20 de agosto de 2013
163° ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE SAN MARTÍN
Por Haydée Breslav
En el 163° aniversario de la muerte del libertador José de San Martín, su memoria no contó con el público homenaje de las máximas autoridades de la Nación ni de la Ciudad de Buenos Aires.
Por lo que hace al territorio porteño, el Instituto Nacional Sanmartiniano anunció en su página web que el sábado 17 de agosto último realizaría sendos actos de circunstancias en la Catedral y en la plaza que lleva el nombre del prócer “en el día dedicado por la Nación a recordarlo en el 163 aniversario de su tránsito a la Gloria”. No pudimos encontrar crónicas de esas actividades, a las que seguramente no concurrieron la presidenta de la Nación ni el jefe de Gobierno de la Ciudad.
En cambio, el acto central se desarrolló en la ciudad de Tunuyán, provincia de Mendoza, que tampoco contó con la presencia de la jefa del Estado, quien permaneció en su residencia de El Calafate, actitud que contrasta con la que caracterizó al creador del movimiento político al que pertenece la presidenta.
En efecto: la ausencia del presidente de la Nación o de su esposa en las principales ceremonias en honor del prócer eran inimaginables durante el primer peronismo, que supo exaltar como pocos la figura de San Martín y estimular la realización de actos en su memoria, que se multiplicaron en todas las ciudades y pueblos del país asumiendo características cívicas, militares, religiosas o escolares.
Por otra parte la presidenta, habitualmente tan locuaz en sus tuits, sólo en uno mencionó al prócer. “Como siempre. Nada nuevo bajo el sol. Son de manual. Quiénes? Y quiénes van a ser. Adiviná: San Martín, Belgrano o Magnetto y cía.?”, fue el primero de una larga serie en la que el 14 de agosto la emprendió contra los medios.
Cabría suponer que, acaso, el nuevo relato histórico desplazó al Libertador de su lugar de privilegio en el panteón de los padres de la Patria; sin embargo, en un reciente comunicado, La Cámpora usó a un San Martín mal leído y peor citado en apoyo de su peculiar interpretación de la derrota electoral del 11 de agosto último.
Lo cierto es que el acto central se desarrolló en la ciudad de Tunuyán, provincia de Mendoza, y fue presidido por el recientemente designado ministro de Defensa, Agustín Rossi, como si se intentara circunscribir al plano militar la impronta del prócer. Y para escarnio de su memoria asistió también, en medio del repudio de las organizaciones de derechos humanos de la provincia, el general César Milani.
Resulta cruelmente irónico que precisamente este militar fuera el encargado de homenajear al hombre que abolió la máxima organización de represión de la época, la Inquisición de Lima, cuya influencia se extendía por todo lo que era entonces la América española y en cuyas prácticas, según especifica la Enciclopedia Cubana en la Red (EcuRed), “predominaba el espionaje y la delación; los procesos se llevaban a cabo secretamente, y en ellos se aplicaban las torturas más refinadas y crueles”.
Un hombre de austeridad proverbial, de la que abundan los testimonios: “Renunció a sueldos, ascensos, mandos, premios y honores. Le regaló Chile diez mil pesos, y él los donó para una biblioteca pública; le regaló una chacra, y destinó sus frutos a costear un vacunador y un hospital de mujeres”, escribió Ricardo Rojas, quien refirió asimismo que el prócer coronó “su vida en el destierro, en la soledad y la pobreza”. Es sabido que en Francia sufrió penurias económicas que logró superar gracias a la ayuda de su gran amigo, el español de origen judío Alejandro de Aguado. “Me puso a cubierto de la indigencia. A él debo, no sólo mi existencia, sino el no haber muerto en un hospital”, consignó el propio San Martín en una carta.
En Buenos Aires, mientras tanto, la página web del Gobierno de la Ciudad anunciaba “un fin de semana largo” y con “variadas propuestas culturales, con la atracción principal del Tango Buenos Aires-Festival y Mundial y las múltiples actividades organizadas por el Ministerio de Cultura porteño por el Día del Niño”. En este contexto se destacó un tuit del secretario de Descentralización y Atención Ciudadana, Eduardo Macchiavelli, quien escribió: “En el 163° aniversario del fallecimiento del General San Martín, comparto una de sus frases más sabias”. Y citó: “Seamos libres y lo demás no importa nada”.
En cuanto a los principales referentes políticos porteños, sólo los diputados Elisa Carrió y Alfonso Prat-Gay y el rabino Sergio Bergman recordaron al Libertador. La primera, en sendos tuits, citó dos frases: “La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien” y “Hace más ruido un solo hombre gritando que cien mil que están callados”. Prat-Gay escribió en Twitter: “Mi homenaje a San Martín con el recuerdo d una d sus mejores máximas: Serás lo que debes ser o no serás nada’. La coherencia al final gana”. Bergman, a su vez, reprodujo en su cuenta de Facebook las máximas que el prócer dedicó a la educación de su hija.
Lo cierto es que el Día del Niño, fecha sagazmente aprovechada por el comercio para explotar el consumismo infantil, mereció por lo general más menciones de funcionarios y políticos, más espacio en los medios y más actos organizados por entidades de todo tipo que el aniversario de la muerte del Libertador. Ni siquiera en la avenida principal de La Paternal, que lleva el nombre del prócer, se realizaron actos en su homenaje.
Hubo en ese barrio una excepción: corrió por cuenta de los responsables del Café de los Patriotas, que funciona en la calle Nicasio Oroño, quienes organizaron una Jornada Sanmartiniana para la cual anunciaron la proyección de la película Revolución, una secuencia musical “con tango, murga y otras yerbas” y la degustación de “locro, vino en pingüino y empanadas criollas”.
Así las cosas, para los sectores de la población que aún están en condiciones de hacerlo, el 17 de agosto último fue un sábado más de fin de semana largo en que se lanzaron a las rutas en busca de sus destinos turísticos favoritos, dispuestos a disfrutar mientras se pueda, recelando o avizorando tal vez que, como la economía y la historia enseñan, tarde o temprano se viene el ajuste.