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TRAS CARTÓN   La Paternal, Villa Mitre y aledaños
 29 de marzo de  2024
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La Fragata La Argentina llega a Hawai

La Fragata La Argentina llega a Hawai

El 18 de agosto de 1818, hace exactamente doscientos años, la fragata La Argentina, comandada por Hipólito Bouchard, arribó a las islas Hawai, donde se firmó un tratado con el rey nativo Kamehameha I. Bouchard, quien ostentaba una patente de corso otorgada por el flamante Estado argentino, realizó importantes viajes por los mares en tiempos de hambre, pestes, naufragios y pillaje. La guerra corsaria fue un importante eslabón en la lucha por la emancipación americana.

Según relata Bartolomé Mitre, con su entrada en Hawai en 1818, Hipólito Bouchard obtuvo el primer reconocimiento diplomático de las Provincias Unidas como nación independiente por parte de Kamehameha, soberano del reino de Sandwich. “Mitre ubicó a Bouchard a la altura de los grandes marinos ingleses: Hawkins, Drake, Candish, Dampier y Anson”, señala Laura Malosseti Costa.

El episodio de Hawai fue una de las muchas peripecias de Bouchard en su viaje por los mares del mundo, donde debía combatir contra toda posesión y embarcación española llevando la guerra de la emancipación a todos los rincones del globo. La guerra corsaria fue parte de nuestras luchas por la independencia. El Estado argentino confirió patentes de corso a armadores de buques y sus capitanes para llevar adelante la guerra a donde se encontrasen las posesiones de la metrópoli española.

El 9 de julio de 1817, un año después de que el Congreso de Tucumán declarase la independencia de las Provincias Unidas de la América del Sud, zarpó Bouchard del puerto de Buenos Aires. Navegó por el Atlántico Sur, se aproximó a las costas de Africa, dobló el Cabo de Buena Esperanza y se introdujo en aguas del Pacífico. Llegó a las proximidades de la isla de Madagascar, donde enfrentó a buques negreros, buques que realizaban el tráfico de esclavos. Recordemos que la Asamblea del Año XIII había dictaminado la Libertad de Vientres, en virtud de la cual todos los hijos de esclavas nacidos con posterioridad al 31 de enero de 1813 eran libres. Así, el enfrentamiento con los buques negreros era una acción que llevaba en esos mares del mundo el principio contrario a la esclavitud, que se expresaba en la política seguida tras la Revolución de Mayo. Posteriormente se dirigió a las Filipinas, que por entonces formaban parte de las colonias españolas. Su objetivo era apoderarse de los navíos de la Compañía de las Filipinas, concretamente de sus cargamentos, que pasarían a formar las presas, que se repartirían entre el armador, el capitán y la tripulación y el Estado rioplatense. La búsqueda de estas naves no era arbitraria. En la época hispano-colonial el Galeón de Manila relacionaba estas posesiones con los Virreinatos de Nueva España (México) y el Perú. Era un comercio fructífero que enlazaba India, China, Filipinas y el área Pacífica de las colonias españolas en América. Pero la búsqueda de estos navíos resultó infructífera, porque hacia principios del siglo XIX, en las condiciones en que se encontraba la metrópoli, habían dejado de operar. Luego y después de enfrentar a los piratas malayos, se dirigió hacia las islas Sandwich (Hawai). Por entonces este archipiélago era independiente. Su soberano Kamehameha I, desarrolló una política de unificación estatal; trataba de convertir al conjunto de las islas que formaban el archipiélago en un estado, en un reino unido. Bouchard tuvo noticias de que en uno de los puertos del archipiélago se encontraba la nave Santa Rosa. Esta embarcación argentina era en su origen otro navío corsario. Pero su tripulación se amotinó, obligó a desembarcar a los oficiales y tras apoderarse del navío, se transformaron de corsarios en piratas; en simples ladrones de los mares. Dejaron de responder a un estado, a una bandera y se convirtieron en simples salteadores. Bouchard le reclamó al soberano de Hawai la devolución del navío, pero éste se negó aludiendo que había pagado una fuerte suma por el mismo. Bouchard no insistió y suscribió un tratado de paz, guerra y comercio entre las Provincias Unidas y el reino de las Sandwich o Hawai. Este tratado ha sido interpretado por Mitre y otros historiadores como el primer reconocimiento diplomático de nuestra independencia. “Si así hubiera sido, Hawai debería ser considerado como el primer país no hispanoamericano en reconocer la soberanía argentina, pues recién lo hicieron Portugal en 1821, Brasil y los Estados Unidos de América en 1822 y Gran Bretaña en 1825”, se señala en un trabajo dirigido por Félix Luna. Sin embargo se trató de un convenio comercial y no de un tratado diplomático.

La California argentina
Pero seguramente el más relevante acontecimiento del periplo de Bouchard fue el desembarco en California y la bandera argentina flameando en esas tierras. Por esos años California era parte del Virreinato de Nueva España (México); vale decir, era una posesión española. Era un territorio donde lo dominante eran las misiones franciscanas. Éstas “proporcionaban trigo, alfalfa y frutas de todo tipo, en especial uva, que, cuidadosamente cultivada, dio lugar a una próspera industria vitivinícola. Además se trabajaban el cuero y el sebo y se manufacturaban los derivados ovinos”, leemos en el trabajo de Félix Luna. Bouchard atacó el fuerte de Monterrey y tras doblegar sus defensas, se apropió de la zona. “Contra lo que Bouchard  esperaba la resistencia del fuerte fue débil. Al contemplar el temible aspecto de atacantes dispuestos a todo, los soldados huyeron aterrorizados por la puerta del frente, mientras los corsarios trepaban por las paredes posteriores sin saber con cuantos adversarios tenían que vérselas (…) Una hora más tarde, enarbolaba la bandera celeste y blanca donde había estado la roja y gualda de gran tamaño que se utilizaba en los buques y fortificaciones, Bouchard quedó en poder de la ciudad durante seis días, hasta que adoptó la decisión de abandonarla”, se indica en el trabajo que glosamos. Fueron jornadas en las cuales los corsarios se apoderaron del ganado y mataron las cabezas que no pidieron apropiarse. Asimismo incendiaron el fuerte y destruyeron su sistema defensivo. Este episodio es conocido y actualmente difundido como los días en los cuales California fue argentina. En realidad fue un acontecimiento de la guerra corsaria y es ésta la que debe ser conocida y reivindicada porque fue parte de nuestra independencia. Bueno es conocer los periplos de nuestros marinos (Brown, Bouchard, Espora) y saber de nuestra presencia en los mares del mundo.

Final de un periplo
Después de los acontecimientos de California, Bouchard se dirigió hacia el Pacífico Sur, siguiendo las costas americanas y atacando puertos españoles como Realejo. Pero no todo fue feliz. A su regreso a Valparaíso en Chile lo esperaban sinsabores. Hacia 1819 en el país trasandino, mientras se preparaba la campaña libertadora al Perú, se encontraba al frente de la escuadra el almirante Cochrane. Eran los días de enfrentamiento entre O’Higgins y los partidarios de los hermanos Carrera. Cochrane aprovechó la situación para detener a Bouchard y acusarlo de piratería. Es que el marino inglés al servicio del ejército unido, quería reservarse para sí las actividades corsarias. La “tensión entre San Martín y Cochrane eran no sólo por cuestiones de liderazgo sino también económicas, pues hubo disidencias entre ellos respecto de los derechos del corsario inglés a sus presas. El armado de la flota chilena era indispensable y requería fondos que la guerra había diezmado. Fue acusado de piratería, insubordinación y crueldad, pero su rico botín de guerra parece haber estado en el centro de la cuestión”, dice Laura Malosseti Costa. El incidente provocó la protesta de la Argentina y finalmente Bouchard fue puesto en libertad.

Fuentes consultadas
Luna, F. Hipólito Bouchard. Buenos Aires, Planeta, 2002.
Malosseti Costa, L. “Catálogo Razonado” en AA.VV. José Gil de Castro. Pintor de libertadores. Surquillo, 2014.

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