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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 29 de marzo de  2024
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La Reconquista de Buenos Aires

La Reconquista de Buenos Aires

Hoy se cumplen 210 años: el 12 de agosto de 1806, las fuerzas regulares e irregulares comandadas por Santiago de Liniers reconquistaron la ciudad de Buenos Aires, que había sido ocupada por los ingleses a fines de junio de ese año.

Las invasiones inglesas (1806-1807) pueden ser interpretadas como un episodio sudamericano de la guerra europea.

España, aliada a Francia, se encontraba en guerra con Inglaterra. La política de Napoleón de excluir a Gran Bretaña del mercado europeo agudizó la necesidad de ganar nuevos mercados para las mercancías inglesas, que, merced a la revolución industrial, eran cada vez mayores y más baratas. Es cierto que Popham y Beresford actuaron por iniciativa personal, después de la ocupación de la colonia del Cabo, en el extremo sur de África; pero desde fines del siglo XVIII existían planes del gobierno inglés para apoderarse de las posesiones españolas en América.

Buenos Aires, como colonia inglesa, tuvo una vida efímera: apenas los días que corren entre el 28 de junio y el 12 de agosto de 1806; lo relevante es que la ciudad fue reconquistada, no por las fuerzas del virrey marqués Rafael de Sobremonte, sino por aquellas que se organizaron al margen de la autoridad virreinal.

La reconquista se apoyó en un trípode de fuerzas. En primer lugar, las organizadas por Santiago de Liniers en la Banda Oriental que, tras su agrupamiento, desde Colonia cruzaron el Río de la Plata, desembarcaron en el puerto de Las Conchas, a la altura de San Fernando, y desde allí avanzaron hacia la ciudad de Buenos Aires, confluyendo con las fuerzas que desde la campaña enfrentaban a los ingleses. En segundo lugar, las fuerzas organizadas por Martín de Álzaga, que en los años siguientes sería el jefe de las fuerzas peninsulares enfrentadas a las milicias criollas. Los hombres dirigidos por Martín de Álzaga, dándose una organización celular clandestina en la propia ciudad de Buenos Aires, se habían trazado como objetivos minar el fuerte y la ranchería, vale decir los asientos mismos de los ocupantes. Y por último debemos mencionar las fuerzas organizadas por Juan Martín de Pueyrredón en la campaña de Buenos Aires, que habían sido dispersadas después del revés de Pedriel, que actuaban de mancomún con las guerrillas urbanas y que terminarían por confluir con las formaciones comandadas por Liniers para avanzar sobre Buenos Aires.

Es importante reparar en estos acontecimientos. En nuestra opinión, el colapso de la autoridad virreinal puso en crisis el proyecto de Carlos III al organizar el Virreinato del Río de la Plata en 1776. En efecto, el rey borbón con sus reformas se había propuesto erigir en el extremo meridional de las posesiones españolas en América un centro no solo económico, sino también político y militar, capaz de oponerse a las pretensiones de ingleses y portugueses en el área.

Es cierto que los virreyes se ocuparon más de fortificar Montevideo que la capital del virreinato, y ello fue así porque aquel era un puerto natural, más accesible a una navegación de fuerzas enemigas, que Buenos Aires, donde la baja profundidad en sus costas dificultaba un desembarco. Asimismo estaba previsto que frente a una hipotética ocupación de la capital del virreinato se retrocediese hacia Córdoba para organizar fuerzas y reconquistar la ciudad. Lo que nadie podía prever fue la desorganización de la defensa por parte de Sobremonte; que Buenos Aires sería reconquistada sobre la base de la movilización política y militar urbana; la realización de un Cabildo Abierto que suspendería en sus funciones al virrey, en el área de la capital, y delegaría el mando político en la Audiencia y el mando militar en Santiago de Liniers; y mucho menos que el virrey reiteraría su impericia para organizar la defensa de Montevideo a principios de 1807 y que como resultado de este segundo evento una junta de guerra lo depondría.

Tulio Halperín Donghi señala que después de 1806 se inicia la militarización de la ciudad de Buenos Aires, es decir, la formación de milicias tanto criollas (Patricios, Arribeños) como peninsulares (Catalanes, Gallegos); la creciente movilización política urbana, derivada de las luchas entre la burguesía criolla y la peninsular; y el ascenso del Cabildo de Buenos Aires, como institución que se fue atribuyendo funciones supraurbanas, al dirimir cuestiones atinentes a la autoridad virreinal.

Los Cabildos Abiertos de 1806 y 1810 no fueron simplemente la institución de la organización política de las ciudades de la América hispano-colonial, sino que adquirieron el tinte de asambleas populares. Tanto militar como políticamente se había iniciado el proceso de deterioro de la autoridad de la corona española en el Río de la Plata.

Lenin decía que sin desintegración del ejército no se ha producido ni puede producirse ninguna gran revolución. Pues bien, cabe preguntarnos si el proceso que condujo a la formación de las milicias, ante todo las criollas, no fue la expresión en el proceso revolucionario rioplatense de este concepto leninista.

Lo cierto es que, con las milicias, la burguesía criolla adquirió poder militar para resolver conforme a sus intereses de clase las luchas políticas que se desplegaron en Buenos Aires desde 1806 hasta 1810. Y para concluir recordemos el papel relevante de la milicia de los Patricios en el desbaratamiento de la revolución del 1º de enero de 1809, cuando las fuerzas peninsulares encabezadas por Martín de Álzaga intentaron formar junta y destituir al virrey Liniers, y el papel no menos importante de los Patricios en la Revolución de Mayo.

Así, la lucha contra los ingleses en 1806 y 1807 se inserta dentro de la crisis de la monarquía española en el Río de la Plata; con ella se terminó abriendo un proceso que culminó con la independencia, aunque entonces no se pensase en ella.  

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