Ray Bradbury, el poeta
- Por Tras Cartón
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Se cumplen hoy cien años del nacimiento del gran escritor estadounidense Ray Bradbury. Por varios de sus libros icónicos, como Crónicas Marcianas, Fahrenheit 451, El hombre ilustrado, Las doradas manzanas del sol, a Bradbury se lo identifica como un autor de ciencia ficción. Sobre esto decimos dos cosas: por la forma en que concebía la ciencia ficción, a través de una narrativa impregnada de un profundo lirismo y de una descarnada crítica anticipatoria a una sociedad que se vale de su desarrollo supertecnológico para ser aún más opresiva, Bradbury era poeta. Y dado que –cosa que se conoce poco– escribía poesía, Bradbury era poeta.
A manera de homenaje, nos inclinamos por esta veta suya menos frecuentada y reproducimos un poema de su autoría.
Si son verdad todos tus yoes internos
No lo pienses, escribe.
Entonces, vendrá a ti
sin que la llames.
Mientras ajustas cuentas con el Odio,
diviértete, disfruta
o ambas cosas.
En resumen: trabaja con Amor.
No hablar del odio si no te gusta odiar,
debe ser felizmente delicioso.
Lo divertido de Alicia
es su maldad.
La oscuridad es nutritiva.
Dale un mordisco,
hace que emerja todo el significado de Significar
en mí y en ti.
En el cruce: la alegría
detona las raíces en el pecho del muchacho que corre,
revoca la tendencia al suicidio,
ofrece el desayuno a Jekyll, entierra a Hyde.
Lo mejor, por supuesto, son las combinaciones;
las obras justo en el medio;
lo que se ha visto o adivinado o sólo medio visto.
Apaga la luz, después enciende una cerilla,
levanta la escotilla de la vieja caja de Pandora,
deja que salga la medianoche, emborráchate
de sidra de manzana al mediodía, de cerveza de trébol por la mañana,
sé el vagabundo de ambos tiempos:
el día que despega,
la noche que se mustia.
Pero por encima de cualquier cosa, comprueba
si son verdad todos tus yoes internos.
Si la medianoche habla, préstale atención,
después escucha la canción que en la brisa
va invocando a las musas de los árboles.
Una vez más disfruta de todo. ¿Malicioso?
¡Sí! Y entonces deja que el Bien promulgue tus deseos.
Después, en la glorieta del Yin y el Yang,
distingue tu pecado y destruye tu cola.
Corre velozmente a través de la Nada.
¡Lo escribes o se olvida!