano Decoroso Bonifanti y en 1903 comenzó a concurrir a las clases de dibujo dictadas en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes.
Al año siguiente, viaja a Italia, para ser más precisos a la ciudad de Turín, y allí, acompañado por su maestro Bonifanti, ingresó en la Real Academia Albertina teniendo a Giacomo Grosso como profesor. Durante su estadía en Italia recorrió los museos de arte y conoció las obras de los más grandes pintores en la historia del arte occidental. Regresó a la Argentina en 1910, año del Centenario de la Revolución de Mayo, y participó en la Exposición de Arte del Centenario con el óleo La muerte de Güemes, por el que recibió uno de los primeros premios.
Decíamos que se destacó como “pintor de historia”. El propio Alice dirá: “Exploremos en la historia; busquemos en su venera inagotable motivos para nuestras creaciones (…) Por intermedio del arte, contribuyamos a difundir la historia de la argentinidad y daremos con ello un sano ejemplo de amor a la Patria”.
A La muerte de Güemes le seguirá en 1918 Argentina, tierra de promisión, inspirado en la letra y el espíritu del Preámbulo de la Constitución Nacional: el de los constituyentes que, como representantes del pueblo, llaman a todos los hombres del mundo a habitar en la tierra argentina. Pero sin duda fue Los Constituyentes del 53 su principal obra, a la que le dedicó doce años de su vida, desde 1922, cuando comenzó a trabajarla, hasta 1934 cuando la concluyó. Una labor paciente y esmerada lo llevó a ir reuniendo toda la información necesaria para reconstruir con fidelidad la época, los personajes y el clima espiritual de aquella meritoria sesión nocturna en que se establecieron las bases de la organización institucional de la República Argentina. En 1942 el Congreso Nacional adquirió esta obra y desde entonces se encuentra en el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara de Diputados de la Nación.
Analicemos, ahora, algunas de sus pinturas
“En la meditación, la soledad y el desinterés, me encerré para realizar un ideal patriótico largamente soñado, y en cuya tarea empleé el espacio de doce años”, recuerda el propio Alice. Y agrega: “Me refiero a mi último esfuerzo artístico: el cuadro Los Constituyentes del 53, que me fue inspirado por un viaje a la ciudad de Santa Fe”. Cuando Alice realiza este óleo, el Cabildo de Santa Fe, espacio físico en el que sesionó el Congreso Constituyente, había sido demolido. Para el pintor este acontecimiento fue un delito. No pudiendo retratar el escenario, debió reconstruirlo para su pintura. Tuvo la suerte –él mismo lo dijo– que se conservaban documentos gráficos del Cabildo y del interior de la sala de deliberaciones. Hubo, por ende, de recurrir a la iconografía previa, particularmente a las fotos que se disponían de ese edificio. Surgió luego el siguiente problema: una vez que se dispuso del espacio en que debían ser ubicados los personajes debió averiguar cómo estaba iluminada la sala, cuestión importante, dado que de ella dependía la forma en que habría de emplearse la luz en la pintura. ¿La iluminación era a gas o por medio de velas? La investigación lo llevó a la conclusión de que era por medio de velas, pero persistían ciertas dudas. Entonces, iluminó la representación con la luz amarilla de las velas, pero no pinta ninguna vela, no revela la fuente de la luz y de esa manera elimina la posibilidad del error. Como la Sala de Sesiones no tenía ni lujos ni ornamentaciones, recurrió a ciertas sillas de época, a las que dibujó con detenimiento antes de trasladarlas al lienzo. Para poder pintar la escribanía de la que se valieron los diputados en el Congreso, Alice concurrió al Museo Histórico Nacional para dibujarla, ya que en esa institución se encuentra ese testimonio material del pasado. Por último, eligió los instantes finales de la sesión en que se aprobó la Constitución, señalando de esta manera, por medio de su óleo, la relevancia del momento en que las dudas de Facundo Zuviría, en relación a la oportunidad de sancionar en ese momento una constitución, dejan paso a las palabras de Francisco Seguí sobre la conveniencia de hacerlo y con ello dar a la nación una organización política.
Como es bien sabido, Martín Miguel de Güemes con sus valerosos gauchos de Salta defendió la frontera norte, enfrentando a las sucesivas invasiones realistas ycubriéndole las espaldas al Ejército de los Andes del general José de San Martín en campaña libertadora a Chile. En Salta, había un activo partido realista, ya que la presencia de ejército del Rey tornaba siempre posible el restablecimiento del poder colonial. Es la traición de gran parte de la clase dominante salteña la que permite a los realistas herir de muerte al jefe de los gauchos. Por eso, en La muerte de Güemes, el cuerpo del abatido, cual si fuese un Cristo, está siendo colocado en una camilla que hace las veces de un Santo Sudario. Tanto Jesús como Güemes mueren como resultado de la traición. La guerra gaucha ha concluido, pero sus hombres rinden tributo al gaucho entre los gauchos velando su sueño eterno. Allí están, algunos con sus sables desenvainados, todos mirando y admirando la muerte de su caudillo. Ya no puede luchar, pero su muerte ilumina el camino recorrido por los gauchos de Salta. Alice, por este cuadro obtuvo medalla de oro en la Exposición de Arte del Centenario.
“En ese período de mis andanzas artísticas por Europa junto con el prestigioso crítico, don José León Pagano, nace, inspirándome en él, mi primer cuadro histórico: con ese cuadro comencé mi aprendizaje, disciplinadamente en la reconstrucción mental y pictórica de la historia argentina”, rememora Alice acerca de esta obra iniciática. Y advierte: “Tanto en este cuadro como en todas mis telas, de carácter histórico o no, jamás olvidé el argumento que actúa en la obra de arte, identificada con sus valores plásticos. Pero debe tenerse en cuenta que el mérito de la obra pictórica, no debe nunca ser inferior a la importancia del tema tratado, porque así se obtiene la unidad que el arte nos exige para la realización de una obra seria”.
Tierra de Promisión nos ubica frente a uno de los acontecimientos centrales de la Argentina moderna: el de la gran inmigración europea que transformó el tejido social de la república. La obra sugiere a la Argentina invitando a todos los hombres del mundo a acudir a su tierra, porque ella generosamente abre sus brazos para recibir a cuantos quieran habitarla. Ella ofrece la realidad de la redención para aquellos contingentes humanos que busquen un nuevo porvenir. Es la promisión que espera al inmigrante. Es toda una alegoría que nos permite sumergirnos, a más de uno de los argentinos, en la génesis, en el origen de nosotros. Los brazos abiertos, los músculos tensos, la mirada que invita, la señal de la dirección, todo está allí para indicar que, por medio del trabajo, se podía forjar un futuro mejor. La Argentina se ofrece como tierra de promisión, a todos los hombres del mundo, porque de ella mana leche y miel. Sobre cómo concibió esta obra, Alice relata: “Impregnándome de la vida radiante de nuestros próceres, compenetrado de la belleza de los acontecimientos más notables, mi atención se detuvo un día, con unción religiosa, en el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional. Una frase: ‘Para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino’, me dio la visión del magnífico símbolo que representa nuestra tierra rica y generosa para el que sepa conquistarla con su trabajo y el sagrado sudor de su frente.
Fuentes consultadas:
Garrido, Marcela (2007). Biografía Visual. Antonio Alice 1886-1943. Buenos Aires, Museo Roca-Instituto de Investigaciones Históricas.
Rosatti, Horacio Daniel. “Los Constituyentes del 53: Historia de un Cuadro” en Todo es Historia, Año XXXII, Nº 385, agosto 1999.
Rosatti, Horacio Daniel. “Las Personas y las Cosas” en Todo es Historia, Año XXXV, Nº 429, abril 2003.